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Tapas

Con la nueva cocina la costumbre se ha ido enriqueciendo en cuanto a los ofrecimientos

Luis Alberto Salcines

Jueves, 18 de mayo 2017, 18:19

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Poco a poco se va extendiendo en Cantabria la costumbre en los bares y cafeterías de regalar una tapa con la consumición. Tomas un café y viene acompañado en el plato con una magdalena o un prisma de bizcocho. Pides un vino o una caña y te acercan una bandeja o la dejan sobre la barra para que cojas tú mismo un pincho. Te tomas un gin-tonic o un güisqui y te dan unos frutos secos. No estamos en León, donde es casi norma de obligado cumplimiento, pero se va incrementando el rito.

La deferencia con el cliente no es nueva. Antiguamente en muchos bares te ponían unas aceitunas, unas patatas fritas o unos cacahuetes. Los huesos de las primeras, los cascos de los últimos tapizaban el suelo y dibujaban un reconocible paisaje español. Parecía que era un signo de que en ese establecimiento había ambiente. Recuerdo algunos casos en los que te lo ofrecían cuando ya estabas acabando la bebida. Llegaba el camarero, por lo general el dueño del bar, y te dejaba la tapa cuando ya tenías demediado el vaso. Lógicamente, a poco que comieses, el cuerpo te pedía otra consumición. Una estrategia pícara.

Con la nueva cocina la costumbre se ha ido enriqueciendo en cuanto a los ofrecimientos. A los trozos de tortilla, rodajas de chorizo o salchichón, una croqueta, una raba, un taco de queso, un caldo de gallina o pescado en invierno muy típicos de la gastronomía tradicional española, se han añadido otros productos más sofisticados, aportaciones de los cocineros jóvenes. Como quiera que cada local ofrece un pincho característico, muchos clientes acuden a estos por la tapa. Supongo que también por el trato que reciben.

Las mejores tapas suelen ser las de los establecimientos que tienen una buena cocina. Para ellos es fácil preparar pequeñas raciones de las comidas que están preparando para el comedor. Un plato con paella, unos garbanzos o unas lentejas van haciendo boca para la hora del almuerzo. En otros, utilizan las tapas a modo de cata. Se las ofrecen a los clientes como nuevos platos para que los conozcan y si les gusta puedan en otra ocasión pedir una ración. Descubrir nuevos productos, nuevos sabores.

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