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Croquetas de gambas

Croquetas de gambas

RECETAS | DÍA INTERNACIONAL DE LA CROQUETA ·

Una de las claves de este rico plato está en la bechamel

Ricardo Ezcurdia

Santander

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Lunes, 30 de abril 2018

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Realmente es un placer encontrar unas croquetas de las ricas cuando vas por ahí a tomar algo. Desgraciadamente no abundan en muchos sitios, aunque sinceramente tenemos mucha suerte de contar con algunas de las mejores, incluida la que hasta hace poco ha sido la mejor del mundo en el restaurante Solana, en la Bien Aparecida.

En casa solemos hacerlas de varios ingredientes, pero las que de verdad triunfan son las croquetas de gambas.

Muchas veces somos reacios a hacer croquetas porque supone tiempo de elaboración más el reposo; o sea, que preferimos abrir una bolsa y freírlas directamente. Pues he de deciros que el resultado no es ni parecido, aparte de que el ingrediente principal lo puedes amoldar a lo que tienes en la nevera.

Comenzamos la receta pelando las gambas y reservando las cabezas por un lado y los cuerpos ya limpios en la nevera hasta que vayamos a utilizarlos. Con las 'camisas' de las gambas preparamos un caldo corto. Mientras, en una sartén, vamos preparando el roux con unos 50 gramos de mantequilla y unos 65 de harina.

Mezclamos bien sin parar hasta que consigamos que se llegue a tostar, así eliminamos el desagradable sabor a harina cruda. Vamos añadiendo poco a poco la leche y moviéndolo bien para evitar que se nos formen grumos. Cuando hayamos añadido la segunda vez la leche vamos apretando las cabezas de las gambas encima para que todo su interior vaya integrándose con nuestro proyecto de bechamel; lo hacemos con todas y vamos añadiendo más leche, hasta medio litro, moviendo bien hasta que vaya espesando.

Cuando la misma bechamel nos pida que añadamos más líquido, le vamos metiendo el caldo que hemos estado haciendo con los restos de las gambas, lógicamente colado. Lo dejamos cocer bastante tiempo, como una hora, hasta que tengamos una masa espesa pero cremosa.

Es el momento de añadirle las gambas bien picadas en trocitos, a cuchillo, que se noten pero que no estén demasiado grandes. Apagamos el fuego y con el mismo calor residual de la bechamel quedarán en su punto.

Vertemos la masa en una fuente plana para que se enfríe, la cubrimos con papel film e intentamos que quede en contacto con la masa para que no se forme una costra.

Cuando la masa esté bien fría la podemos meter a la nevera para darles forma al día siguiente. De esta manera nos resultará más sencillo.

A las croquetas las damos la forma que más nos apetezca; a mí me gustan las tradicionales alargadas, pero reconozco que las redondas pequeñas de bocado también son muy buenas. Las pasamos por harina, huevo y pan rallado o panko, si queréis, y las freímos en abundante aceite bien caliente para que no se nos abran.

Un bocado delicioso para cualquier día –almuerzo o cena–.

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