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Una semana de intercambio en Leeds con un final diferente al previsto para los 31 alumnos y tres profesores del Instituto Valle de Piélagos, que llenaron las redes sociales con sus mensajes.
Manchester-Renedo, en 28 horas

Manchester-Renedo, en 28 horas

Un grupo del Instituto de Piélagos decidió regresar en bus tras quedarse tirados

Álvaro Machín

Martes, 22 de marzo 2016, 07:11

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La primera frase que pronunció el tipo de la compañía que se acercó a la cola empezó con un «lo sentimos mucho». Peligro. Sobre las cinco y media de la tarde. «Llevábamos como media hora esperando con las pantallas diciendo que la puerta de embarque se abriría en cinco minutos. En cuanto escuchamos al hombre decir eso...». Los chavales del Instituto Valle de Piélagos que pasaron una semana de intercambio en Leeds empezaron entonces a bombardear las redes sociales con un #flytobilbao.

El caso es que no salieron del aeropuerto de Manchester hasta las nueve y no fue por vía aérea. Los 34 31 chavales de entre 16 y 17 años acompañados por tres profesores se repartieron en unos taxis y durmieron su cabreo en un hotel de la ciudad. «No hemos podido volver», explicaba ayer Laura al otro lado del teléfono. En ese momento tendría que haber estado en clase. Lunes por la mañana. Pero la chica y sus amigos seguían en el hotel con un largo plan a la vista y un nuevo hashtag (etiqueta) para sus cuentas de internet. «Los profesores han contratado un autobús». Del #flytobilbao al #bustoRenedo. Un Manchester-Piélagos y casi 28 horas de carretera entre pecho y espalda.

«Aquí estamos todos. Hay que tomárselo con humor. No queda otra, pero el domingo estábamos bastante cabreados cuando salimos del aeropuerto». Fue el final del viaje de los chavales. Salieron de Bilbao el día 13 con la idea de una semana de inglés y de experiencias. Todo bien hasta la hora de volver a casa vía Manchester. Viajaron con Easyjet, que les pagó los taxis y la noche de hotel después de explicarles que no podían regresar esa tarde por la huelga en Francia. Y las alternativas no les encajaban.

Colocar a 34 pasajeros de golpe en plena semana de fiestas tenía mala pinta. El siguiente vuelo disponible estaba programado «para el día 4 de abril» y la segunda opción era «otro con escala en Madrid para el martes 29». Imposible. «Traerlas ya de vuelta que me están petando el móvil estas señoritas», bromeaban en los mensajes de Twitter sus amigos desde casa. Enviaron mensajes hasta a los futbolistas Ánder Herrera y Juan Mata.

Los responsables de la expedición se movieron rápido y encontraron una alternativa sobre ruedas. Larga sí, pero hoy tendrán a los chicos en casa con una paliza en el cuerpo y un buen puñado de anécdotas que recordar. Llegarán hoy no antes de la hora de la cena. «Tendremos muchas historias que contar».

Intento fallido

El gerente de la empresa Parking Parayas, Iñaki de Dios, intentó una solución parecida en sentido inverso. O sea, con Santander en el punto de salida y, esta vez, dirigida a los pasajeros que tenían previsto ir a Roma. «Por mis narices que lo consigo», explicaba a media mañana plantado en la cola y tratando de reclutar turistas para su autobús. Por esfuerzo no fue, pero al final tuvo que desistir a pesar de contar con la ayuda de algunos de los habituales del aeropuerto. «Yo no gano nada de dinero con esto», dejaba claro. Lo que él pretendía era, en todo caso, no perderlo. Que no se le cayeran las reservas de aparcamiento que tenía programadas de viajeros con destino a la capital de Italia. Y no era el único trastorno. «Te falla la gente que tenía que entrar que viaja hoy (por ayer y también por el domingo) y también los que tenían que regresar a por su vehículo en los vuelos que se han cancelado y no han venido. Yo ahora tengo que llevar dos coches a Bilbao». Una faena.

Llamó a sus clientes y les propueso la idea. Cancelar el billete de ida a Roma y pagar 110 euros por una plaza en un bus de 53 pasajeros. «Pierden el día, pero no pierden lo que ya tienen reservado de hoteles y no se quedan sin vacaciones. No hay otra manera de llegar. Encima los seguros no cubren las incidencias por huelga, con lo que la gente está perdiendo las vacaciones pagadas y se está yendo de Santander con una pena enorme. Les hemos propuesto que al menos se queden en Cantabria, en algún hotel rural, porque vienen de todas partes: Asturias, Bilbao, Logroño... Algunos se han hecho 300 kilómetros para venir hasta aquí».

Hizo un doble intento. Uno para emprender viaje a las seis de la mañana y otro, una vez que falló el primero, a las cuatro de la tarde. A eso de las tres y media todavía andaba por la cola charlando con los viajeros contándoles su propuesta. Pero se quedó a unos pocos de lograr el mínimo para pagar el vehículo completo y el sobrecoste echó para atrás al resto. Intentó, incluso, conseguir a última hora un microbús que se ajustara a sus pasajeros, pero no hubo tiempo.

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