Borrar
De la Serna y Revilla durante una charla en El Diario Montañés.
Revilla y De la Serna, del idilio a la discordia

Revilla y De la Serna, del idilio a la discordia

El presidente regional y el alcalde de Santander vuelven a las andadas: de momento, se acabó el discurso de la mutua lealtad que se habían prometido para esta legislatura

Violeta Santiago

Martes, 5 de abril 2016, 11:43

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Empezó como un afinado paso a dos. En las fotos lucían sonrientes y mirándose a los ojos. El lenguaje no verbal no engañaba: había cordialidad y todo el buen tono que se puede permitir entre un regionalista y un popular. Dicen quienes les conocen de antiguo que la sintonía personal nunca ha sido para tirar cohetes, pero en este comienzo de legislatura ambos decidieron que les convenía una coreografía al unísono. Por el bien de Cantabria, dijeron siempre que les rondó un periodista. Quizá porque ambos intuían (con la irrupción en el escenario político de nuevas fuerzas) que era hora de superar sus enfrentamientos de legislaturas anteriores, que fueron sonados.

Arrancaron en julio, pues, mostrando una calidez mutua que sorprendía. Pero solo ocho meses después, la armonía inicial ha saltado por los aires. Primero más tímidamente, con unas declaraciones de Miguel Ángel Revilla sobre el Mupac en las que ya quedó claro que los protagonistas no estaban evolucionando hacia el mismo lado. Y entre el martes y el miércoles de esta pasada semana, incluso cesó la música: Íñigo de la Serna acusó al Gobierno regional de estar en manos de Podemos mientras la región "está sumida en el marasmo" y el presidente reaccionó, desagradablemente sorprendido, con un aviso: «Tendrá respuesta si vuelve a decir falsedades».

O sea, que se acabó el discurso de la lealtad institucional. Ahora Revilla ve "nervios" en el alcalde de Santander y los atribuye a que debe estar en la carrera por la sucesión de Ignacio Diego en el PP. Hace cuatro días no pudo ser más claro sobre el cambio que atraviesan sus relaciones: "No es el que yo conocía al principio". Aquel alcalde que, seguramente, no hubiera "sacado provecho" de su intervención en un foro como el Club Siglo XXI de Madrid para "criticar sin razón al Gobierno de Cantabria".

El momento en que muchos creyeron que romperían

  • Reunión con pastor

  • En septiembre de 2015, muchos regionalistas pensaron que había llegado el momento de la ruptura entre el presidente y el alcalde de Santander. Porque De la Serna se entrevistó en Madrid con la ministra de Fomento, Ana Pastor, que le adelantó que «ya estaba» el proyecto para el tren de tres horas entre Madrid y la capital cántabra. El alcalde hizo el anuncio y se apuntó el tanto en los titulares el mismo día (pequeño detalle) en que la ministra tenía cita con dos consejeros del PRC, los de Innovación y Obras Públicas, Francisco Martín y José María Mazón. Un desaire político fuera de lo común.

  • Todos esperaron la reacción de Revilla contra el regidor. Pero el presidente se limitó a agradecerle a De la Serna «el interés y el apoyo» al tiempo que apuntó con ironía que había actuado como «delegado del Gobierno y jefe de la oposición». Un recado, pero sin enfangarse. Aunque hay regionalistas que no lo han olvidado.

El mensaje ya sin violines que lo endulcen suena descarnado: "Lo que le pasa al alcalde es que tiene una deformación y una tendencia al autoritarismo de las mayorías absolutas que le impide entender que se puede gobernar pactando con unos y con otros". La respuesta desde el otro lado del escenario llega con idéntica acritud: "Desgraciadamente, los que mandan en Cantabria (en referencia a Podemos) son los del insulto y los que no saben expresar un argumento sin dos o tres descalificaciones por delante". El alcalde cree que el Gobierno está entregado al partido morado, que estaría marcando la agenda en política fiscal y en política social.

Con tanto tiempo como llevan bajo los focos, Miguel Ángel Revilla e Íñigo de la Serna conocen a fondo lo que dan de sí los gestos y las palabras. Por eso, el segundo, que había reeditado la alcaldía de Santander antes de que Revilla volviera a ocupar su antiguo despacho en Peña Herbosa, llamó a la puerta presidencial sin perder un minuto en cuanto el primero tomó posesión. Fue un guiño claro. El presidente le contestó igual de rápido. La cita estaba servida.

Contaron entonces los cronistas que a esa primera entrevista solo le faltaron las notas de un arpa detrás. Las palabras de lo oficial fueron "colaboración absoluta" y "lealtad". Uno se ofreció para ayudar a reivindicar ante el Gobierno de Madrid. El otro le apoyó en todos los grandes proyectos para la capital. Aunque lo llamativo fue la cordialidad. De la Serna le regaló al nuevo presidente un libro con fotos de Santander y el regionalista le replicó con halagos. "Hay que enseñar el Palacio de La Magdalena a todo el mundo para que se imaginen una boda aquí y, encima, ¡casados por este alcalde!". Como si no hubiera otro como él.

Fuera tensiones

Algunos analistas explicaron así la cercanía: el hecho de que Revilla declarase (nada más conocerse los resultados electorales en el Ayuntamiento de Santander) que "no veía" a la oposición desalojando de su sillón al alcalde fue un detalle por el que De la Serna tocado al haber perdido la mayoría absoluta le estaba agradecido. A nadie que frecuente los mentideros municipales se le escapa, además, que el popular no hubiera visto con malos ojos una alianza con el PRC en el municipio. Pero su cabeza de lista, José María Fuentes-Pila, ha sido siempre muy crítico con su modelo de ciudad.

Por el lado del presidente, había interés en no reeditar viejas tensiones con un político que le había amargado sus anteriores ocho años en Peña Herbosa, etapa en la que De la Serna no dejó de acusarle de "odiar" a la capital, "una de las cosas que más me han dolido en la vida", relató el regionalista en un acto de campaña electoral.

A lo largo del verano, el otoño y el invierno, alcalde y presidente mostraron en público ganas de desarrollar proyectos (como la ampliación del Pctcan) y de tirar para adelante sin perderse el compás. En la sede de El Diario Montañés mantuvieron una conversación ante las cámaras que destiló buen rollismo y que en las filas revillistas se dio en calificar como la escena del sofá. Esta afinidad permitió cierto respiro a sus equipos de prensa y protocolo. Porque un presidente de comunidad pequeña y el alcalde de la ciudad principal coinciden continuamente en actos oficiales o sociales. Cuando se llevan bien, todo va sobre ruedas. Cuando andan en rivalidades, todo el trabajo de sus equipos se pone muy cuesta arriba.

En este tiempo en que ambos se han dedicado a llenar el escenario sin pisarse, no ha sido ni parecida la actitud entre De la Serna y los socios socialistas de Revilla en el bipartito, con quienes el alcalde ha polemizado sin descanso. Hoy por Valdecilla, mañana por el barrio de El Pilón y pasado por el convenio frustrado para el centro de acogida Princesa Letizia. Dos conflictos siguen vivos: la ubicación del Mupac y la construcción de espigones para proteger las playas de la Magdalena, Bikinis y Los Peligros.

Revilla no entró al trapo en los tres primeros casos (si hizo alguna valoración, fue en tono menor). Sin embargo, las dos últimas controversias han deteriorado el entendimiento. En una reunión habida para hablar del futuro del Mupac ya no hubo tantas sonrisas. Y el conflicto por las playas les ha hecho perder definitivamente el paso: por el momento, ya no van al mismo ritmo.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios