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Un momento del pleno de este lunes, con Verónica Ordóñez (Podemos) en el estrado.
Las obsesiones de sus señorías

Las obsesiones de sus señorías

La violencia de género y la transparencia volvieron a ocupar el pleno parlamentario

Gonzalo Sellers

Lunes, 23 de mayo 2016, 20:23

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El Parlamento bailó este lunes al ritmo de bachata. Sentada entre los diputados podría haber estado Judy Santos intentando explicar, a golpe de cadera, que aquello que Anthony Santos siente desde hace quince años no es amor, se llama obsesión. Porque lo que sus señorías entienden por iniciativa legislativa o control al Gobierno parece haberse convertido en eso mismo.

Por quinta vez llegó al hemiciclo una batería de medidas contra la violencia de género, solo una semana después de que la vicepresidenta recibiera el apoyo unánime de la Cámara a sus propuestas.

El hastío por la reiteración es tal que hasta el PP se puso del lado del bipartito contra la moción de Podemos. Y también, otra vez, se volvió a hablar de transparencia, a pesar de que la nueva ley regional se encuentra en pleno proceso de tramitación. Hasta a Isabel Urrutia le debió evocar aquel ritmo salsero la intervención del socialista Guillermo del Corral. El senador autonómico la mencionó a ella y a Juego de Tronos con apenas unos segundos de diferencia. No sabemos si pensando en algún personaje en concreto. «Está usted obsesionado conmigo, aunque entiendo que lo esté», le respondió la popular, en un ataque de autoestima más propio de Cersei Lannister.

Fue Ciudadanos el que quiso ponerle algo de Rock&Roll a un Pleno insulso, de apenas dos horas, y que solo pudo celebrarse dando un moscoso a los trabajadores del Parlamento. Ellos fueron los únicos funcionarios autonómicos que trabajaron en una festividad de Santa Rita desplazada del domingo al lunes. El portavoz naranja, Rubén Gómez, exigió al Ejecutivo desnudar las agendas y los viajes de los altos cargos: dónde van, cuándo van, cómo van y para qué van. «No es desconfianza ni sólo es para evitar despilfarros, pero la gente necesita saber cómo trabajan los políticos», argumentó.

Pero en el camino sólo encontró el respaldo de Podemos. El diputado Alberto Bolado se erigió en estandarte de la transparencia y se arrogó la autoría de la nueva ley. «Si no es por la proposición que Podemos hizo en septiembre, hoy no tendríamos anteproyecto», aseguró desde la tribuna situada a sólo dos metros de la bancada del Gobierno. Allí sentado, el consejero de Presidencia y Justicia, Rafael de la Sierra, promotor de la normativa, escuchó la sentencia con el rictus inalterable.

Decía el periodista y poeta Oski Goldfryd que «uno en la vida va moviéndose por obsesiones». Y el Ayuntamiento de Santander y el Gobierno regional hace tiempo que bailan juntos esa canción. Quizás por eso, el alcalde de la capital, Íñigo de la Serna, ha esperado a que acabara el periodo de alegaciones de esa Ley de Transparencia para exigir lo mismo que ayer pidió Ciudadanos: la publicación en detalle de los viajes y las agendas del presidente y los altos cargos. Y quizás también por eso, la diputada regionalista Rosa Díez le echó en cara que el portal de transparencia del Consistorio no está todo lo actualizado que debería.

Urrutia, todavía en su papel de Lannister, lanzó una amenaza a De la Sierra: si el Gobierno no lleva su anteproyecto de ley al Parlamento en tres meses, el PP promoverá su propia normativa «porque nosotros tenemos proyecto». El consejero regionalista, de nuevo, ni pestañeó.

Y así, entre unos y otros, la iniciativa de Ciudadanos murió sin llegar a la orilla. Tendrán otra oportunidad, en forma de enmienda, cuando se debata la ley en la Cámara.

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