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Imagen de Joe Tezanos, cedida por su familia, a bordo del USS Dickman.
Un héroe americano llamado Tezanos

Un héroe americano llamado Tezanos

Nacido en Santander, Joe Tezanos fue condecorado por sus hazañas durante la Segunda Guerra Mundial

Álvaro Machín

Martes, 31 de mayo 2016, 07:12

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El teléfono de la casa de Miss Burvid ha sonado muchas veces esta semana. En el contestador le han dejado unos cuantos mensajes desde España. Le preguntan por su tío Joe. El hombre de la foto en la cubierta del barco tiene cara de llamarse Joe, aunque nadie se extrañaría si le dijeran que se llamaba Humphrey o Ronald. Lo de Joe se lo pusieron sus amigos de Lackawanna, al sur de Buffalo. Y así le llamaron también durante sus años de servicio. En realidad es Joseph, ese es el nombre que figura en el barco que van a dedicarle y en los artículos de historia de los Guarda Costas de los Estados Unidos que repasan una vida de película. Una biografía increíble. Héroe durante la Segunda Guerra Mundial, primer hispano que completó la formación para ser oficial en el cuerpo... «Mi tío Joe era un hombre modesto y nunca hablaba de su heroísmo». De las vidas que salvó en Pearl Harbor, de los desembarcos en las islas del Pacífico. Joe, Joseph... En realidad, al nacer, le pusieron José. Antes de cruzar el océano. José Tezanos, Santander, 1920.

El periodista Lou Michel publicó la reseña en el The Buffalo News del último lunes. El héroe naval que creció en Lackawanna. «Nadie podría reclamar una búsqueda tan única e interesante del legendario sueño americano como Joseph Tezanos, que nació en Santander, España». La frase sirve de arranque para un texto de William H. Thiesen, el experto que ha repasado la historia del cuerpo de Guarda Costas. Los padres de José empezaron a darle forma al sueño con el viaje a Nueva York. El crío se graduó y encontró trabajo en la compañía de acero local, un empleo que, ya con la guerra en marcha, cambió por otro en una fábrica en la que ensamblaban las piezas del mítico caza P-40 Warhawk. Trabajar en la línea la cadena de montaje tenía pinta de ser algo seguro. Un salario estable. Pero los planes de un chico de 22 años en tiempos de conflicto incluyeron dejarlo todo y alistarse en los Guarda Costas.

Tezanos se embarcó en Nueva Orleans como miembro de la tripulación de un barco destinado a transportar soldados y material con el rango de ayudante de artillero. Posiblemente, el puesto más peligroso. El más expuesto. Y ahí empezaron sus hazañas. Porque el joven emigrante salió con vida de los desembarcos anfibios más famosos de la guerra en el Pacífico. Kiska, Tarawa, Kwajalein... Operaciones marcadas por los regueros de sangre. Fue después de todo eso cuando llegó su momento. En Pearl Harbor, pero no con motivo del famoso ataque de los japoneses. Esta vez no hubo enemigo. El West Loch Disaster del 21 de mayo del 44 se inició con una explosión contagiosa. Las llamas y las convulsiones se propagaron en barcos cargados de munición y materiales sensibles. Un infierno que se cobró seiscientas víctimas entre muertos y heridos. Tezanos se echó al agua con una pequeña embarcación, arriesgó su vida acercándose a los polvorines flotantes y consiguió rescatar a más de cuarenta marineros. Una proeza reconocida en forma de condecoración y honores en silencio. Porque todo se mantuvo en secreto, clasificado, hasta los años sesenta. Y el Guarda Costas nunca quiso hablar de ello.

La otra vida del tío Joe

«Ni siquiera lo hablaba con su hermano», recuerda Jodi Burvid, que cuenta cómo su tío se convirtió años después en un hombre de mundo viajando con los suyos por distintos negocios por Sudamérica y África. «Aunque para él la familia era muy importante y siempre regresaba para visitarnos».

Es la otra faceta de esa biografía cargada. La de un tipo tenaz. Capaz de convertirse, después del episodio de Pearl Harbor, en oficial (fue alférez) tras ser reclamado para recibir formación en Connecticut fue el primer hispano que completó el programa. Y capaz de otras muchas cosas. Joe, tras la guerra, volvió para ser un civil más y también un estudiante. Decidió formarse para aspirar a algo mejor que el puesto en la línea. Se matriculó en la Universidad de Syracuse y salió de allí con un título y una esposa. Tuvieron dos hijos y una carrera de éxito en los negocios que le llevó a conocer el mundo aprovechándose de los idiomas, de la formación y del catálogo de experiencias acumuladas.

Regresó a Santander

«Hablaba español de forma fluida porque le enseñaron sus padres». A Jodi le gusta charlar sobre su tío, pero insiste en su carácter «reservado». «Nunca dijo ni una sola palabra de todo lo que pasó durante la guerra. Nunca». Y tampoco acostumbraba a hablar demasiado de su pasado. Por eso, no sobran los datos. Sí sabe también por su propia padre, hermano de Joseph que dejó Cantabria con solo tres meses. Que era un bebé durante la travesía. Pero que eso no rompió el lazo, el vínculo con su tierra natal. «Teníamos contacto con la abuela paterna y sí que tenía un sentimiento muy marcado por sus orígenes».

Tanto, que hubo un regreso. O tal vez varios. Jodi Burvid no sabe concretar si fue una o más veces. Pero Joseph volvió al lugar donde fue José. La sobrina del héroe tampoco es capaz de precisar si fue exactamente en Santander el nombre genérico, por entonces o en algún pueblo de los alrededores. Pero sabe que volvió. Igual que sabe que sus restos descansan desde 1985 en el Cementerio Nacional de Arlington. Cerca del Potomac. En el gran cementerio americano para sus héroes.

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