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En el cartel, Silvia (la candidata nacional) y Sara. En carne y hueso, Lucila (candidata por Cantabria) y Dylan.
Una campaña con muchas patas

Una campaña con muchas patas

El cartel electoral del Pacma incluye una perra de raza podenca y ninguno de sus candidatos come carne

Álvaro Machín

Lunes, 20 de junio 2016, 17:10

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A ellos, más que darles la chapa, les daban la vuelta a la chapa. Fue en la última campaña, prácticamente antes de ayer. La plancha para poner carteles que tenían a la altura de la Plaza de Toros de Santander aparecía todas las mañanas girada. Estaba, en principio, orientada a la carretera, para que la vieran todos los conductores que pasan por la cuesta de Jerónimo Sainz de la Maza. En principio, porque estaba más tiempo dada la vuelta que en su sitio. Así que la candidata local se pasó media campaña recolocando las siglas. Hasta que se cansó. «Compré un montón de alambres y bridas, fui para allá y lo coloqué hasta que ya no pudieran mover eso». Este año, el Pacma (Partido Animalista) vuelve a tener chapa en el mismo sitio y Lucila Fernández, la número uno al Congreso por Cantabria, tenía previsto ayer pasarse a última hora por la plaza. «A ver lo que me encuentro».

Son las cosas de campaña de los partidos pequeños. Bueno, lo de pequeños es casi un decir. Sus votantes se han multiplicado por cuatro en las dos últimas citas nacionales. De 713 en las Generales de 2008 a casi 3.000 en las de diciembre. Y, en todo el país, lograron más votos que algunas de las formaciones que tienen sillón en el Congreso (es lo que tienen las divisiones que marca la norma). «Haremos algo esta semana, pero grandes actos de campaña como tal, no. No hay presupuesto». Así, a bote pronto, el material que manejan es un altavoz conectado a un USB, la posibilidad de ponerse como foto de perfil en las redes sociales una imagen personal metida en un marco con mensaje y los carteles que les han llegado desde la oficina central. «Flyers (folletos, que ahora todo hay que decirlo en inglés) teníamos, pero los gastamos todos cuando pedíamos las firmas para presentar los avales de la candidatura». Y ya. No hay más. Eso, la plancha de la discordia en la Plaza de Toros y otra más ocupada en General Dávila.

Por curiosidad

Precisamente en esas chapas está una de las imágenes distintas de estos días. A más de uno le ha hecho pararse un segundo a mirar. Girarse. Por curiosidad. Está el careto de la candidata a presidenta, como en todos los demás partidos. Pero Silvia Barquero no sale sola mirando al infinito y con una sonrisa de anuncio y de estadista. Aparece con Sara, una perrita de raza podenca. La tiene en brazos y al animal la mirada parece que se le ha quedado triste. El tema no es casual y va más allá de que bonitos son los animales y que bien nos quedan en la foto. En estas cosas todo está pensado, medido. Es una imagen con discurso (reforzado con un #SuVozTuVoto). Podencos y galgos son perros vulnerables. Solo hace falta poner podencos en las noticias de Google y echar un vistazo. De las ochenta y pico páginas del programa electoral del Pacma, más de veinte están centradas en este tipo de cosas (ellos hablan de las corridas de toros o la caza, como es más que sabido, pero también incluyen propuestas como un sistema público de salud para los animales).

«Tenemos propuestas de justicia social y medio ambiente, pero es lo que nos distingue, no hay otro partido que esté centrado en esto», explica Lucila. Ella, como el resto de candidatos de su formación, no come carne. Otra curiosidad en esta campaña. «Para ser cabeza de lista hemos pedido coherencia y yo no puedo defender a los animales comiéndomelos. Nuestros votantes no son vegetarianos, pero tienen un interés en la defensa de los animales. Se hace camino al andar», explicaba hace unos días Barquero, la aspirante a presidenta, en una entrevista concedida a Público.

Los amigos de la candidata

Lucila a más de uno le resultará familiar porque fue Miss Cantabria hace unos años lo lleva hasta el punto de las historias. Como la de Mis, que no tiene nada que ver con el título de belleza que le concedieron a su dueña. Es mis, de misericordia. Vio un cartel en el que anunciaban que vendían corderos para las navidades y no pudo aguantarse. Al menos, salvar uno. «Y más cuando me dijeron que eran a once euros el kilo, pero quitando la piel, el pellejo. Yo le dije que no le quitara nada, que me le llevaba así». Y así sigue, enterita. Compartiendo hogar en semi libertad en un terrenito con Heidi y Pedro, una pareja de cabritas enanas. Y no son los únicos. Están los dos boxer, Dylan y Jacob (el nombre del hijo de Bob Dylan), Keller (un pastor belga) y Wicca (american bully). «Le pusimos a la última como a la diosa de la fertilidad porque la recogimos cuando la habían abandonado porque ya no podía criar». Sumen siete gatos para completar el grupo y listo. Así que en la foto que resume su campaña no podía faltar algún representante del grupo.

Por cierto, Sara, la perrita del anuncio, está en adopción en la protectora La voz animal. Eso, al menos, es lo que pone en el cartel del Pacma.

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