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Submarino UC 56 en Santander en el dique de Gamazo.
José Ángel del Río profundiza en las grandes guerras bajo aguas del Norte

José Ángel del Río profundiza en las grandes guerras bajo aguas del Norte

‘Torpedos en el Cantábrico’, editado por Librucos, es una obra sobre el papel que jugaron los submarinos en las contiendas bélicas

marta pérez

Domingo, 24 de julio 2016, 08:38

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En un entorno costero como es el Cantábrico son frecuentes las historias de los navíos que surcaron estas aguas. Pero, ¿qué hay de los que navegaron por sus profundidades? José Ángel del Río Pellón narra en su libro Torpedos en el Cantábrico diferentes situaciones protagonizadas por submarinos en estas costas durante las dos guerras mundiales, incluidas anécdotas curiosas y datos precisos.

PERFIL

  • José Ángel del Río Pellón es licenciado en Ciencias Náuticas y Transporte Marítimo por la Universidad de Cantabria. Oficial de la Marina Mercante es controlador de Tráfico y Salvamento Marítimo. Hijo y nieto de marinos, toda su vida está ligada al mar. Su amor a la historia naval ha dado lugar a sus investigaciones sobre submarinos en España.

En 1917 la creación en España del Comité de Tráfico Marítimo supuso un hito histórico, se necesitaba el control de mercancías indispensables para la economía nacional. Todo a pesar de la oposición de armadores por las pérdidas monetarias que les iba a acarrear. Es en este punto cuando Del Río comienza sus distintas narraciones, incluidos apuntes de bitácora de diferentes capitanes de navíos y submarinos.

El contrabando de guerra o la cercanía de los enemigos era el principal motivo de preocupación entre los distintos contendientes y los controles en el mar eran exhaustivos. Tanto que cuando había duda de la veracidad de la misión de la nave en cuestión, como no se podía acercar los barcos a tierra por riesgo de facilitar al enemigo el desembarco, o perder la consideración de neutralidad, se tomaban medidas más drásticas. La embarcación era torpedeada, no había medias tintas. De ahí el título del libro.

Con 351 páginas encuadernadas en tipo rústica y aprovechando su artículo Tiburones de acero sobre los submarinos alemanes en la Primera Guerra Mundial en aguas españolas, se destaca la relevancia de las costas del Cantábrico en relación a los submarinos.

Con sus palabras no sólo se explican los diferentes hundimientos de barcos de los diferentes contendientes, sino también qué razones tenía España para ser más o menos estricta con los cumplimientos de las leyes internacionales de navegación. «Se sometió a nuestro comercio a toda clase de limitaciones y vejaciones que no nos quedó más remedio que aguantar por el bien de nuestra economía», afirma el marino en su libro. La necesidad acuciaba y no había otra opción.

Pero en el fondo, primaba el respeto entre marinos. Según Del Río, «alemanes y cántabros sabían que cada uno cumplía su cometido y no entorpecían las actividades de los otros». Incluso se hacían regalos cuando se encontraban, los submarinistas ofrecían tabaco o las cintas que llevaban las gorras de oficiales de Lepanto y los pescadores, bonitos y chicharros.

La anécdota

Un submarino italiano, el Torelli, averiado fue atacado por aviones británicos cuando navegaba cerca de Suances en dirección a su base en Mont Batten para reparar sus daños. No pudo defenderse, pero continuó hacia Santander. Ya cerca de la capital se reanudaron los ataques aéreos y el submarino hizo aguas.

Algunos marineros nadaron hacia la costa, otros fueron rescatados por pescadores en lancha. Uno de los marineros auxiliados se agarró al cuello de su rescatador y le besó repetidamente. Después, cuando el pescador contó lo ocurrido a sus amigos explicó: «Llevo casado quince años y he tenido siete hijos, pero nunca en toda mi vida nadie me ha besado tanto y con tanta pasión como ese espagueti mojado».

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