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Una de cada cuatro mujeres que da a luz en Cantabria carece de la baja por maternidad

Una de cada cuatro mujeres que da a luz en Cantabria carece de la baja por maternidad

La caída "vertiginosa" de los permisos por tener un hijo, que ha sido del 22% en solo seis años, evidencia la precariedad laboral que ha dejado la crisis

Ana Rosa García

Martes, 23 de agosto 2016, 07:20

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Lejos de venir con un pan debajo del brazo, cada vez son más los recién nacidos que llegan a un hogar tocado por el paro y la precariedad laboral, siendo estas precisamente las causas principales de la caída imparable de la natalidad. Las estadísticas sobre los permisos de maternidad concedidos en Cantabria durante la última década descubren esa realidad. Solo en los últimos seis años se ha registrado un descenso del 22%. Si en 2010 se alcanzó el último ascenso de la gráfica, con 4.102 prestaciones, en 2015 esa cifra se redujo a los 3.193. Una diferencia de casi un millar que permite aventurar que no son excepcionales los casos que estrenaron maternidad tras quedarse fuera del mercado laboral en los años más duros de la crisis económica.

Concretamente, el año pasado la región contabilizó 4.368 nacimientos, anotando el mayor descenso de España (-4,3%) con respecto al ejercicio anterior, así que 1.175 mujeres ampliaron la familia sin estar en activo. O, lo que es lo mismo, no cobraron la prestación que concede el Instituto Nacional de la Seguridad Social durante las 16 semanas de permiso porque no estaban cotizando.

Así las cosas, una de cada cuatro cántabras afronta la dulce experiencia de tener un retoño con la amarga incertidumbre del impacto en su economía doméstica. «Y después nos dicen que la natalidad sigue bajando y que parece que no encontramos el momento adecuado para tener un hijo. ¿Cómo vamos a animarnos si no tenemos más que trabas?», se pregunta la santanderina Silvia López, madre de un niño de nueve meses.

Ella sabe bien lo que es salir del hospital con su hijo en brazos y un futuro incierto por delante. No solo perdió el empleo temporal que tenía cuando comunicó que estaba embarazada «No me renovaron el contrato», sino que hasta que tuvo a su bebé tiró del paro acumulado, así que después del parto apenas le restaban unos meses de prestación. Y «para colmo», su marido, que lleva varios años enlazando trabajos con pocos visos de estabilidad para que no falte un sueldo en casa, «se quedó sin empleo el día que intentó reclamar los quince días del permiso de paternidad que le corresponden por ley».

Situaciones como estas son las que frenan a muchos jóvenes a pensar en formar una familia. Y el reloj biológico no espera a que la incertidumbre pase, de ahí que la edad media a la que las cántabras tienen su primer hijo se sitúe ya en los 32,4 años.

Los motivos

El primer argumento que viene a la cabeza cuando se examinan las estadísticas sobre los permisos es el descenso de la tasa de partos. Sin duda, es uno de los factores, «pero hay otros más determinantes», opina Asunción Villalba, secretaria de Igualdad de UGT en Cantabria. «La caída de los nacimientos viene de atrás, mientras que cuando empiezan a descender de forma vertiginosa las prestaciones por maternidad es a partir de 2011, coincidiendo con la pérdida de empleo y la precariedad absoluta del mercado laboral».

Una situación que aleja a un alto porcentaje de las mujeres en edad de procrear de las condiciones que tienen que darse estar en activo y tener un tiempo mínimo de cotización para poder acceder a esta ayuda económica que equivale al cien por cien del salario. Esas 16 semanas de permiso puede disfrutarlas la madre en su totalidad o ceder el tiempo de descanso a su pareja a partir de la sexta. Sin embargo, son anecdóticas las bajas compartidas, «fruto de una sociedad machista», remacha Villalba. De hecho, en la última década solo ha habido dos años (2010 y 2011) que han alcanzado el centenar de casos. El resto se han quedado por debajo, registrándose en 2015 la menor cifra (67).

La dinámica registrada en Cantabria coincide con la que se vive en el conjunto del país, donde el descenso de las peticiones de bajas ha sido del 13,7% en los últimos diez años. Tampoco hay que olvidar que otra de las consecuencias de la crisis ha sido el éxodo de las familias extranjeras y de los jóvenes que emigran en busca de una salida laboral que aquí no encuentran. «Cada vez somos menos con edad y capacidad para tener hijos», apunta Villalba.

En esta coyuntura económica las trabajadoras autónomas que afrontan la maternidad tienen que poner en una balanza la opción de agotar el tiempo de baja o incorporarse después de las seis semanas obligatorias por ley para tomar las riendas de su negocio. En esa tesitura estuvo Laura Valero, profesional de estética, que al final «antepuse el cuidado de mi hija al trabajo. Me arriesgué y me salió bien. Económicamente tuve facilidades por parte de la Seguridad Social, pero el problema que tienes cuando el negocio es tuyo es que tu clientela puede que no espere hasta que te incorporas casi cuatro meses después». Una opinión que coincide con la de Cristina Juárez, profesora de música que también trabaja por su cuenta dando clases de apoyo de piano. Actualmente disfruta de su segunda baja maternal su hijo nació en julio. «Me ha coincidido bien, he tenido el verano por medio. Sin embargo, en mi primer embarazo no tuve la misma suerte. Di a luz en septiembre, justo al inicio del curso, así que tuve que renunciar a parte de la prestación por maternidad para no perder a mis alumnos», expone.

El caso de los padres

Si se atiende a la evolución de los permisos por paternidad, que a partir de 2007 la Ley de Igualdad amplió hasta los quice días (antes eran solo tres) y es compatible con el disfrute compartido del de maternidad, se aprecia que, salvo el año pasado que subió en siete casos, encadenaba una serie a la baja desde 2011, siempre inferiores a las prestaciones por maternidad y, lo más llamativo, muy lejos de las cifras de recién nacidos. Prueba también del impacto del desempleo y de la situación laboral de los padres.

En este sentido, Villalba recuerda que, «pese a que la Ley de Igualdad contemplaba que este permiso se ampliara hasta las cuatro semanas para 2011, el Gobierno del PP lo ha ido postergando, cuando las estadísticas indican que la demanda de los varones es fortísima». Por eso, desde UGT exigen al próximo Ejecutivo que cumpla con la ley, ya que «supondrá un paso importante de corresponsabilidad, para que hombres y mujeres se integren en la labor del cuidado del recién nacido». La secretaria de Igualdad opina que «en la actualidad, con la tasa de natalidad tan peligrosamente baja», no es una locura invertir en estas medidas para fomentar y facilitar que la gente pueda tener hijos».

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