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El sello Anchoa de Cantabria protege la producción regional y garantiza su calidad
Conserveros y pescadores de la mano por el futuro de la anchoa

Conserveros y pescadores de la mano por el futuro de la anchoa

Conseguir la regulación de un tamaño mínimo para el bocarte que se pesca en el Cantábrico es el objetivo principal que se plantean

efe

Jueves, 20 de octubre 2016, 20:47

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El futuro de la anchoa del Cantábrico y de quienes viven de ella depende de que se regule un tamaño mínimo para el bocarte que se captura en sus aguas, según la asociación de conserveros de Cantabria, que ha llamado a los pescadores a "ir de la mano" para conseguir ese objetivo.

Según el presidente de la Asociación de Fabricantes de Conservas de Pescado de Cantabria (Consesa), José Luis Ortiz, lo ideal sería establecer una talla mínima de unos 45 o 50 peces por kilo pero en las últimas costeras se han descargado en los puertos capturas de hasta 80 bocartes por kilo.

Después de cuatro años de veda la biomasa se va recuperando pero en 2015 la costera fue "desastrosa" porque la anchoa era tan pequeña que hacía "inviable" trabajar con un producto de ese tamaño, además de "un desastre para el caladero", ha explicado hoy a los periodistas Ortiz, tras recibir, de manos del presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla el premio a la innovación Carrefour para la empresa que dirige, Conservas Codesa.

La última costera, la de la pasada primavera, fue "agridulce": empezó muy bien en abril pero no llegó a tres semanas, se interrumpió y después empezó a salir otra vez el bocarte pequeño, de unos 50 o 60 gramos.

Según Ortiz, el bocarte más pequeño, el que no sirve para elaborar la anchoa "gourmet" que ha dado fama al Cantábrico, se vende a otros países, principalmente a Marruecos y también a Italia. Los pescadores, señala, quieren llevarse "un sueldo a casa" y si unos no lo capturan, lo harán otros mientras la administración no regule su tamaño en una normativa.

Aunque reconoce que los del Cantábrico suelen ponerse un limite ellos mismos, de hasta 50 o 55 peces por kilo, también apunta que se ha estado pescando de menor tamaño en la última costera y cuando dio la talla más grande el bocarte fue "poco y carísimo".

En la misma dirección

"El sector conservero y extractivo tenemos que ir de la mano porque estamos en el mismo barco todos. No somos sectores enfrentados, tenemos que ir en la misma dirección y ver el futuro para las empresas conserveras y las de la mar. Detrás de los patrones y marineros de ahora vendrán sus hijos", afirma.

Insiste en que todos tienen que poner de su parte para "a veces dejar de ganar un poquito este año" y conseguir una sostenibilidad a futuro.

En la última costera hubo conserveras que se "arreglaron" con la anchoa que en el sector se conoce como la de invierno, la de grasa, la que se de en agosto y septiembre en la zona de Galicia y de Portugal e incluso en Francia, pero que no puede ser "el producto más gourmet", el que se elabora con el bocarte de primavera que se pesca en el Cantábrico.

A su juicio, si la biomasa va creciendo debería protegerse porque ya se ha tenido la experiencia de cuatro años de veda y la sobrepesca unida a algunos factores en las aguas pueden "jugar una mala pasada".

Protección del producto

El bocarte con el que se elabora la anchoa, recuerda, se reproduce muy pronto pero es de vida muy corta (entre tres años y medio y cinco). "Y nos podemos encontrar que, por las corrientes, la temperatura, la biomasa crezca menos y los juveniles no lleguen a serlo porque desaparezcan", advierte.

Para proteger el producto, la asociación ha promovido el sello Anchoa de Cantabria, que está avalado por la Oficina de Calidad Alimentaria del Gobierno de Cantabria y que garantiza que el bocarte ha sido pescado en aguas del Cantábrico y la anchoa ha sido elaborada en la región.

A su juicio, es el único que garantiza ese origen y el único que protege los puestos de trabajo en el sector conservero.

Se hizo realidad después de tres años de "pelea" mientras algunos defendían la consecución de una IGP en Bruselas pero, en opinión de Ortiz, bajo ese paraguas se habrían comercializado anchoas fabricadas en otros países como Perú o Marruecos "con mano de obra barata" y anchoas de invierno pescadas en la Bretaña, junto "a las reconocidas mundialmente como las más gourmet".

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