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El Centro de Control es el cerebro del servicio, donde se gestiona cada movimiento que se realiza en el puerto y hasta 12 millas de la costa
Salvamento Marítimo: los ojos del Puerto en los días de niebla

Salvamento Marítimo: los ojos del Puerto en los días de niebla

La bruma que llega del mar en los últimos días obliga a extremar las precauciones en la gestión del tráfico marítimo

JOSÉ CARLOS ROJO

Lunes, 31 de octubre 2016, 18:03

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Después de 20 años de funcionamiento en Cantabria, el servicio cántabro de Salvamento Marítimo está encasillado en esa imagen mediática que evoca siempre una lancha o helicóptero en pleno rescate mar adentro. Pero en las entrañas de esta entidad pública empresarial dependiente del Ministerio de Fomento, que suma 1.500 trabajadores en toda España, se trabajan también otras competencias. En días de bruma como los últimos en Cantabria, cuando la visibilidad en el mar es prácticamente nula, los instrumentos de detección de Salvamento Marítimo y su capacidad de gestionar el tráfico son vitales. «Tenemos la sensación de que la gente no nos conoce o nos conoce poco. Al menos aquellos que normalmente no se hacen a la mar», explica Julián Camus, jefe del servicio en Cantabria.

De ellos depende la coordinación del tráfico portuario, la salvaguarda de la seguridad hasta 12 millas mar adentro -lo que compete a la soberanía nacional- y la lucha contra la contaminación de las aguas. «A mucha gente le extraña escuchar por la costa cántabra a un avión sobrevolando de madrugada. Pocos saben que ese aparato viene equipado con cámaras especiales que determinan en la noche qué tipo de material puedes verter, su cantidad, etc. Es el que pone ojos a este servicio para controlar posibles injerencias en materia de contaminación. Así se descubre a mucha gente», aclara Camus; porque es esta, precisamente, una de las máximas responsabilidades del servicio.

Desde su puesta en marcha en Cantabria en octubre de 1996 -cumple justo ahora 20 años- en el edificio de Explotación Portuaria, ha crecido de los 7 a los 16 trabajadores. Cuenta con varios medios: «Un avión, un helicóptero con sede en el aeropuerto Seve Ballesteros, una lancha y una base de operaciones en Montaña que alberga material de todo tipo, tanto para el salvamento como de lucha contra la contaminación», desgrana el director de un equipo que trabaja las 24 horas y los 365 días del año. El grueso de la labor es rutinaria. «Podríamos decir que nosotros hacemos el mismo trabajo que los controladores aéreos con los aviones. Con dos salvedades. Primero que la velocidad de los barcos es en este caso más lenta y el tiempo de reacción es mayor, y eso es una ventaja», celebra algo irónico Camus. «Segundo que al contrario que sucede con ellos, nosotros no podemos ordenar a un capitán de un barco lo que debe hacer porque es él quien tiene la última palabra a bordo», remarca.

Fuera del puerto, la atención se centra sobre todo en los barcos de gran tonelaje. «Hay que vigilar que tengan una actividad normal, que no se queden parados, que nos mantengan informados de sus movimientos». En ocasiones el problema lo constituye algo tan sencillo como un resto o basura flotante que puede entorpecer el tráfico marítimo. «Hemos retirado barriles, troncos de árboles, una ballena, etc.», recuerda como algunas de las anécdotas más singulares. Luego hay otras, más tristes, que tienen que ver con las tragedias personales.

Las sombras de la profesión

«Los peores momentos son cuando hay víctimas mortales». En esos casos cada segundo, cada decisión, puede significar la diferencia entre la vida y la muerte. «Es complicado explicar a una familia que está desolada que no puedes hacer más por buscar a su desaparecido bajo el agua». «Cuando un cuerpo cae al mar, normalmente termina inconsciente y se hunde porque son 80 kilos que caen al fondo». Tristemente la media en Cantabria es de unos cuatro o incluso cinco casos al año.

Muchos de esos accidentes son consecuencia de imprudencias. «Luego también hay muchos pequeños traumatismos, anginas de pecho que precisan evacuación, etc. Pero lo más duro son las pérdidas humanas», explica Miguel Ángel Docal, patrón de la lancha de Salvamento Marítimo. Un barco de 21 metros de eslora y 44 toneladas de desplazamiento que parece preparado para la guerra. «Esta lancha nos acompaña desde hace 16 años y soporta las peores condiciones», concreta Docal, con 21 años de experiencia en este trabajo. «Para hacernos una idea, una gran ola podría voltearla y ella sola volvería a salir a la superficie». Incluso la Guardia Civil, que tiene amarrados los barcos junto a este, al lado del puente levadizo de Raos, ha adquirido el mismo modelo, una patente Noruega que se ha demostrado idónea para las situaciones más críticas.

Lejos de esos, los peores momentos de este trabajo, la rutina diaria es más liviana. En la bahía, Salvamento Marítimo es el servicio contratado por la Autoridad Portuaria para gestionar el tráfico, de unos 10 movimientos importantes al día. En el Centro de Control, con unas magníficas vistas al arco de la bahía, el radar identifica sobre una gran pantalla cada embarcación, comercial o de recreo, que circula por aguas interiores. El ordenador tiene toda la información: nombre del barco, del patrón, características, etc. La mayor parte de las acciones son cotidianas, pero no por ello menos importantes.

Una rutina necesaria

«Poca gente cae en la cuenta de que hay que tener controlado que nunca pueden coincidir la entrada o salida de un barco en Astillero, por la cabeza de la pista del aeropuerto, si aterriza o despega un avión. La colisión sería un desastre. Pues somos nosotros quienes contactamos con la torre de control y coordinamos todos esos movimientos con los navíos», explica Julián Camus.

Esa comunicación con otros servicios de infraestructuras y vigilancia es importante y se amplía a otros muchos frentes. «Tenemos convenios firmados con la Armada, con la Guardia Civil, con Aduanas o con Cruz Roja». «Cuando hay una situación límite todos los recursos, materiales y humanos, tienen que estar a disposición para coordinarse». Son sinergias que se han consolidado con el paso de los años, ahora exactamente 20 que lleva funcionando Salvamento Marítimo en Cantabria.

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