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Jaque a la reina

Jaque a la reina

Doce años de lucha han enseñado a los apicultores franceses que eliminar cada nido de avispa asiática que localizan no conduce a nada. Su estrategia se basa en la muerte selectiva

Víctor Puente

Martes, 27 de diciembre 2016, 07:28

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No tienen una fórmula mágica, pero sí más experiencia que cualquier otro apicultor que haya tenido que convivir con la avispa asiática, esa especie invasora que lleva más de diez años aniquilando a las abejas europeas. Los apicultores franceses llevan luchando con la 'vespa velutina' desde que ésta llegara al suroeste francés, supuestamente, en un carguero procedente de China en el año 2004.

Su expansión, paso a paso

  • Llegó a Europa, al parecer, en un carguero procedente de China en 2004, desembarcando en el suroeste francés

  • Lleva más de 120.000 kilómetros conquistados en el viejo continente.

  • En Francia mueren diez personas de media por la avispa asiática

  • La primera avispa asiática llegó a Cantabria en 2013

Sus métodos no han evitado que esta especie invasora arrase colmenas y asesine abejas por doquier en más de 120.000 kilómetros cuadrados repartidos por toda Europa, incluido el territorio cántabro. Sin embargo, su contacto durante más de una década con la avispa asesina les ha enseñado a convivir con ellas y, lo que es más importante, a conseguir que sus efectos devastadores sean lo menos dañinos posibles. El hecho de que diez personas mueran cada año por culpa de la avispa asiática o que todo el territorio francés esté colonizado (675.417 kilómetros cuadrados) ha obligado a los galos a revisar su estrategia. Han pasado de la confrontación directa a la guerra táctica, dejando de eliminar nidos allí donde aparecían (como se hace en Cantabria) para centrar sus esfuerzos en estudiar su comportamiento y su forma de vida.

Aunque tampoco han abandonado del todo las técnicas ingeniosas para acabar con los nidos más molestos. En su caso, el valor añadido ha consistido en seguir un plan.

Cuando la avispa asiática aterrizó en Europa, la primera reacción de los apicultores fue eliminar el mayor número de avisperos. Aniquilación sin miramientos. Los franceses, que fueron las que las sufrieron primero, discrepan desde hace tiempo con este método. Según Ludovic de Feraudy, un apicultor y científico francés propietario de 150 colmenas en la región centro de Francia, tanto él como sus compatriotas apuntan a un objetivo más preciso. "Es más eficaz matar a las avispas reinas antes de que sean fecundadas. Se trata de evitar la aparición de muchos más ejemplares para que cada vez luchemos contra un ejército más pequeño". Si no hay reina, no hay que poner trampa alrededor de la colmena.

Es evidente que los franceses no han renunciado al uso de trampas. Lo único que han cambiado con el paso del tiempo es el modo de utilizarlas. Su estrategia es concentrar sus esfuerzos en ponerlas sobre las colmenas en la época del año que resulta clave en el proceso de reproducción de la avispa asiática. "La clave es atraparlas entre el otoño y la primavera porque en invierno es cuando inician su proceso de reproducción para alumbrar la generación del año siguiente", explica Feraudy. Un cambio de rutinas envuelto en polémica por la presión de los ecologistas para evitar estas prácticas en primavera y otoño al argumentar que "es perjudicial para el medio ambiente".

Aunque aún no tienen estudios que lo confirmen, la experiencia dice a los galos que empezar a trampear a partir de septiembre supone que en el verano siguiente haya menos ejemplares.

La presencia cada vez mayor de avispas asiáticas ha obligado a los apicultores a proteger a sus abejas cambiando las colmenas de lugar. "Los primeros nidos que hacen las avispas asiáticas no son impermeables al agua, lo que hace que se concentren más en las ciudades que en el campo, buscando siempre el abrigo de algo. Las copas de los árboles, escondidos en los tejados de los edificios... siempre buscan un techo".

Este 'modus operandi' llevó a los apicultores franceses a practicar la transhumancia con sus colmenas. "El lugar escogido, siempre que se pueda, es la alta montaña. Son lugares a los que les cuesta llegar a las avispas, y además no hay abrigo que las proteja de la lluvia".

Para vencer al enemigo, hay que saber cómo piensa. Esta es la estrategia en la que creen los franceses para acabar con la invasora. Pero la falta de coordinación institucional hace que los estudios no salgan de los laboratorios. Tampoco hay dinero para estudiar nuevos sistemas de trampeo. Los franceses insisten en este punto en los 'tour' que realizan por media Europa para advertir a unos y otros de que la situación es "muy complicada" porque las condiciones climatológicas de Europa, incluida España, favorecen su expansión. "Aunque hay mucha zona montañosa que las frena, el territorio de costa las ayuda muchísimo".

Muchas de estas ideas van llegando a los oídos de los apicultores cántabros gracias a Marcos Negrete, presidente de la Asociación Española de Apicultores, y de otros colegas suyos que recorren el país de conferencia en conferencia para escuchar a expertos, científicos y apicultores foráneos en busca de soluciones. "La situación entre España y Francia no es muy diferente. Se intentan hacer las mismas cosas, pero todo intercambio de información es bueno para probar cosas nuevas y combatirlas".

Trampear: una cuestión de ingenio

El día a día del apicultor europeo ha cambiado. De catar la miel de sus colmenas ha pasado a estrujarse el cerebro en busca de la trampa más eficaz contra la avispa asiática, a la espera de una solución definitiva procedente de algún laboratorio. Cada maestrillo tiene su librillo, pero no está de más acudir a conferencias internacionales para ver qué hacen los franceses para trampear.

Las pértigas es el método más utilizado para llegar hasta la cima de los árboles, donde es frecuente que se instalen las avispas asiáticas.

Los apicultores franceses usan dióxido de azufre ante la falta de métodos más eficaces. Consiste en hacer un agujero en el nido, se introduce la sustancia tóxica a presión y una vez que muere la avispa, se corta la parte superior del nido para quemarlo de forma controlada. Así proceden, por ejemplo, los bomberos en Cantabria.

También, dicen, están experimentado con escopetas que disparan pelotas cargadas de biocidas en su interior. En cuanto entra en el interior del nido, la bola suelta el insectida para eliminar al enemigo.

En algunas fincas del país vecino pueden verse las colmenas cubiertas con una malla para que la avispa no capture a las abejas. "Es algo muy eficaz, pero no está muy extendido porque resulta complicado construirlas".

Según el apicultor francés Ludovic de Feraudy, hay laboratorios galos que están trabajando en la elaboración de productos que contengan feromonas atrayentes. Se trataría de un producto que solo atrajera a la avispa asiática para no dañar al resto de insectos. Un año de trabajo que precisa de fondos económicos para ver la luz. En las pruebas de ensayo aseguran que funciona.

Aunque parece extraño oírlo, la realidad es que hay apicultores franceses que optan por combatir a la avispa asiática con otros animales. El guerrero elegido es la gallina. En Francia hay bastantes gallineros y muchos de ellos adiestran a sus gallinas, las encierran en el colmenar -previamente vallado- y en cuanto ven a las avispas, van a por ellas porque son insectivoras. "Algunas no las cazan bien y se mueren, pero una vez que aprenden, cazan un montón", explica Marcos Negrete.

¿Y la Administración?

Las trampas que se inventan aquí se exportan allí. Y las que se hacen allí, llegan aquí. Eso sí, siempre entre particulares y sin que la administración medie. Porque esto último es lo que más echan de menos españoles y franceses. "Las administraciones de momento no han hecho nada, y no creo que hagan nada hasta que el problema se ponga peor aún. Cada uno nos buscamos la vida como podemos", lamenta Negrete. De momento han dejado en manos de la iniciativa privada la tarea de combatir a esta especie invasora porque es muy costoso. "No sé a qué están esperando. ¿A que llegue el día en el que los niños tengan que ir por la calle con botellas-trampa para controlar la plaga?".

En el caso de Cantabria, el Gobierno regional puso en marcha el año pasado un protocolo de lucha y control que está siendo "actualizado y revisado" y que, según fuentes gubernamentales, "será presentado en enero". El plan incluye el trampeo de las reinas; la manera de localizar los nidos una vez que la avispa se haya reproducido, y quién debe encargarse de la retirada y bajo qué condiciones. Un modelo con ciertas similitudes al francés pero que los apicultores cántabros aún no ven "tan eficaz" en la práctica.

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