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El botellón arrincona a los cotillones

El botellón arrincona a los cotillones

Los jóvenes acuden cada vez menos a las salas de fiestas para celebrar la Nochevieja

Víctor Puente

Sábado, 31 de diciembre 2016, 14:03

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Había una época en la que los cotillones se cotizaban al alza entre los adolescentes que soñaban con cumplir los 18 años para correrse la primera gran juerga nocturna y llegar a casa después de que se sirve el desayuno. Las discotecas se llenaban de smokines, pajaritas y vestidos de gala. Hijos con pinta de padres y padres con cara de muy pocos amigos esperando en vilo en casa. Entrar en una sala de fiesta el último día del año se convertía en muchos casos en un sueño imposible de cumplir. Las entradas se agotaban con varias semanas de antelación y las colas a las puertas de los pubs se hacían interminables.

Salir de cotillón era un privilegio al alcance de muy pocos. Sin embargo, ahora la fotografía sigue cambiando. Los chavales no gastan tanto en salir, frecuentan las zonas de marcha bien entrada la noche y al clásico cotillón de Nochevieja (fiesta con barra libre durante toda la noche en un local de grandes dimensiones con servicio de guardarropa y bolsa sorpresa de regalo) le han salido copias baratas por todos lados que están poniendo en peligro a la vieja fórmula de la barra libre toda la noche.

"Los cotillones tienen los días contados. Este año la cosa se presenta bastante flojita. Ya no es el boom de otros años. La gente no tiene dinero, los jóvenes prefieren hacer botellón y ya no se sale tanto de fiesta como antes". La sentencia sale de la boca de Chema García, de la sala de fiestas Kudeta de Santander, uno de los pocos locales que este año seguirá ofreciendo cotillón en Nochevieja. O mejor dicho, "medio-cotillón". ¿Y eso? "Viendo como está decayendo lo de los cotillones, el año pasado abrimos un bar de copas aparte para compensar y este año no ibamos a ofrecer cotillón, pero un grupo universitario nos lo pidió explícitamente". Al final, dividirán el local. La parte de arriba, para unas 250 personas, se destinará al cotillón. "Los universitarios se encargan de vender las entradas". Y el resto, hasta llenar el aforo de unas 1.000 personas, "lo dedicaremos a nuestros clientes habituales como si fuera un sábado normal. Una copa por diez euros y dos, por 15. Queremos recompensar su fidelidad con algo distinto".

Una de las salas más emblemáticas de la noche santanderina se ha querido reinventar porque la fórmula del cotillón ya no interesa ni a los clientes ni a los negocios. "La imagen del cotillón glamuroso ha desaparecido. Estas celebraciones están pensadas para jóvenes de 18 a 23 años que ahora no salen de fiesta pensando en ir a una sala a disfrutar del baile y de las copas. Lo único que piensan es en emborracharse. Ahora salen más a lo loco y encima son los que menos dinero dejan en los bares".

Al Kudeta, al igual que a muchos otros establecimientos del ocio nocturno, le interesa otro tipo de clientela. Con más dinero y menos problemática. "A la gente más mayor le gusta salir de pubs y son los habituales en nuestros sábados".

"Desde que estalló la crisis, que ya han pasado varios años, la gente no gasta dinero por la noche y ya solo salen los sábados. No hay nada de nada". La frase es de un empresario de la zona de vinos de Torrelavega que prefiere mantenerse en el anonimato y que desde hace varios meses ha pasado de tener nueve locales a regentar sólo dos. "Antes vivía muy bien de la noche, pero ahora con dos locales no me da ni para tener un sueldo. El alcohol y los refrescos no paran de subir, pero los alquileres no bajan de manera proporcional...", se queja.

Y encima los clientes ya no son lo que eran. "Ahora la gente no esta dispuesta a pagar 60 euros por estar toda una noche en un local. Eso ya no te lo paga nadie", señala con resignación.

A menos clientela, menos cotillones. "Salvo dos o tres en Santander, que son grandes salas que saben que en la capital se mueve más gente, el resto ha dejado de hacerlos o en su caso ofrece algo parecido, pero que en ningún caso llega a la categoría de cotillón". Pone el ejemplo de la capital del Besaya, donde se hacen algunos pero "es más una barra libre que abren durante dos o tres horas. La gente no se arriesga a vender solo 20 ó 30 entradas cuando se ha gastado el dinero para llenar el local". ¿Tan mal está eso de los cotillones? "Lo que está mal de verdad es la noche. Hace cinco años se formaban colas de hasta 50 ó 60 personas en la puerta de un bar. Ahora, no logras poner la primera copa hasta las dos de la mañana", explica.

Entonces, ¿por qué las discotecas siguen celebrando cotillones si conlleva pagar más a los empleados, vender menos y tener menos gente? "Los locales abren porque la gente sale, pero lo de organizar cotillones ya solo queda para los negocios grandes. Si la gente tiene trabajo y dinero, sale a gastárselo, pero si le falta, el primer capricho que suprimen es salir de fiesta", matiza el dueño de la sala Copacabana de Liencres, que ofrecerá un cotillón 'low cost' para gente mayor (de 25 a 60 años) en el que se incluyen sólo dos copas. También regenta una discoteca en Solares, pero debido a que la gente no tiene dinero le trae más a cuenta abrirlo como un día normal y esperar a ver lo que cae.

Al mal momento por el que atraviesa el sector, con la fórmula de los cotillones agonizando, este año el calendario se ha puesto en contra del negocio del ocio nocturno. "Nos viene mal porque cae en sábado y perderemos un día. Otra cosa hubiera sido que cayera un día entre semana. Sería un extra". La diferencia la explican desde la sala Paradise de Santander, que será de las pocas salas de la capital que despedirá el año de manera clásica. ¿Las razones? "La gente prefiere más el cotillón por la barra libre que irse de bar en bar. Pagan una entrada y saben que van a estar en un local con un grupo de amigos y van a poder tomarse copas a un precio más barato que si se pasan toda la noche en la calle", explican sus responsables.

Cotillones "ilegales"

A pesar de la competencia del botellón, de la fórmula de ir de bares y la moda de los que prefieren la tranquilidad del cotillón familiar de un hotel o de una casa rural, desde la sala Kudeta defienden las ventajas de la celebración del cotillón porque los precios llevan sin subir "bastante tiempo". Afirman que se pueden encontrar "desde 25 a 60 euros, como mucho". Eso sí, depende del local, de la oferta, de la ciudad y de su legalidad. Sí, de su legalidad porque según el presidente de los hosteleros cántabros, Ángel Cuevas, "cada vez hay más gente que ofrece cotillones sin seguridad de nada, ni sanitaria ni para el desalojo". Una denuncia que comparte alguno de los empresarios de locales nocturnos con los que ha contactado este periódico. Aseguran que conocen más de un caso en que "alquilan casas y hacen sus propios cotillones para meter a 200 personas cobrando a 50 euros y luego no pagan a Hacienda".

"Solo pedimos que se vigile, como hacen los inspectores con nosotros a la hora de vigilar la ley antitabaco o las ordenanzas que regulan el uso de las terrazas en la calle. Todos lo sabemos pero falta que la Policía actúe", reclama Cuevas, quien reconoce que en el buen año que está teniendo el turismo cántabro, el ocio nocturno es una excepción porque desde hace tiempo están atravesando por una situación muy delicada".

Auge del botellón en la calle, menos clientela en los bares, cotillones ilegales, una Nochevieja que cae en sábado, un pronóstico del tiempo que animará a los clientes a estar en la calle... ¿qué más le puede caer encima al cotillón para despedir el año en Cantabria y tal vez para siempre?

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