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El drama y el sainete

Santiago Recio se había obligado a una neutralidad impecable en esta edición tan enconada en las vísperas, pero su adscripción al actual presidente ha podido más

Jesús Serrera

Jueves, 23 de febrero 2017, 07:02

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La crisis interna en el PP es sobre todo un drama, aunque por momentos admite también el género del sainete de inspiración surrealista. En la sucesión de sorpresas, broncas y golpes de efecto en los prolegómenos del congreso regional, ayer tocó la dimisión en directo de Santiago Recio, el presidente de la comisión organizadora. Tras detallar los prolijos mecanismos que ordenarán el cónclave, y en el turno de preguntas de los periodistas, Recio anunció que dejaba el cargo para alistarse en la campaña de Ignacio Diego, entre la estupefacción general y el ataque de nervios de la oficina de prensa del PP que puso fin al acto.

Santiago Recio, que había dirigido sin problemas dos congresos anteriores saldados con la aclamación del candidato único, Ignacio Diego, se había obligado a una neutralidad impecable en esta edición tan enconada en las vísperas, pero su adscripción al actual presidente ha podido más. No es una sorpresa y además se trata de un posicionamiento perfectamente legítimo, aunque le ha sobrado la rueda de prensa, necesariamente imparcial, que se convirtió en acto mediático a favor de una de las facciones en liza.

Recio es objetivamente un buen fichaje para el equipo de Ignacio Diego. Conoce como nadie los entresijos congresuales y la movilización de los militantes en las campañas electorales, y tiene fama acreditada de haber captado muchos votos para la causa popular en los barrios de Santander durante sus 18 años de concejal. Como alto cargo del PP, también ha reforzado el contacto con dirigentes y afiliados de la región con más intensidad de lo que es costumbre en la cúpula del partido.

En los últimos días se produce un goteo de pronunciamientos de notables que apoyan a Ignacio Diego, mientras el grupo de María José Sáenz de Buruaga opera con más discreción y se centra en el complejo trabajo previo al congreso en contacto con las bases, también a la espera de que Génova ultime su ronda de consultas y mueva ficha en busca de la difícil integración que predica. No está nada claro cuánto margen de maniobra le queda a la cúpula nacional del PP una vez que los dos dirigentes cántabros han demostrado que están listos para la batalla.

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