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En el montaje, Elisabeth Borja, Begoña Baranda, Alejandra Sánchez, Eva Fernández, Miriam Bustillo y Gloria Alonso.
Mujeres que trabajan por las mujeres

Mujeres que trabajan por las mujeres

Seis portavoces de organizaciones femeninas coinciden en que las mujeres siguen luchando por encontrar sus propios espacios

Violeta Santiago

Miércoles, 8 de marzo 2017, 07:03

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En Cantabria, cientos de mujeres trabajan por otras miles. Son personas para quienes todos los días son 8 de marzo, el Día oficial de la Mujer que se celebra hoy a lo largo del mundo con infinitos actos para reivindicar el cambio social que reclama la mitad de la población, aún subordinada tal como demuestran año a año las estadísticas. En esta región, mujeres de Castro Urdiales conocen a señoras que no cuentan en casa que participan en las convocatorias de una asociación. Jóvenes activistas por la igualdad se han encontrado en algún instituto de Secundaria con profesores que desprecian este discurso. Hay amas de casa que llevan asociaciones para evitar la soledad de las mayores del pueblo, empresarias que apoyan desde organizaciones profesionales a las emprendedoras, conscientes de que ellas tendrán que subir una cuesta más empinada. Hay gitanas orgullosas de dedicar su tiempo a aumentar la autoestima de féminas de su etnia. El Diario Montañés preguntó a seis mujeres que trabajan por otras qué necesidades detectan y coincidieron: las cántabras están luchando por tener sus propios espacios, su propio tiempo.

"Seguimos siendo necesarias". Begoña Baranda es la presidenta de una de las mayores asociaciones de mujeres de España (La Atalaya de Castro Urdiales) y lo tiene clarísimo: el modelo de asociación de mujeres "sigue siendo muy necesario porque hacemos una labor social importante. No es bueno que el círculo de una mujer se reduzca las 24 horas del día a la familia".

No todo el mundo debe verlo así, porque Baranda asegura que conoce asociadas que "están aquí sin decírselo a sus maridos", lo que demuestra que ellas siguen teniendo que reivindicar "tiempo para ellas" y, por eso, además de una veintena de talleres prácticos de lo más variopinto, escapadas, comidas y viajes, Atalaya da charlas de empoderamiento. "Nacimos para que la mujer tuviera relaciones de ocio y nos hemos convertido en un colectivo que apoya en todo tipo de problemas, ya sean psicológicos o económicos... Nos encanta ver que de las excursiones vuelven recargadas".

Esta asociación está muy preocupada por la violencia machista: "Estamos en contacto con colegios e institutos. Insistimos mucho en que se explique a los chicos, cuanto antes, el buentrato y el maltrato".

"Buscamos que evolucionen". A sus 23 años, Elisabeth Borja desarrolla como técnica un programa de la Fundación Secretariado Gitano que tiene como objetivo fortalecer la autoestima de nueve mujeres gitanas, en su mayor parte amas de casa y dos con discapacidades sensoriales. Borja está feliz: ya ha convencido a tres de ellas para que se saquen el título de la ESO (Enseñanza Secundaria Obligatoria) y certifica "una gran evolución en su forma de hablar, de pensar y hasta de leer. Eso es lo que buscamos, que evolucionen". "Trabajar en grupo les viene muy bien, porque se ayudan unas a otras", agrega. La profesional gitana dice que para desempeñar su trabajo es vital "tener conciencia de lo que es la igualdad. Sin ese compromiso, estaría muy difícil".

"Necesitamos otra educación". Como presidenta de Mujeres Jóvenes de Cantabria (Mujoca), Miriam Bustillo lamenta le "ceguera social" que permite que se siga educando en ideas viejas: "A ellos se les sigue presentando como guerreros y a nosotras como princesas sumisas". Su asociación está integrada por trabajadoras y educadoras sociales, maestras y psicólogas que, entre otras muchas iniciativas, imparten talleres de igualdad en institutos de Secundaria. Pero Bustillo cree que llegan tarde. "En 4º de la ESO, los adolescentes ya tienen encima todos los prejuicios" y ya han desarrollado todo tipo de relaciones tóxicas.

La trabajadora social cree, además, que se debe "educar a los educadores. Nos hemos encontrado profesores que les dicen a sus estudiantes que la desigualdad no existe". Ella sigue al pie del cañón convencida de que hay que luchar por "promover otras formas de ser tanto de mujeres como de hombres. Se lo merecen las próximas generaciones".

"Nos vamos reinventando". Si hay una asociación de mujeres (aunque oficialmente todavía es asociación cultural) que se "reinventa y cambia por la inquietud de sus integrantes", es La Picota de Piélagos. Dice una vocal de su junta directiva, Gloria Alonso, que la organización empezó hace más de 20 años "para ayudar a las mujeres a salir de casa". Entonces se hacían talleres de labores creativas. Pero fueron "ampliando metas" y hoy, las mujeres de La Picota están rodando un corto y ensayando El enfermo imaginario de Moliere, obra que representarán próximamente en varias citas del municipio. Alonso sostiene que formar parte de una asociación exige ser "muy positiva: se trata de movilizar a las mujeres, de mantenerlas activas, porque tenemos tendencia a quedarnos en casa". Su agrupación es un punto de encuentro vital, sobre todo, para aquellas "que viven solas y que pueden sentirse solas".

"La satisfacción de participar". Algo parecido cuenta desde Los Corrales de Buelna Alejandra Sánchez, presidenta de la Asociación Buelna, que subraya la satisfacción de hacer que las mujeres participen en la vida social del pueblo. "Aquí casi nadie viene diciendo que necesita apoyo, pero luego en las actividades van saliendo las cosas y sí que vemos que ejercemos esa función". Ellas también le echan imaginación y lo mismo programan un taller de alimentación saludable que un curso de ajedrez del que luego sale un club mixto de jugadores. "Para muchas, la asociación es una referencia, porque tienen su espacio y eso que muchas tienen familiares a cargo. Damos valor a lo que saben hacer. Y agradecen mucho que les convoques para los actos, porque se sienten parte de la vida social del entorno y eso es muy importante".

"Juntas somos más fuertes". Eva Fernández, presidenta de la Asociación de Mujeres Empresarias (AMEC) desde hace dos años, declara que los problemas de las profesionales son muy similares ("conciliación, necesidad de demostrar siempre más, el doble de dificultades en el mundo de la empresa a todos los niveles"), por lo que defiende las bondades de la unión entre mujeres, porque "somos más fuertes yendo juntas y de la mano: el yo te apoyo y tú me apoyas funciona".

Fernández se define como una firme defensora del trabajo en red de mujeres. "Lo veo día a día en la organización: si algo valoran las asociadas es la experiencia que te cuenta otra mujer". En su organización ven imprescindible "políticas específicas para que mejoren los derechos" y reclama "más presencia de mujeres en las instituciones" porque, al final, "las mujeres sabemos de qué estamos hablando".

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