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Radiografía de una fractura

Radiografía de una fractura

El Partido Popular se rompe por la mitad en una crisis de liderazgo y de modelo orgánico

Enrique Munárriz

Domingo, 12 de marzo 2017, 08:55

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Muchas veces han repasado cientos de afiliados del PP dónde y cómo se fracturó el partido en dos. Muchas veces antes y después del duelo fratricida del último mes y del primer asalto de las primarias el miércoles por la noche. Dónde y cómo se dejó escapar ese tren de la transición ordenada que sólo pasa una vez en la vida y que, si no lo coges, estás condenado a correr detrás de él hasta que se desvanece en el horizonte y ya sólo te queda sentarte en la estación a lamentarlo.

Hay una imagen que a todos en el partido se les viene instantáneamente a la cabeza. La de aquella ya lejana noche del 24 de mayo de 2015, cuando Ignacio Diego bajó a la sala de prensa nada más ganar las elecciones sin la mayoría suficiente para gobernar en solitario y dejó atónitos a todos los presentes al anunciar que tiraba la toalla, incapaz de pactar con nadie.

«Hubo que recoger y hacer las maletas, dejar el Gobierno y decenas de ayuntamientos, porque se habían roto todas la vías de diálogo. Fuimos muy correosos, muy duros, tratamos de pasar a cuchillo al PRC y PSOE. Ahí muchos se dieron cuenta de que la mayoría absoluta había sido algo excepcional y de que el PP había tenido una borrachera de poder y no podía seguir así», relata un veterano colaborador y amigo de Ignacio Diego.

Cronología

  • 24 de mayo 2015 El presidente del PP, Ignacio Diego, sorprende a los presentes al autodescartarse para gobernar en Cantabria tras el duro castigo de los ciudadanos en las urnas. La formación perdió 50.000 votos y la mayoría absoluta, pero fue la más votada.

  • 25 de mayo de 2015

  • En el PP empiezan a plantearse que la debacle electoral se debe a la alta tensión y la agresividad del estilo Diego, que han generado un amplio rechazo en la calle. El desgaste a nivel nacional es de 11 puntos, pero en la región llega a 14.

  • 12 de junio de 2015

  • PRC y PSOE consuman su acuerdo para desalojar al PP de una veintena de ayuntamientos, donde fue la primera fuerza. Se quedan sin Torrelavega, El Astillero, Camargo, Santa Cruz de Bezana, Los Corrales, Medio Cudeyo o Cabezón de la Sal.

  • Diciembre de 2015-Octubre de 2016

  • El complejo sudoku electoral tras las generales hace imposible que se conforme un Gobierno y obliga a repetir los comicios en junio de 2016. Mariano Rajoy salió elegido con la abstención de 68 de los 85 diputados socialistas en octubre.

  • 12 febrero de 2016

  • El PP nacional reelige a Rajoy como su líder mientras Ignacio Diego y María José Sáenz de Buruaga preparan la carrera para luchar por el liderazgo. Los dos buscan aliados para su candidatura sin oficializar sus intenciones.

  • 16 de febrero de 2017

  • María José Sáenz de Buruaga anuncia que optará a presidir el Partido Popular de Cantabria con una candidatura «de unidad» que plantea un partido «de diálogo y abierto a la sociedad y que cuenta con el «visto bueno de Génova».

  • 22 de febrero de 2017

  • Tras un intento fallido de montar una candidatura única, Ignacio Diego da el paso y se presenta para optar a la reelección contra Sáenz de Buruaga en el XIIcongreso regional del PP cántabro el 25 de marzo.

  • 8 de marzo de 2017

  • El presidente del PP gana la primera vuelta de las primarias con 1.558 votos de los afiliados, el 51,57 %, mientras que la secretaria autonómica, María José Saénz de Buruaga, consigue 1.422 escrutinios, el 47,07 %.

Dos años después, tras un ciclo electoral sobresaltado con dos elecciones generales, el PP está fracturado por la mitad, con una división casi al cincuenta por ciento. Ahora bien, ¿cuáles son los motivos de esta fractura? ¿Existen realmente dos PP de Cantabria? ¿Hay un PP rural que apoya a Diego y otro urbano que prefiere a Sáenz de Buruaga? ¿Existe un PP partidario del pacto y otro que lo rechaza?

El PP perdió el 24-M casi 50.000 votos, cerca de un tercio de los logrados cuatro años antes, y cinco escaños. La imposibilidad de poner en pie una alternativa al Gobierno del PRC-PSOE desembocó en «chasco, frustración y desilusión», cuenta un miembro de la Junta Directiva que se declara neutral. Para el exdirector de este periódico y analista, Manuel Ángel Castañeda, la ruptura viene «porque al no estar en el Gobierno no hay nada que repartir. ¿Qué ha hecho el PSOE para que los disidentes se pasen al oficialismo? Repartir».

Pero los alcaldes consultados por este diario van un paso más allá: «El problema no sólo es por salir del Ejecutivo, es que a muchos compañeros les desalojaron, porque nadie quería pactar nosotros. Ildefonso Calderón fue el primero en sufrirlo con una moción de censura después de iniciar la guerra contra Marcano. Después vinieron Camargo, Laredo... Y Santander salvó los muebles porque entró Ciudadanos en el Ayuntamiento; si no, ahora también se habría perdido».

Un estrecho colaborador del PP durante más de una década cree que pecaron de «soberbia» y eso «supuso un desgaste muy duro». «El más importante para Diego, que no se protegió, se metió de lleno en todos los charcos y salió esquilmado. La muestra es que es el PP sacó 30.000 votos más en los municipios que Diego como candidato a presidente. Es una muestra de que se había acabado un ciclo claro de liderazgo», reflexiona.

Un caldo de cultivo que es la causa profunda de las batallas orgánicas que se libran a la luz del día en el PP. Nada mejor que darse una vuelta por el Parlamento, donde percuten todos los acontecimientos políticos de la región, para comprobar cómo los diputados del resto de fuerzas aguantan la risa al comprobar cómo está el adversario, mientras que los del PP se miran a sí mismos perplejos pensando: «¿Cómo hemos llegado a esto?».

A esto han llegado después de unos meses de disputas a cara de perro, cada uno de ellos pertrechado en nutridos ejércitos de colaboradores cuya actividad orgánica ha superado en intensidad, vehemencia y energía a las de cualquier guerra. «Es una locura colectiva. El partido lo han jodido para los próximos 15 o 20 años», resume un exdirigente de peso que tuvo que bregar con varios amagos de crisis después de la época de Hormaechea y Bedoya, quien insiste en que «sólo veo gente peleando por su cargo».

Tras las acusaciones de traición y deslealtad, quejas de irregularidades y pucherazos, una denuncia por fraude en el pago de las cuotas de los afiliados, filtración de las cuentas del partido a los medios de comunicación, llamadas simulando otra identidad para recabar apoyos, insultos en las redes sociales, un cese de la hostilidad que no duró ni un día; «la realidad que se ha impuesto es que los propósitos de llegar a un acuerdo de las últimas semanas no eran más que intentos desesperados por evitar lo inevitable», reconoce un exdirigente con bastante peso. Como esas parejas que en vísperas del divorcio viajan a Venecia para arreglarlo y acaban discutiendo en el aeropuerto.

¿División territorial?

El relevo

  • En el PP todos piensan que esto es una pesadilla, un mal sueño del que en algún momento se van a despertar. «No se entiende cómo han metido al partido en este lío del que no se saldrá bien», repiten todos los dirigentes consultados. A partir de ahí, como se trasladó en las votaciones del miércoles, existen dos percepciones antagónicas.

  • Los que defiende a Diego creen que Sáenz de Buruaga tenía todo el derecho del mundo pero qe él «no ha hecho las cosas mal». Y al revés, los que apuestan por ella mantienen que «él no ha sabido dar el relevo como se lo dieron a él, que se le han ofrecido salidas airosas algo que el niega porque nadie ha querido tirarle por la ventana».

«En estos momentos la única división que existe es de criterios: los que apoyan la continuidad y los que piden el cambio», recalca el exalcalde de Santander y expresidente del PP, Gonzalo Piñeiro, quien no cree que, a tenor de los resultados de la primera vuelta de las primarias, exista realmente una división entre los núcleos rurales, donde se impuso claramente Diego, y las grandes poblaciones, donde en líneas generales venció Sáenz de Buruaga.

Una idea en la que coinciden todos los cargos del PP consultados, quienes, en cambio, sí apuntan a que en los pueblos «existe más control y los votos se deben muchas veces a lealtades y favores personales» mientras que en las poblaciones grandes «la gente tiene más libertad, porque es más difícil que el resto sepa lo que has hecho». ¿Y se puede sacar un diagnóstico de los resultados? Para Castañeda hay una lectura clara: «El voto de los pueblos, con todos mis respetos, está anclado en el pasado, mientras que el urbano es más ilustrado y ofrece proyección de futuro».

A doce días del XII Congreso regional, aunque los dos se dicen ganadores, es imposible aventurar el sentido de la votación de los compromisarios a ciencia cierta. Lo único cierto, dicen los expresidentes, es que «va a costar mucho cerrar las heridas». Un ex secretario general reflexiona que «la experiencia en el PSOE es que con corrientes internas minoritarias, de un 20%, la crisis dura años. Imagínate si es del 50% o casi».

La mayoría de los dirigentes lamenta que esto ya solo se arregla «sacando los cadáveres de la sede» y piensan que el mayor beneficiario de todo es Miguel Ángel Revilla. «En 2019 nos podemos pegar un leñazo histórico. Si no somos capaces de superarlo, que es muy posible, y hay una purga, es posible que los damnificados actúen por venganza y el PRC nos supere por primera vez en votos», meditan varios históricos del PP.

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