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El consejero Ramón Ruiz, en un aula del colegio público Cuevas del Castillo de Puente Viesgo
La jornada continua se impone en el 76% de los colegios públicos de Cantabria

La jornada continua se impone en el 76% de los colegios públicos de Cantabria

Tan solo 34 centros mantienen el tradicional horario partido, siete de los cuales lo abandonarán el próximo curso, una tendencia imparable que tiene menor impacto en la educación concertada

José María Gutiérrez

Lunes, 27 de marzo 2017, 07:11

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La jornada continua se impone en los colegios públicos de Cantabria, que cada vez apuestan en mayor medida por esta fórmula de madrugar más, concentrar el horario lectivo por la mañana y acabar las clases a las 14.00 horas. Razones pedagógicas, organizativas y de conciliación están detrás de un cambio que modifica la estructura que ha imperado en la enseñanza española durante muchas décadas. En los últimos años, el horario matinal intensivo ha ido ganando presencia en las escuelas de todo el país, en un proceso que en la región ya afecta a 110 centros públicos de Infantil y Primaria, el 76,3% del total.

Tan sólo 34 colegios mantienen la tradicional jornada partida (desde las 09.30 o 10.00 hasta las 17.00 h, en general, con una parada de un par de horas para comer), aunque la Consejería de Educación ya ha aprobado el cambio que siete de ellos han solicitado para el próximo curso. Se trata del Alto Ebro de Reinosa, el Eugenio Perojo de Liérganes, el Fray Pablo de Colindres, el Gerardo Diego de Santa María de Cayón, el Nuestra Señora de las Nieves de Guriezo, el Ramón Laza de Cabezón y el Marqués de Valdecilla de Medio Cudeyo. La evolución es, por tanto, imparable.

Sin embargo, en la enseñanza concertada de Cantabria, esta tendencia no es tan visible como en la pública sólo el 27,6% (18 casos) desarrollan la jornada lectiva de forma continua, mientras que la mayoría (47 centros) siguen prefiriendo el horario clásico de mañana y tarde.

Hay voces que justifican el cambio de jornada en una lucha sindical para mejorar las condiciones laborales de los docentes, anteponiendo sus intereses a los de los estudiantes y las familias, pero el profesorado defiende la jornada continua con muchos otros argumentos, al margen de que, evidentemente, sea una opción más cómoda para ellos. En su opinión, permite una mejor organización de los horarios y de los centros y supone un beneficio para los alumnos desde el punto de vista pedagógico y social, en el sentido de que disponen de más tiempo para realizar actividades extraescolares siempre voluntarias o los deberes en casa. O para estar con la familia y jugar. "En las clases de la tarde, la atención, motivación y ganas de trabajar de los estudiantes son mucho menores. Si se quedan a comer en los comedores escolares, algo que sucede en muchos casos, al final esos niños están muchas horas en el colegio, desde las nueve de la mañana hasta las cinco de la tarde, lo que les genera un cansancio muy grande", razona Jesús Aguayo, portavoz de la Junta de Personal Docente de Cantabria y miembro del sindicato STEC. La mejora organizativa que supone para los centros también cree que es extensible a las familias, que "pueden gestionar mejor los tiempos" con este horario compacto, al margen del mayor tiempo libre que aporta a los niños.

Este es uno de los argumentos que defiende María Santamaría, madre de tres hijos que acuden a clase al Castroverde, en Santander. "La jornada continua nos permite una mayor conciliación de la vida familiar, deja más tiempo de ocio a los niños y nos supone un importante ahorro económico, porque los niños pueden comer en casa", explica. Razona que los horarios de la jornada continuada, más similares a los laborales, la permiten a ella o su pareja llevar a los niños al cole y recogerles; comer todos juntos, que "es media vida";y disfrutar a los pequeños de mayor libertad por las tardes. "Después de comer pueden descansar un rato, hacer los deberes y a media tarde, ir a hacer deporte u otras actividades extraescolares. Y a las ocho u ocho y media, con todo hecho para cenar e irse a la cama, lo que sería imposible con una jornada partida saliendo del cole a las cinco".

Santamaría cuenta que sus dos hijos mayores, Felipe (6º de Primaria) y Blanca (4º de Primaria), que han vivido las dos fórmulas, están "encantados" con la jornada continua y no acusan la intensidad de las cinco horas de clase continuadas por la mañana. "Si les digo ahora que tienen que volver al horario partido, les da algo", expresa metafóricamente.

Los horarios también es una de las razones esgrimidas por Enrique Abad a la hora de defender el horario continuo. "La salida de clase a las 14.00 horas permite que los padres y madres que trabajamos podamos conciliar mejor. Si saliera a las 12.30 o las 13.00 horas sería casi imposible irle a buscar al colegio", apunta sobre la experiencia que vive con su hijo Martín, alumno del CP Manuel Cacicedo de San Román (Santander). También apunta que las tardes son "mucho más útiles" para realizar actividades extraescolares que para emplearlas en ocupaciones lectivas, porque después de comer "el nivel de atención y rendimiento decae".

Las zonas rurales

Al margen de los dominantes números, los estudios científicos realizados que tampoco son excesivos parecen dar la razón a quienes apuestan por la jornada partida. Pero los mismos argumentos que utilizan sus defensores, son empleados también por sus detractores. Como las voces que dicen que los niños a primera hora de la mañana están dormidos y su nivel de atención es más bajo que el que muestran por la tarde... A todo ello se unen las situaciones personales de cada familia que llenan de razones, igualmente lícitas, sus preferencias.

"Yo prefiero la jornada partida", defiende sin duda María Gómez, madre una niña de 3 años, Lucía, que asiste a 1º de Infantil al colegio público Jesús del Monte, de Hazas de Cesto. "En un pueblo pequeño como este, no hay casi niños, y mi hija no tiene posibilidad de estar en contacto con otros más allá de las clases, así que cuanto más tiempo pueda estar en el cole, con compañeros, con profesores, pues mejor", explica. "Al final, las clases de por la tarde es como si fueran actividades extraescolares", defiende.

Gómez asume que, en caso de vivir en una ciudad, la situación cambiaría "totalmente", pero la vida rural, con sus ventajas, también acarrea inconvenientes. "Prefiero que la niña esté en clase por las tardes que enchufada a la televisión, porque aquí la oferta de ocio para los pequeños, al margen de leer o jugar con ella, no es mucha, por no tener ni siquiera tenemos un parque", relata. De hecho, de los 34 colegios públicos que continúan con jornada partida en Cantabria, la gran mayoría pertenecen a núcleos rurales o pequeñas localidades:Bareyo, Bielva, La Población, Riotuerto, Soba, Udías, Guriezo, Liendo, San Pedro del Romeral, Polaciones, Valdáliga, Pesués, Escalante...

Deficiencias

Las bondades pedagógicas y personales que puede traer consigo la jornada continua acabarán por convertirse en inconvenientes si falla lo que las rodea. Es el caso que denuncia Leticia Cardenal, presidenta de la Federación de Asociaciones de Padres de Alumnos (FAPA), que, aunque mestra una postura neutra respecto a si un horario es mejor que otro, sí critica los "engaños" que se hicieron desde la Administración educativa para fomentar el cambio a la jornada continua. "Las actividades extraescolares gratuitas en los colegios por las tardes son ahora una excepción y tanto la organización como la financiación las tenemos que asumir las AMPA, lo que supone un sobrecoste para las familias".

Cardenal dice que el proyecto PIPO, creado para integrar las enseñanzas curriculares y extracurriculares, ampliando los servicios que se brindan al alumnado gracias a la implicación del profesorado, las familias y otras instituciones, "está fracasando", porque, con "los recortes y la mala gestión de los recursos docentes, a muchos centros sólo acude un profesor por las tardes y va a vigilar, no a impartir ninguna actividad, por lo que las familias nos vemos obligadas a asumir esa responsabilidad y esos costes".

Unas críticas que repite Emilio Peña, padre de dos hijos que acuden al CP Valle de Reocín y presidente de la AMPA, que denuncia además la ausencia de transporte escolar en las zonas rurales para llevar a los niños a las actividades extraescolares. "La jornada continua, con sus cosas buenas y malas, puede ser perfecta para los padres que pueden tener la tarde libre, pero para los que no podemos llevar a los niños a las extraescolares se termina convirtiendo en un problema", reconoce Peña. "Educación tiene muy dejada a la escuela rural", lamenta.

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