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El tubo de plástico de 13 centímetros expulsado por la paciente
"Mi madre rabió de dolor hasta expulsar el tubo de plástico colocado en el hígado"

"Mi madre rabió de dolor hasta expulsar el tubo de plástico colocado en el hígado"

La familia de una mujer, que padece un tumor en los conductos biliares y fue operada hace meses para instalar dos prótesis, se queja ante Sanidad por "la negativa a adelantar un escáner que hubiera evitado su sufrimiento"

Ana Rosa García

Sábado, 22 de abril 2017, 07:53

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"Cómo no le iba a doler el vientre a mi madre, que durante dos semanas estuvo rabiando en la cama, si al final ha acabado expulsando un conducto de plástico de 13 centímetros de longitud que le habían colocado en el hígado tras una complicada operación realizada hace nueve meses". Sorprendido e indignado, a partes iguales, el hijo de la paciente, una mujer de 72 años, que prefiere limitar su identidad a las iniciales (M. D. R.), denuncia su caso "por las dos semanas de agonía que ha pasado mi madre sin que la hicieran las pruebas necesarias que podían haber ayudado a detectar el problema".

Como consta en la reclamación presentada por la familia ante el servicio de Atención al Usuario de Valdecilla, la señora, una vecina de Santander diagnosticada hace un año de un tumor maligno en los conductos biliares vías que transportan la bilis desde el hígado hasta la vesícula biliar y el intestino delgado, fue llevada al servicio de Urgencias el 3 de abril. "Estuvimos desde las cinco de la tarde hasta las dos de la madrugada. Yo les expliqué que, debido a su enfermedad, había sido operada hacía nueve meses para colocarle dos tubos, uno de plástico y otro de metal, en el hígado para evitar la obstrucción de los conductos biliares, una solución paliativa para filtrar la bilirrubina y evitar que estuviera tan amarilla. Por eso yo insistía a los médicos de Urgencias si cabía la posibilidad de que esas prótesis se hubieran movido por la terrible tos que había padecido los días previos", relata su hijo.

Tras una primera valoración, se le hicieron analíticas de sangre y orina, así como una ecografía, y se le administraron "tres bolsas de calmantes por vía intravenosa. Pero nos mandaron para casa, con la confianza de que fuera algo pasajero, y la recomendación de seguir con calmantes los días siguientes: ¡Nada menos que cinco enantiyums al día!", dice el hombre, "muy molesto" por la negativa a adelantar un escáner (TAC) que la mujer, "que se retorcía de dolor", tenía programado "para dentro de cinco semanas".

"Supliqué que se lo hicieran antes, pero no hubo forma, así que mi madre pasó muerta de dolor los quince días siguientes, sin dormir ni de noche ni de día, hasta que el pasado 17 de abril, tras ir a hacer sus deposiciones observó entre sus excrementos una especie de palo". "Atónito", su hijo descubrió que "era uno de los tubos que tenía alojados en el hígado". Se había cumplido el temor que él "mil veces había repetido" aquel largo día en Urgencias: "Había defecado el tubo de plástico, del tamaño de un bolígrafo, que para más inri tiene dos pestañas en los extremos a modo de anzuelo. Es inaudito, como hijo me duele que ella haya tenido que pasar por esto, cuando, por lo visto, se sabe que este tipo de tubos tienen una caducidad de entre seis y nueve meses", declara. Según fuentes médicas consultadas por este periódico, en patología benigna no es el caso sí se suelen reemplazar las prótesis de plástico cada cierto tiempo; "aunque no es lo habitual, tampoco es tan raro que se mueva. No deja de ser un cuerpo extraño, mejor expulsarlo que tenerlo mal colocado".

El denunciante relata que llevó a su madre de nuevo a Urgencias, "porque solo de pensar en todo el recorrido que había hecho este tubo (conductos biliares, páncreas, intestinos y recto), con el consiguiente y terrible dolor, el peligro añadido era que se hubiera desgarrado por dentro". "Por suerte apunta, todo ha quedado en un susto. Pero solo ella sabe lo que ha tenido que sufrir".

"Absolutamente increíble"

Con la "impotencia" de haberlo advertido "sin que nadie pusiera remedio al sufrimiento de mi madre", el hombre no ha dudado en presentar una reclamación "por mala praxis y omisión de socorro" para que su caso llegue a la Consejería de Sanidad del Gobierno de Cantabria. "Todo por no adelantar un triste TAC, no pedíamos tanto. Tal vez de esa forma se hubiera visto que el tubo se había desprendido y se le hubiera evitado el sufrimiento", añade.

A su juicio, "la conclusión a la que llegamos cuando pasan este tipo de cosas es que las Urgencias no siempre funcionan. Demasiados pacientes para tan pocos médicos, y encima algunos recién salidos de la universidad, que en ocasiones pecan de exceso de confianza porque no es su madre la que sufre". Y "para colmo", dice, "todavía tenemos que oír que la oncóloga que la trata, con la que hemos tenido consulta esta misma semana, nos diga con una sonrisa que es una buena noticia que haya expulsado el tubo (sí, sí, ese trozo de plástico de 13 centímetros con dos anzuelos en cada lado que ha pasado desde los conductos biliares hasta el esfínter) porque entonces significa que ya no hace falta. ¡Absolutamente increíble!".

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