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María José Sáenz de Buruaga analiza la situación del Partido Popular ante la Junta Directiva Celedonio Martínez
Buruaga aprovecha la marcha de Diego para tratar de recuperar a alcaldes críticos

Buruaga aprovecha la marcha de Diego para tratar de recuperar a alcaldes críticos

La dirección regional del PP ve en el abandono de la política de su exlíder «una oportunidad» para captar a todos aquellos que le apoyaron y cerrar cuanto antes las heridas

Enrique Munárriz

Santander

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Domingo, 28 de enero 2018, 07:40

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María José Sáenz de Buruaga parece que no guarda rencor a aquellos que durante el último año han dudado de su capacidad para liderar al PP y de su idoneidad como futura candidata a la presidencia del Gobierno. La presidenta del PP está dispuesta a integrar a todas las personas que «quieran colaborar con el partido». Para ello pretende hablar con los alcaldes críticos, aquellos que se posicionaron con Diego pero no comulgan con movimientos como Lealtad Popular, para que repitan como candidatos en las elecciones de 2019. La estrategia es clara: utilizar a su favor el portazo de su antecesor y acelerar los plazos marcados para «cerrar las heridas cuanto antes».

No habían pasado ni 24 horas cuando Sáenz de Buruaga aprovechó su discurso ante la Junta Directiva del PP cántabro, que de forma excepcional fue abierto a los medios de comunicación, para decirles a los 36 alcaldes –pero era un mensaje especialmente dirigido a los que integran el sector crítico– que cuenta con todos y, para que vean que va en serio, dijo que a partir de febrero les llamará uno a uno para «constatar su disponibilidad» y «cerrar los cabezas de lista».

La presidenta llamará a todos los regidores en febrero para ofrecerles repetir en 2019

Hoja de ruta

El intento de desactivar al sector crítico y recuperar a sus integrantes para volver a convertir al PP cántabro en «una máquina de ganar elecciones», como recalca siempre Buruaga, comenzará la semana que viene. La noticia ha supuesto un alivio para algunos destacados dirigentes, que temían por su futuro y que incluso habían sido «intoxicados» durante meses, según fuentes del PP, con nombres de posibles sustitutos, de lo que culpan a Diego.

El pistoletazo de salida se dará el próximo viernes en un acto con Fernando Martínez-Maillo, número tres de Génova. Su asistencia a Cantabria es un gesto de apoyo de Madrid justo una semana después de que Diego criticase el «escaso atractivo electoral» de la actual presidenta, «su desastrosa gestión» y tratara de poner contra la pared al ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, para que dé un paso al frente y se posicione como candidato para las autonómicas.

Algunos cabezas de lista temían por su continuidad después de su enfrentamiento

expectativas

Buruaga llamará personalmente a los 36 alcaldes este mes para «constatar su disponibilidad y garantizarles su permanencia si están dispuestos». Posteriormente, será el turno de los número uno en municipios estratégicos y de los de más de 5.000 habitantes.

La idea es que las municipales estén muy avanzadas en verano y se puedan poner a trabajar en la autonómica a mitad de año. Es aquí donde se esperan los cambios más reseñables y una renovación muy importante. El PP cuenta actualmente con 13 diputados en el Parlamento regional y, a priori, hay nueve críticos con la dirección que pueden perder su hueco.

Buenas expectativas

La dirección del PP cántabro tiene buenas expectativas de su oferta. Insisten en cómo ha cambiado la fotografía de la primera Junta Directiva que hicieron, donde hubo un plante generalizado, con respecto a la del miércoles, a la que asistió «una gran mayoría». A día de hoy, muchos de los que apoyaron a Diego «ya se han bajado del carro» y achacan a ese «abandono» su marcha. Uno de los ejemplos más evidentes es el del alcalde de Castañeda, Santiago Mantecón, que hace un año llegó a escribir en su Facebook que había que pasar «a rodillo a todos los que apoyan a Sáenz de Buruaga» y desde hace tiempo, desde que Fomento le cedió unas carreteras, ha girado de nuevo al oficialismo.

La marcha de Diego también supone dejar huérfano de su líder a la asociación Lealtad Popular, que se había impulsado alrededor de su figura y a cuyos socios se les expulsa directamente del PP sin necesidad de abrir expediente. La salida del exlíder, confiesan en la dirección, es «un alivio» pero temen que tratará de «dar guerra» hasta el último día.

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