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LA CAMPAÑA DEL MINISTRO

De la Serna vendesu gestión e influye decisivamente en la estrategia electoral del PP

Jesús Serrera

Santander

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Domingo, 15 de abril 2018, 09:20

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'Si Íñigo de la Serna está en Cantabria, es que hoy es lunes'. La ironía prolifera entre los políticos de todos los partidos, entre los empresarios o los periodistas, cada vez más familiarizados con la costumbre adquirida por el ministro de Fomento de abrir su agenda semanal con algún acto en su tierra. Eso cuando no la cierra el sábado o incluso como esta vez la prolonga hasta el martes, acompañado de su amiga desde los inicios de ambos en el PP y también mentora, la todopoderosa vicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría. Las conjeturas de los observadores son del siguiente tenor: Cómo va a renunciar De la Serna a un ministerio tan potente, cuando está llamado a afrontar desafíos de altos vuelos en la política nacional, para venir como candidato de un PP castigado desde dentro y desde afuera frente al pujante PRC de Miguel Ángel Revilla. Bien, la idea no es muy ilusionante, esa es la verdad… pero entonces, ¿por qué se viene a hacer campaña todas las semanas, con el ajetreo que impone su cartera ministerial, sólo por un compromiso altruista con sus compañeros de partido en Cantabria?

El ministro, ya se sabe, no suelta prenda, pero avisa a navegantes de que seguirá viniendo a Cantabria con mucha frecuencia. La vicepresidenta Sáenz de Santamaría deja caer con sonrisa maliciosa que está encantada con tener a De la Serna a su vera en el Consejo de Ministros, pero también le parece una estupenda noticia que el Gobierno PRC/PSOE esté preocupado con la posibilidad de que su amigo sea el candidato autonómico. También sería un alivio para muchos dirigentes y militantes del PP de Cantabria, colapsado desde hace más de un año por el conflicto interno entre las facciones de María José Sáenz de Buruaga y de Ignacio Diego, un lastre añadido a la deriva calamitosa del partido en toda España.

Esa atmósfera de fin de ciclo que la cúpula del PP cántabro ha tenido la ocasión de respirar en la reciente Convención de Sevilla. Con el revés judicial en Alemania a la extradición de Puigdemont tan reciente y el 'caso Cifuentes' en plena efervescencia, ni los aplausos ni las sonrisas impostadas, ni siquiera el discurso motivador del nadador David Meca han disipado el inconfundible aroma de velorio en el encuentro popular. Lo más positivo que algunos creyeron percibir es que a Mariano Rajoy se le ve consciente del momento crítico que vive el PP: de que su figura contribuye al desgaste, de que ya no suma sino que resta, y que ya está inmerso, con generosidad y altura política, en el proceso de encontrar un nuevo candidato presidencial, un nuevo líder al frente de una nueva generación de dirigentes capaz de recuperar el vigor de antaño. Un relevo entre gallegos, según las especulaciones más frecuentadas, entre Rajoy y el presidente de la Xunta , Alberto Núñez Feijoo, o la exministra y presidenta del Congreso, Ana Pastor. Pero eso habrá que verlo. Está muy demostrado, también en Cantabria, cuánto les cuesta dar un paso hacia el costado a los políticos amortizados.

En el calendario figuran en primer lugar y a fecha fija, dentro de trece meses, los comicios autonómicos y municipales, a no ser que el PP decida jugar la carta audaz de juntar en esa misma convocatoria las elecciones generales y poner a prueba la verdadera fortaleza de Ciudadanos, que se sale en los sondeos, antes de que logre armar la sólida estructura que necesita cualquier partido para llegar al poder.

Para una cosa o para otra está tan presente en Cantabria Iñigo de la Serna. Para encabezar la lista del Congreso en la comunidad o para ser el candidato autonómico si las circunstancias así lo exigen. Para una cosa o para otra le sirve ahora el despliegue mediático de su gestión en el Ministerio de Fomento. De la Serna publicita el aumento de la inversión presupuestaria en un 36%, 270 millones de euros, y además participa e influye decisivamente en la estrategia electoral del PP en el Ayuntamiento que dejó en manos de Gema Igual y en la oposición al Gobierno Revilla. Esta última se resume en que el discurso del Ejecutivo PRC/PSOE de que el ministro sólo vende humo se va a agotar rápidamente, en cuanto los ciudadanos empiecen a ver que los proyectos anunciados se ponen en marcha. Obras son amores.

Ser el número uno al Congreso por el PP de Cantabria sería importante para la causa, pero no tiene mucho riesgo. La gran incertidumbre es si las elecciones autonómicas enfrentarán a los dos 'gallos' de la política cántabra, Revilla y De la Serna. Todos en el PP saben que el ministro mejoraría las prestaciones: los críticos y los oficialistas de María José Sáenz de Buruaga, que no pondría ningún reparo llegado el caso. Las mayorías ya están muy lejos para cualquiera, se trata de conseguir un buen resultado y que luego salgan las cuentas con los actores secundarios para poder gobernar. «Y De la Serna se lleva bien con Ciudadanos», remachan los dirigentes del PP conocedores de que el ministro, en sus intensos fines de semana en Cantabria, también encuentra tiempo de vez en cuando para engrasar sus relaciones con el partido naranja.

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