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Tres investigadoras trabajan en el servicio de Anatomía Patológica del Hospital Valdecilla . Roberto Ruiz
Cantabria ha perdido el 15% de sus investigadores desde 2010

Cantabria ha perdido el 15% de sus investigadores desde 2010

La caída de la inversión privada, mayor incluso que la de los poderes públicos, sitúa a la región entre las últimas de España en I+D+i pese al leve repunte de los dos últimos años

Daniel Martínez

Santander

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Jueves, 30 de noviembre 2017, 13:24

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En abril de 2014, el Gobierno de Ignacio Diego presentó un plan estratégico cuya finalidad era que la región lograra especializarse en la industria de la alta tecnología y conseguir que las empresas de ese sector tuvieran un mayor peso en la economía autonómica. Un grupo formado por 200 expertos plasmó en un documento llamado InnovaCantabria las metas que tendrían que alcanzarse para alcanzar ese objetivo en el año 2020: aumentar el gasto interno en I+D+i hasta el 1,5% del PIB y lograr que el porcentaje de gasto empresarial en investigación sobre el total de Cantabria -o lo que es lo mismo, que el sector privado adquiriera un mayor protagonismo en esa materia- alcanzara el 50%. Pero a tres años vista para llegar a ese horizonte, ya se puede decir que la tarea es prácticamente imposible. Los datos que acaba de publicar el Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre actividades de investigación, desarrollo e innovación en España lo atestiguan.

En seis años, desde 2010, el número de profesionales establecidos en Cantabria, tanto en el sector público como privado, ha caído un 15%. De los 1.307 que trabajaban en los distintos ámbitos de la investigación entonces se ha pasado a 1.124. Paradójicamente, en uno de los momentos más duros de la crisis, gracias a la tendencia de los ejercicios anteriores, se alcanzó en la región la cifra récord. «Esos datos concuerdan perfectamente con la realidad que vemos cada día», explica Íñigo Losada, responsable de investigación en el Instituto de Hidráulica de Cantabria, una institución que ha logrado esquivar la crisis y mantener la plantilla gracias a acuerdos con distintas entidades.

63 empresas de alta tecnología con 338 trabajadores

Según la última encuesta de I+D+i elaborada por el INE, Cantabria contaba antes de comenzar 2017 con 63 empresas de alta y media-alta tecnología, 28 de ellas dedicadas a las manufacturas y las 35 restantes a los servicios. La región supera a otras cuatro comunidades autónomas (Extremadura, La Rioja, Canarias y Baleares).

El crecimiento en diez empresas de este tipo respecto al ejercicio anterior en la región no se traduce en una mayor inversión. Al contrario, hay un estancamiento, incluso una reducción respecto a los máximos registrados a lo largo de la última década. Y la misma tendencia se observa en la estadística que hace referencia al número de investigadores sobre el total de trabajadores.

«Sobre 2014 se tocó fondo y ahora hay una cierta recuperación, pero va a ser casi imposible llegar al objetivo de la inversión del 1,5% del PIB en 2020 de la que hablaba ese plan InnovaCantabria», señala Losada, quien apunta que tan importante como la falta de financiación es la inestabilidad que en ocasiones obliga a los investigadores a abandonar una línea de trabajo cuando esta está a punto de concluir y todos los recursos utilizados caen en saco roto. Para Javier León, vicerrector de Investigación de la Universidad de Cantabria, la caída en el número de investigadores es consecuencia directa de la reducción del esfuerzo inversor. Incluso, se muestra extrañado de que no haya sido más pronunciada teniendo en cuenta que algunos programas concretos impulsados desde el Gobierno central han perdido hasta el 30% de su presupuesto.

Desde 2010, cuando se destinaron a este fin 157,8 millones de euros, se ha pasado a los 105,9 actuales. Un 33% menos. Y eso que en los dos últimos años ha habido un leve repunte en el dinero que fluye hacia la I+D+i en Cantabria. La responsabilidad de este descenso es compartida entre empresas, Administración e instituciones de enseñanza superior (así lo denomina el INE, pero en la práctica es la Universidad de Cantabria). Todos han puesto de su parte, porque en todos los casos la caída ha sido superior al 25%. Proporcionalmente, el reparto del pastel es ahora prácticamente el mismo: por cada euro que pone sobre la mesa la empresa privada, el sector público pone dos. Aún así, los efectos sobre el personal investigador han sido mucho más evidentes en el sector privado.

En 2006 había 377 profesionales cobrando una nómina de industrias de manufacturas y servicios de alta tecnología en Cantabria. En 2010 ya eran solamente 319, y en el último año analizado se quedaron en 256. «En épocas de crisis las empresas invierten menos dinero en estos asuntos porque se tiende a atacar los problemas del corto plazo y no el medio y largo plazo, es decir, la investigación para seguir mejorando», remarca Losada. Si a eso se suma que muchos de sus proyectos requieren cofinanciación pública y estas partidas han sido de las que más han sufrido los recortes se genera el contexto perfecto para que los que buscan un empleo en este ámbito lo tengan cada vez más difícil. León se suma a esta tesis: «La empresa va a tener que empezar prácticamente de cero. Todavía están saliendo del susto y les va a costar mucho volver a invertir, aunque sea necesario».

Cantabria, en la zona baja

La región tampoco sale bien parada desde el punto de vista comparativo. De media, las comunidades autónomas invierten un 1,19% de su PIB en investigación, pero Cantabria se queda en el 0,84%. Es la undécima en la lista de 17. «Es un mal dato, está claro, pero también hay que decir que históricamente ha estado en la zona baja. En los dos últimos años hemos mejorado», detalla León. En concreto, en 2016 la inversión subió un 2,5% respecto al 2015, un dato aceptable teniendo en cuenta que en cinco regiones el crecimiento fue incluso negativo.

Para el vicerrector, Cantabria tiene unas «muy buenas condiciones de partida», sobre todo en cuanto a estructura investigadora (pone como ejemplo la Universidad o el Instituto de Investigación de Valdecilla) que debería aprovechar: «La estrategia adecuada es que haya una inversión continuada, un calendario previsible de convocatorias nacionales y nada de altibajos. Eso dará confianza a los profesionales».

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