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La tensión ha sido evidente durante toda la semana con multitud de concentraciones EFE
Los cántabros residentes en Cataluña, «preocupados por un futuro incierto»

Los cántabros residentes en Cataluña, «preocupados por un futuro incierto»

El desafío secesionista, al que nadie es ajeno, les lleva a cuestionarse su porvenir, el de sus familias y el de sus negocios

NACHO GONZÁLEZ UCELAY

SANTANDER.

Domingo, 24 de septiembre 2017, 18:47

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El desafío secesionista lanzado desde la Generalitat ha generado una enorme ansiedad en la comunidad montañesa residente en Cataluña, preocupada por el devenir de los acontecimientos y los estigmas que el proceso independentista pudiera provocarles a ellos, a sus familias y a sus negocios. Cántabros de nacimiento y de corazón, catalanes de adopción y de oficio, Jesús Ángel, Fernando, Ramón, Jesús y Eulogio viven refugiados del futuro incierto que les aguarda al otro lado de la puerta de la Casa de Cantabria en Barcelona.

«Yo ya me estoy asesorando», asegura el presidente, Jesús Ángel Diego, que ha estado preguntando en una gestoría los pros y los contras de empadronarse en otra comunidad autónoma por si en Cataluña no escampara.

«Siempre ha existido el rollo independentista, pero nada que ver con lo que está pasando ahora»

Jesús Ángel Diego. Jubilado, 69 años

Jubilado de Banco Santander, Jesús Ángel, que se marchó a Barcelona con 18 años recién cumplidos, lleva ya 51 viviendo en una ciudad de la que él se siente un vecino más. «He pasado aquí la mayor parte de mi vida», así que no sorprende escucharle hablar con cierta tristeza de eso que tanto le cuesta hablar. «Hasta ahora no había habido problemas. Sí, existía el rollo independentista y todo eso, pero nada que ver con esto».

Él lo resume así: «Se les ha consentido demasiado y la han liado». Hasta tal punto que han acabado metiéndole el miedo en el cuerpo. «Estamos ciertamente preocupados porque no sabemos qué va a pasar, no sabemos en qué va a acabar esto. Yo no creo que vayan a ir muy lejos, pera esa incertidumbre...».

Esa incertidumbre le mata, como a Fernando Sobrino, también jubilado de Banco Santander, también llegado de niño a la Ciudad Condal y también con su visión propia del 'problema catalán':

«Esto de la independencia es una patochada que se han inventado algunos a los que les gusta el ruido», dice el hombre, miembro confeso de una mayoría silenciosa que cree que las aguas volverán a su cauce. «Personalmente pienso que esto acabará en un pacto entre gobiernos». Y si no es así, «con cambiarme de 'país', o sea, con volverme a España, tengo suficiente», resuelve sin mostrarse excesivamente preocupado aunque sí algo intranquilo.

«La independencia es una patochada que se han inventado algunos a los que les gusta el ruido»

Fernando Sobrino. Jubilado, 73 años

«Esto va a acabar en nada, ya verás; estos días están apretando algo porque se acerca ya el 1 de octubre, pero te aseguro yo que esto va a acabar en nada», repite.

Un frutero en Paseo de Gracia

En mitad de la tormenta hay también un frutero de Ramales que trabaja de sol a sol en Paseo de Gracia sin más ambición que vivir en paz. «Llegué a Barcelona hace 15 años. Aquí me casé, aquí tuve a mi hijo y aquí monté una frutería que me da para pasar agosto en Cantabria», cuenta Ramón Lastra.

Como la cosa se complique, dice, «igual tenemos que volver a casa, porque yo no quiero que ni mi mujer ni mi hijo tengan que soportar este ambiente».

Huyendo de esa ola soberanista, Ramón, que se fue a vivir a Casteldefels para no ver esteladas y matriculó a su hijo en un colegio inglés para no inscribirle en uno catalán, lamenta tener que trabajar callado «porque tengo clientela de todo tipo y hablar de esto no es como hablar de un Barça-Madrid».

«Igual tenemos que irnos, porque no quiero que ni mi mujer ni mi hijo tengan que soportar esto»

Ramón Lastra. Frutero, 49 años

Esto, concluye, solo se puede hablar en los círculos más próximos. Con la familia, con los amigos o con otros socios de la Casa de Cantabria, de la que también es parte activa Jesús Ruiz.

Nacido por accidente en Barcelona y criado en San Mateo de Buelna, él también ha forjado su vida en la Ciudad Condal, a la que regresó de la mano de sus padres con 14 años para acabar sus estudios y colocarse como protésico dental.

Tiene 51 años y, como los demás, la sensación de que lo que él pensaba que era «una tontería» ya no lo es. «Lo que está pasando aquí estos días me hace pensar», reconoce Jesús, que no descarta un cambio de aires. «A mi edad no es fácil planteárselo, pero si mi empresa me diese una opción de irme a otro lugar a lo mejor me iba», dice el hombre, que se declara un amante de Cataluña pero «también de España».

«A mi edad no es fácil, pero si mi empresa me diese la opción de irmea lo mejor me iba»

jesús Ruiz Protésico dental, 51 años

Algo más sosegado, aunque también «preocupado por lo que veo», Eulogio Diego, que llegó a Barcelona con 18 años para quedarse 52, piensa que los últimos acontecimientos, los de esta misma semana, «son producto de una huida hacia adelante del independentismo» que no conduce a ninguna parte. «Hacen ruido, sí, porque es lo suyo, pero al final se sentarán a hablar», dice Eulogio, otro miembro de una mayoría silenciosa a la que él apoya «porque participar en esto sería hacerles el juego a quienes respaldan el proceso soberanista».

Jubilado ya, Eulogio, que ejerce de santanderino allí en Barcelona, no teme siquiera por su pensión: «Si no me la dan aquí, en otro sitio me la darán. Digo yo».

Cataluña, hogar de 7.710 cántabros

Jesús Ángel, Fernando, Ramón, Jesús y Eulogio son solamente cinco de los casi 8.000 cántabros que residen actualmente en la comunidad autónoma de Cataluña, con Madrid, el hogar predilecto de los montañeses asentados lejos de Cantabria.

Según los datos que maneja el Instituto Cántabro de Estadística (Icane), en Cataluña viven un total de 7.710 cántabros (3.351 hombres y 4.359 mujeres), la mayoría, unos 6.500, afincados en la Ciudad Condal. Todos, sin excepción, tienen abiertas de par en par las puertas de la Casa de Cantabria en Barcelona, donde conviven 185 socios, y de la Casa de Cantabria en Lérida, donde comparten sus vivencias 85 afiliados.

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