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La contable acusada de quedarse con medio millón acusa a su jefe de denunciarla por despecho

La contable acusada de quedarse con medio millón acusa a su jefe de denunciarla por despecho

La mujer niega haberse quedado con el dinero y asegura que la acusación surgió cuando cortó su relación sentimental con el dueño de la empresa

E. press

Santa Cruz de Bezana

Martes, 20 de febrero 2018, 17:16

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La contable acusada de quedarse con casi medio millón de euros de la empresa en la que trabajaba ha negado en el juicio los hechos que se le imputan y ha asegurado que el dueño la denunció porque ella «no quería seguir» con la relación sentimental que ambos mantenían. Una versión que ha desmentido el propietario del negocio. «En absoluto», ha afirmado el dueño de esta empresa de cocinas y electrodomésticos de Santa Cruz de Bezana al ser cuestionado acerca de esta supuesta relación durante su declaración en el juicio que se ha celebrado en la Audiencia Provincial.

A la contable se le considera autora de un delito de apropiación indebida agravada y otros dos delitos continuados de falsedad de documento mercantil en concurso, además de dos de estafa continuados. La Fiscalía le pide diez años y medio de prisión y 13.200 euros de multa. Además, si la petición fiscal prospera, deberá responder junto a su marido (declarado responsable civil) a una indemnización de 478.000 euros.

Versiones opuestas

La acusada, B.G.C., y su jefe no han coincidido durante el juicio en las labores que ella desempeñaba en la empresa. Según ella, que trabajó allí entre los años 2000 y 2014, solo se ocupaba de atender el teléfono, recibir «algún pago» de los clientes y en «dos o tres ocasiones» ingresar el dinero en el banco. También -ha dicho- llevaba «parte» de la contabilidad, ya que del resto se ocupaba una asesora externa. Lo que ha negado ha sido haber suplantado la firma de su jefe ya que su labor era supervisada por la asesoría externa o por su propio jefe.

El dueño de la empresa ha señalado, en cambio, que B.G.C ejercía unas labores contables más amplias y que era la que cobraba la «mayoría» de los pagos de los clientes, que luego se los entregaba para ingresar el dinero en el banco. También ha desmentido que le pagara «en B» parte del salario. «No le pagaba nada más. Lo que estaba en la nómina», ha recalcado. Sobre el desconocimiento de las presuntas irregularidades de su empleada, el dueño del negocio ha asegurado que ella «maquillaba» las cuentas y «se las inventaba».

Él solo miraba «por encima» los documentos justificativos de los pagos que ella le entregaba y tampoco cotejaba en detalle éstos con los extractos bancarios. Su empresa «nunca» tuvo «problemas de tesorería» que le alertaran de lo que estaba ocurriendo. «Jamás pensé que esto sucedería», ha aseverado.

El denunciante descubrió lo que estaba ocurriendo cuando una de las vendedoras le comunicó que no había cobrado una comisión por una venta que el cliente había pagado a B.G.C. Según el dueño, ella «lo reconoció desde el minuto uno», que tenía «muchos problemas porque su marido jugaba» y que le devolvería todo lo sustraído.

Le acusa de «acoso sexual»

En el juicio se han escuchado dos conversaciones que el jefe grabó a la empleada en mayo de 2014, a los pocos días de destaparse los hechos. Él la preguntaba desde cuándo se estaba quedando con dinero y cómo iban las gestiones para devolvérselo. La voz femenina de la cinta le dice que «no sabe la fecha», pero niega que sea algo de años y le informa de que ya ha ido al banco para ver si le podían otorgar el préstamo. Cuestionada por esta grabación, la mujer ha asegurado que está «amañada» porque solo «alguna frase» es suya.

También ha negado haber redactado y firmado un documento en el que reconocía haberse quedado con el dinero de algunos clientes. Al serle exhibido dicho documento, ella ha asegurado que «ese no es el documento» que ella escribió «obligada».

Sobre la relación sentimental que declara haber mantenido con su jefe, la acusada ha explicado que «en los primeros años» en la empresa fue sometida a «acoso sexual» por parte del dueño. Así, ha relatado que «al principio» la relación era «forzada» y bajo «coacciones», no así posteriormente. «Él me pagaba más para que estuviera callada», ha afirmado B.G.C., que ha explicado que en 2014 se desencadenó todo cuando decidió romper la relación al iniciar una nueva con otra persona.

Al ser despedida, la acusada, que asegura que su jefe la dejó embarazada dos veces pero abortó, le denunció por acoso pero el caso se archivó. A raíz de ello ella fue condenada por denuncia falsa.

El marido no sabía nada

En el juicio, que continuará este miércoles, también ha declarado el marido de la acusada, considerado responsable a título lucrativo, que ha asegurado no conocer ni la supuesta relación entre su mujer y el jefe, ni las supuestas irregularidades cometidas por su esposa, ni el origen de algunos de los ingresos derivados de éstas que recibieron en las cuentas de las que ambos eran titulares. También ha confirmado la adicción al juego de la que se ha hablado en la vista.

La acusada ha corroborado casi en su totalidad la declaración de su ahora exmarido y ha reconocido que era ella la que se ocupaba de la economía de la familia y de las gestiones bancarias.

La Fiscalía y la acusación particular acusan a esta mujer de quedarse con 431.000 euros que los clientes le fueron entregando por la compra de cocinas y electrodomésticos. También se le acusa de modificar los recibos de su salario y sus bases de cotización, consignando cantidades muy superiores y ordenando transferencias por importes mayores a los que le correspondían, para lo que copió la firma del gerente de la empresa. Por esta actuación recibió cerca de 24.000 euros y el exceso en la base de cotización supuso para la empresa unas cuotas pagadas de más de unos 6.000 euros.

Además, se le imputa también el haber obtenido irregularmente otros 15.000 euros al incluirse en los listados de trabajadores y en las nóminas de otra empresa cuyo gerente era el mismo que la de la suya. Finalmente, se le acusa de contratar en nombre de la empresa pólizas de seguro a favor propio, por las que las dos empresas habrían pagado unos 1.600 euros.

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