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Desarrollo y desenrrolle

El tiempo para poner en marcha medidas realmente transformadoras como las que reclaman los autores se va evaporando con rapidez

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Sábado, 2 de diciembre 2017, 10:10

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Los profesores de la Universidad de Cantabria José Villaverde, Ángel Agudo y Adolfo Maza presentaron hace una semana, bajo la triple cobertura de la Fundación Alternativas, El Diario Montañés y el patrocinador Sodercán, su informe ‘Desarrollo económico de Cantabria: análisis e instrumentos’. Como contribución a una estrategia de desarrollo regional, contiene sobrados datos y reflexiones para convertirse en un documento importante en el debate público.

Antes de reseñar algunos aspectos de este documento de recomendable lectura, debo advertir que he conocido no pocos planes y estrategias de desarrollo regional. La propia Unión Europea exige esas planificaciones para justificar el dinero que transfiere. Sin embargo, los resultados nunca acaban de ser contundentes y las desigualdades regionales se eternizan. La impresión es que hay dos fallos iniciales de planteamiento.

El primero es que, en unos espacios económicos tan interconectados como los europeos, las unidades administrativas que en España llamamos comunidades autónomas (y en otros países otras denominaciones) no ofrecen el marco idóneo de pensamiento. Sencillamente, hay muchos elementos y decisiones que se generan fuera del espacio que se está planificando, por lo que la programación tiene una componente muy intensa de voluntarismo e incertidumbre. Hay una confusión entre geografía política y geografía económica.

El segundo problema viene del equívoco inducido por la palabra ‘desarrollo’, que es una metáfora. Queda fuera de programa todo aquello que no sería desarrollo de lo arrollado, como quien desenrolla una alfombra, sino ruptura y transformación. ¿Cómo podían prever aquellos primeros planes regionales la extensión que alcanzarían el teléfono móvil, internet o la aviación barata? No podían y no lo hicieron.

De ahí que uno nunca sepa si en un programa de desarrollo regional lo importante es que la Administración marque las pautas sectoriales que deben ‘desarrollarse’ (a través de ayudas públicas y/o protección legal) o si es preferible crear un ambiente que no se proponga ningún objetivo concreto, sino simplemente ofrecer un espacio amigable para la innovación, el emprendedor y el creador (proporcionando infraestructuras, seguridad normativa, fiscalidad razonable, buenos servicios, sinergias). Pues, como decía con humor el físico Niels Bohr, la predicción es una tarea difícil, sobre todo cuando se refiere al futuro.

El análisis de los tres economistas toca y cuantifica aspectos que hemos comentado durante muchos sábados: las dificultades de la recuperación, el despilfarro de talento… Pero mejor tomemos nota de algunas soluciones que, bajo el encabezamiento ‘Instrumentos’, se nos proponen.

Fue sorpresivo escuchar que el Presupuesto de la autonomía no va a ser una herramienta verdaderamente efectiva para impulsar la transformación económica de Cantabria en los próximos años. Por un lado, es un Presupuesto muy volcado en el estado del bienestar y sus costes fijos; por otro, las directrices de equilibrio presupuestario a medio plazo dejan poco margen para completar este gasto con el de inversiones de cierta magnitud.

Esto lleva a la necesidad, se dijo, de emplear otros instrumentos, como el Instituto Cántabro de Finanzas (que debería financiarse en el mercado y tener su propio ráting), Sodercán (profesionalizado y desvinculado del ciclo electoral) o Sogarca (la sociedad de garantía recíproca). Además, se propuso crear una Agencia Cántabra de Ciencia e Investigación, una estructura de capital riesgo y un ‘lobby’ cántabro en el mundo («Tenemos un cardenal de Torrelavega», se citó como ejemplo).

Los sectores estratégicos que se consideran más a propósito para implementar una estrategia de desarrollo, y que en buena parte coinciden con la estrategia ‘iCan’ elaborada en la legislatura anterior, son muchos industriales ya existentes, la logística y el turismo, la sanidad, la educación y una serie de actividades vinculadas a nuevas tecnologías, a la «economía de los recursos naturales», la «economía del ocio» y la «economía de la tercera edad».

Unas reflexiones finales sobre hacia qué punto cardinal debe mirar preferentemente Cantabria en su enlace con el espacio económico circundante llevaron a relegar el oeste (Asturias) y el sur (Castilla y León) en pro del oriente (País Vasco).

Como usted, sabiamente, no espera de mí un juicio sobre un informe económico de más de 100 páginas, cumplo holgadamente la misión de comentarista con unas glosas profanas que lo que pierdan por subjetivas lo podrán compensar por constructivas.

Primera: somos autonomía política, no económica. Antes de ver el lugar de los sectores en el mapa de Cantabria, necesitamos ver el lugar de Cantabria en el mapa de los sectores.

Segunda: en vez de resignarse a la inercia actual en los servicios sanitarios y educativos, es preferible pensar que podrían rendir más con modelos innovadores de gestión, y con una mejor coordinación interautonómica (llámese federal u otro adjetivo de alta política).

Tercera: es difícil impulsar la industria mientras uno se convierte en el Edén ecológico de España. La odisea de la energía eólica en Cantabria muestra que se debe trabajar mejor el consenso sobre una nueva cultura industrial.

Cuarta: en I+D+i se confunde a menudo la i mayúscula (investigación científica) con la i minúscula (innovación). Los planes han tenido hasta ahora una orientación que ha producido mucha ‘I’ (científicos de talla mundial) pero poca ‘i’ local (escaso tejido de empresas innovadoras). Sistemas mixtos o un ecosistema de capital riesgo para innovadores privados podrían tener un impacto mayor que crear nuevos entes públicos en una comunidad que en 2030 tendrá, según el INE, solo 545.000 habitantes, de ellos casi un tercio mayores de 64 años. La ‘navaja’ minimalista del franciscano Guillermo de Ockham vale también para la gestión pública: «Entia non multiplicanda praeter necessitatem» (no se deben multiplicar los entes más de lo necesario).

Quinta: necesitamos más elaboración proyectiva sobre el enorme porcentaje de territorio con usos agrarios o forestales, y su relación con la economía de la sostenibilidad; debe ser algo más que una referencia políticamente correcta: hay que entrar en la prospectiva económica bien arremangados.

Y sexta: conviene reflexionar sobre el futuro de un Campoo que tendrá AVE, y Burgos a 45 minutos de Reinosa por la A-73. Burgos y el complejo Palencia-Valladolid poseen mucha vitalidad económica. Y la cercanía de lo mega-madrileño invitará a una estrategia para conectar mejor con dicho espacio.

En cualquier caso, con o sin glosas, el tiempo para poner en marcha medidas realmente transformadoras como las que reclaman los autores se va evaporando con rapidez. En poco más de un año la legislatura estará fundida. Aunque yo no descartaría un Papa de Torrelavega, tampoco podemos fiar todo el PIB al imperio romano. Hace falta desarrollo además de desenrolle.

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