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Educar en emociones mejora los resultados en las aulas de Primaria

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Javier Cotera

Educar en emociones mejora los resultados en las aulas de Primaria

Los alumnos son más generosos, sociables, felices y optimistas, según el estudio presentado por la Fundación Botín

José Carlos Rojo

Santander

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Miércoles, 13 de junio 2018, 07:24

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«Hoy necesitamos una inteligencia diferente para construir el futuro. Tenemos que aprender a ponernos en el lugar del otro y desarrollar nuevas perspectivas sobre la realidad que nos rodea y en España lo estamos logrando de un modo creativo». Para Javier Botín, presidente de la Fundación Botín, estas aptitudes que antiguamente pasaban desapercibidas –y que desde 2015 se valoran también en los informes del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA)–, son ya irrenunciables en las aulas. Con lógica las conclusiones del 'III Informe del Plan de evaluación psicológica del Programa de Educación Responsable', que la fundación presentó ayer en el Centro Botín, van en la misma dirección.

Los niños entre los 5 y los 9 años que trabajan la inteligencia emocional y social en los centros educativos reducen comportamientos agresivos y son más generosos, sociales, felices, empáticos y optimistas. Es el principal resultado al que llegó el informe desarrollado de forma conjunta entre la Universidad de Cantabria (UC) y la Fundación Botín. «A partir de los 12 años hay menor retraimiento, más autoconocimiento personal y mayor capacidad de manejar el estrés», reveló la investigadora principal, Raquel Palomera, profesora también de la Facultad de Educación de la UC.

Fueron las claves dadas a conocer en el Centro Botín, en un acto que llenó de público el salón de actos del edificio diseñado por Renzo Piano y al que acudió también el presidente regional, Miguel Ángel Revilla; el consejero de Educación, Francisco Fernández Mañanes y el director de Educación de la OCDE y coordinador del informe PISA, Andreas Schleicher.

«El currículo tiene que empezar a cambiar», advirtió el director de Educación de la OCDE. «El futuro de la educación está en dar a los alumnos las herramientas de navegación, una brújula que les permita aprender a moverse por el mundo», agregó. Muy lejos de los estándares que aún rigen en buena medida la formación en España, pertenecientes a un sistema anticuado, heredero de la Revolución industrial, basado en la memorización. Por contra, el constructivismo, que mira al alumno como un ente capaz de resolver problemas, tiene mucho más sentido en la sociedad de hoy. Una comunidad que cada vez es más internacional, que vive trabajando en grupo y donde impera lo multidisciplinar.

165.000 implicados

En total, 15.000 docentes y 150.000 estudiantes participan en este programa que ya está presente en más de 250 centros de Chile, Uruguay y España, entre ellos tres cántabros. Además, se han sumado otras comunidades:Madrid, La Rioja, Navarra, Castilla y León, Murcia y Galicia. Fue puesto en marcha en 2006 y los resultados se han obtenido después de tres años de evaluaciones.

«Los datos son especialmente claros en el caso de los alumnos más pequeños», reseñó Palomera. «Desarrollan más habilidades sociales, son más conscientes de sus emociones, y aprenden a controlarlas. Son también más éticos en la toma de decisiones y mejoran significativamente las formas de relacionarse con los otros. Todo esto es fundamental para mejorar los resultados académicos pero también son competencias clave para el mundo laboral», certificó la experta.

Se aprecian también beneficios sobre la creatividad del alumnado, que mejora en más de un 15%. «El objetivo de la Fundación Botín es ayudar a las personas para que puedan desarrollar su máximo potencial para que puedan generar cambios sociales y culturales», concluyó Javier Botín sobre un planteamiento que seguirá funcionando.

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