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Lunes, 5 de marzo 2018, 07:12
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Las familias de los dos montañeros cántabros fallecidos el sábado en los pirineos franceses, a causa de una avalancha, se trasladaron ayer a tierras galas para ultimar los trámites de repatriación de los cadáveres. Los dos esquiadores se vieron sorprendidos por un alud de grandes dimensiones que se produjo el sábado en la zona del túnel de Bielsa- Aragnouet en los pirineos franceses. Allí acudieron acompañados de dos mujeres, también cántabras, y un guía aragones.
Los familiares de las dos víctimas mortales en la avalancha –David Ballesteros López, de 44 años y residente en Santander, y Marcos Portolés, un madrileño de 45 años, pero afincado actualmente en la localidad de Hornedo (Entrambasaguas)– se trasladaron ayer hasta la zona para iniciar los trámites de repatriación de los cadáveres localizados en los tanatorios de las ciudades galas de Toulouse y Capverm.
La avalancha sorprendió a las 12 del mediodía del pasado sábado al equipo formado por los dos esquiadores fallecidos, a quien acompañaban dos mujeres: Noemí Fernández Mora, residente en Santander, y Juana Pérez Soto, de San Felices de Buelna. La expedición la completaba el guía aragonés, Alain Andrés. Estos últimos salieron por su propio pie.
En el rescate de los montañeros participó un contingente formado por unas treinta personas, entre ellos 17 operarios del servicio galo de rescate en Montaña (CRS) de las bases de Saint-Lary y Loubere, 2 médicos, 2 gendarmes del puesto de Luchon y otros 3 de las brigadas de Vignec y Arreau. A la par, también participaron dos perros especializados en el rescate en avalanchas, y se desplazaron hasta la zona dos helicópteros.
Tras el accidente, los montañeros que resultaron ilesos pudieron dar la voz de alarma y avisar a los servicios de emergencia de la Gerdanmería. Una vez allí, facilitó mucho el trabajo el hecho de que uno de los dos fallecidos llevaba un dispositivo de localización. Fue entonces, cuando se procedió a cavar un túnel de «cinco metros de longitud» que dio con él. El rescate del segundo se complicó algo más, debido a que no llevaba localizador.
Según destaca la propia Gendarmería «la primera víctima salió en paro respiratorio, pero los paramédicos y el médico iniciaron in situ la reanimación cardio-respiratoria». En paralelo a éste rescate, se organizaba el de la segunda víctima mortal. El mismo fue encontrado por uno de los dos perros especializados en rescates llamado Ilhéou, pero ya era tarde porque estaba en situación de paro respiratorio y las labores de reanimación no lo pudieron salvar. El otro esquiador rescatado y que pudo ser reanimado murió camino del hospital de Toulose.
Aunque las dos víctimas residían en Cantabria, sólo David Ballesteros, era cántabro. Se trata de un informático que trabajaba en el Centro Padre Menni en Santander, muy aficionado al mundo de la montaña. Las personas que lo conocían lo definieron ayer como «un chico simpático, amable, muy currante y responsable» en todo lo que hacía.
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