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Osos y turistas, juntos pero no revueltos

La Fundación Oso Pardo reclama una regulación urgente que proteja a los animales del acoso humano

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Lunes, 16 de octubre 2017

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Aquellas simpáticas imágenes del Oso Yogui acercándose a usurpar las cestas de picnic de los campistas eran divertidas en los dibujos animados. Trasladar a la vida real esta cercanía entre animales y humanos, tiene consecuencias fatales.

La Fundación Oso Pardo (FOP) ha reclamado una regulación urgente del turismo en torno a esta especie de delicado equilibrio. Las situaciones de acoso que están viviendo suponen, según la fundación «un importante problema». Teniendo en cuenta que los osos están en peligro de extinción, todas las medidas para su conservación son pocas. Tampoco es posible olvidar que este salto de límites entre especies, es, además, un riesgo para los cursiosos que no ven el peligro posible.

No hablan por hablar desde la FOP. Ponen como ejemplo lo ocurrido en León, concretamente en el Alto Sil, cuando «decenas de personas acosaron» a un ejemplar que se alimentaba en un robledal cercano a una carretera.

Según la fundación, el grupo de observadores llegó incluso a invadir la calzada a la carrera en un tramo de la carretera lleno de curvas, «poniéndose en riesgo ellos mismos y al tráfico de vehículos».

Este tipo de comportamientos, en el que los seres humanos no parecen saber medir las consecuencias de sus acciones han sido noticia en los últimos meses, cuando algunos ejemplares han muerto debido a la presión de los turistas por hacerse fotos con los animales. Véase el caso del delfín en las playas de Mojácar el pasado agosto o el mismo caso en Argentina a principios de año. Por suerte, otras historias de principio complicado terminan con final feliz, como la del Oso Aragón, rescatado de un vehículo y re integrado en la vida de Cabárceno.

Preparando el invierno

Por si no fuera ya bastante complicado proteger a la especie,la sequía lo complica aún más. Los osos dependes de robledales para alimentarse de bellotas como paso previo a la hibernación, que está a la vuelta de la esquina. Un momento «crítico» para los plantígrados que se preparan para pasar el invierno con la máxima cantidad posible de reservas en su organismo.

Es justo en los robledales donde los animales sufren el mayor acoso. Hasta 40 vehículos aparcados cerca de estas zonas, sin que hubiera autoridad alguna, se han encontrado desde la FOP, una situación que definen como «previsible».

Los curiosos, añaden, han llegado a colocarse a solo 150 metros de distancia de los osos provocando que abandonaran su alimentación, y exponiéndose además a una reacción agresiva de los animales al sentirse amenazados, o bien «a generar una indeseada habituación del animal a la presencia humana».

Explica también que para agravar aún más las molestias que están sufriendo los osos en estos montes limítrofes entre Páramo y Palacios del Sil, desde ayer un incendio del que se tienen sospechas que haya sido intencionado, está arrasando las manchas de robledal que les dan abrigo y sustento.

«El turismo es una fuente de riqueza para la población local, y bien regulado y desarrollado no supone ninguna molestia para los animales ni resulta un riesgo para los observadores que quieren disfrutar de la pervivencia en las montañas cantábricas de una especie tan emblemática, que hay que subrayar, aún está en peligro de extinción», argumenta la FOP.

Protocolo de precaución

Cantabria por su parte, se ha puesto manos a la obra para actuar también en el sentido contrario; regular el acceso de lo osos a las zonas habitadas por humanos. Antonio Lucio, director de Medio Natural, aclara que el protocolo es más bien una herramienta de futuro, «para prevenir que una mejora de la población de osos incremente el número de interacciones con personas». Y subraya que «no hay ninguna razón para el alarmismo y el tremendismo. A veces se traslada por parte de algunas personas que existe un peligro grandísimo y no es así en absoluto. No hay registrados ataques de osos, más allá de episodios en los que el responsable es la persona que se ha acercado con muy poca prudencia al animal, no al revés».

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