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Las palas siguen reduciendo el talud y sacando material

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Las palas siguen reduciendo el talud y sacando material Javier Rosendo

Las palas han retirado ya 120.000 toneladas de tierra del argayo de Caviedes

Tres semanas después del desprendimiento, sólo se puede rodar por uno de los tres carriles de la A-8 en sentido Torrelavega sin que haya fecha para su reapertura

Lucía Alcolea

Santander

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Martes, 28 de noviembre 2017, 18:21

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Tres semanas después de que un argayo de unas 80.000 toneladas de tierra ocupase la autovía del Cantábrico A-8 en sentido Torrelavega a la altura de Caviedes (Valdáliga), ya no hay riesgo de que se vuelva a producir un desbordamiento en la ladera del monte Corona. Los vehículos pueden continuar circulando (como hacen desde hace dos semanas) por el único carril -el más próximo a la mediana- que se liberó y que permanece abierto «con total seguridad», explicaba ayer el encargado de las obras que se ejecutan para arreglar el talud. Los operarios de la empresa Amaya Obras y Excavaciones, adjudicataria de las labores, siguen trabajando a jornada continua, prácticamente doce horas, de sol a sol, y hasta el momento han evacuado 120.000 toneladas de tierra de la zona donde se produjo el derrumbe, lo que viene a ser unos 60.000 metros cúbicos. Los escombros están siendo trasladados a un vertedero situado a un kilómetro del argayo, un espacio vacío donde ya se está empezando a formar una pequeña montaña de tierra, y se está empezando a utilizar un segundo vertedero, situado aún más cerca del desmonte con el fin de reducir los tiempos para evacuar el excedente de material.

Lo importante, según explicaron ayer los operarios, «es que ya no hay peligro» de que la tierra vuelva a tragarse la carretera, como hiciera la madrugada del pasado día 11 de noviembre, sábado, cuando se produjo un enorme desprendimiento en la montaña como consecuencia de las fuertes lluvias habidas días anteriores; a causa del argayo la autovía permaneció cerrada al tráfico en sentido Torrelavega durante siete largos días, por lo que la circulación tuvo que desviarse por la N-634 desde la salida de Lamadrid hasta Cabezón de la Sal. Aquellos siete días fueron los que se necesitaron para eliminar gran parte de la tierra y rocas que ocupaban gran parte de la vía, a veces incluso trabajando de noche y a contratiempo.

Si bien parece que la fase más dura de la obra ya se ha ejecutado y no hay escombros sobre la plataforma, «todavía queda tierra sobre la montaña que llevar al vertedero», señaló ayer el encargado, quien además detalló que pasarán «varios meses» antes de que la zona sea devuelta a su estado original. En concreto, se estima que el tiempo estimado para darlas por finalizadas será de dos a tres meses de poderse mantener el actual ritmo de los trabajos y si la meteorología no afecta demasiado a esas labores.

Se utiliza un segundo vertedero, más cercano, que ayuda a reducir los tiempos de evacuación

Además de continuar quitando escombros y reduciendo el peso y la presión del talud, los operarios realizan estos días las labores de construcción de una escollera definitiva, que se está levantado detrás de la escollera provisional y que se levantó cuando se abrió la vía al tráfico para garantizar la estabilidad del talud. La escollera definitiva tiene una profundidad de cuatro metros por debajo de la vía y medirá unos 300 metros de largo. «De esta forma evitamos el riesgo de que se produzca otro deslizamiento similar en el futuro». Mientras, los vehículos continúan circulando «con normalidad» por el único carril abierto a una velocidad máxima permitida de 60 kilómetros por hora por aquel punto.

Javier Rosendo

Además de la referida escollera, hay otro frente en los trabajos que se centra en tender los taludes para quitarles inclinación y dar más estabilidad a la ladera, así como en los drenajes de evacuación y cunetas de guarda con el fin de recoger las aguas desde la parte superior y desviarlas por canalizaciones laterales hasta los sumideros y evitar, así, escorrentías por el talud.

Para llevar a cabo las labores de restauración, se están empleando camiones y palas retroexcavadoras de gran tonelaje. Estos días se han incorporado además «otro camión extravial articulado y una retroexcavadora más», explica el encargado de la empresa.

Se puede considerar como un refuerzo para una obra en la que no caben más máquinas, ni camiones ni operarios, desde conductores hasta geólogos. Se trabaja en un reducido espacio, pero, al tiempo, se permite el tráfico rodado por un carril lo que implica las lógicas limitaciones. Los operarios comienzan la jornada a las siete de la mañana hasta que se hace de noche. El delegado del Gobierno en Cantabria, Samuel Ruiz, ya admitió hace unos días de que los trabajos «conllevan gran complejidad», por lo que es de esperar que aún lleven su tiempo.

Por el momento, todo va, eso sí, según lo previsto y la impactante imagen del argayo en medio de la autovía ha sido sustituida por la de una carretera prácticamente libre de tierra por la que circulan coches.

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