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Javier Cotera
El peregrino, una estampa familiar en Liébana

El peregrino, una estampa familiar en Liébana

Los vecinos de la comarca se han acostumbrado a los caminantes y se sienten responsables de ellos y de que el Camino esté en las mejores condiciones

José Ahumada

Santander

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Domingo, 22 de abril 2018, 16:52

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Si hubiese que hacer un retrato robot del peregrino que llega caminando a Santo Toribio, éste sería un hombre de mediana edad, español, que llega hasta allí por su inquietud cultural y espiritual. La encuesta, voluntaria y anónima, que rellenan al llegar al Centro de Estudios Lebaniegos de Potes, adonde acuden a sellar su credencial, permite hacerse una idea de quiénes son y qué buscan.

«Todos dicen que el Camino pone en contacto con una naturaleza dramática y espectacular -explica la directora del Centro, Pilar García Bahamonde-, cuando llegan a un collado y echan la vista a volar. El Camino Lebaniego está de moda porque funciona, porque se entra en contacto con las poblaciones: un peregrino que llega a Cicera desde Cades, medio muerto y con hambre, pues lo mismo no lleva comida y una señora de allí le ofrece un bocadillo. A ver dónde ves algo así hoy en día, que está todo tasado».

La constante llegada de peregrinos a Liébana ha hecho posible que la figura del caminante se convierta en una estampa familiar en la comarca. «El Camino cambia al peregrino, pero el peregrino también ha cambiado mucho a la gente», asegura García Bahamonde. Con respecto al anterior Año Jubilar, ha aumentado mucho el número de personas que viene a pie. Al principio los vecinos los miraban con cierto escepticismo, como preguntándose por qué llegarían hasta aquí, pero se han ido acostumbrando a verlos y, de alguna manera, se han empezado a sentir responsables de ellos y del propio Camino. No es raro ver a un pastor orientando a alguno que le parece que anda despistado, o que les indica dónde encontrar una fuente. También se nota que la gente se preocupa de que los caminos estén limpios, pero no sólo el alcalde de turno o el presidente del grupo de acción local, sino que cualquiera del valle de Camaleño quiere que estén bien. Hay un cierto interés porque las cosas se hagan bien».

«El Camino cambia al peregrino, pero el peregrino también ha cambiado a la gente»

Pilar García Bahamonde | Centro de estudios Lebaniegos

Difusión

El aumento en el número de peregrinos es consecuencia directa de la promoción del Año Jubilar realizada desde el Gobierno -tanto la oficial, de la Consejería de Turismo, como la que por su cuenta ha venido haciendo el presidente, Miguel Ángel Revilla, en sus frecuentes apariciones televisivas, radiofónicas y periodísticas-. Las dos grandes citas del año, los conciertos de Jean Michel Jarre y Enrique Iglesias, han contribuido de forma decisiva a popularizar el acontecimiento. Pero el Año Santo también ha contado con otros colaboradores más desconocidos.

Es el caso de Nieves Rebollar, que ha redirigido hacia Santo Toribio a muchos de los peregrinos del Camino del Norte que hacían un alto en su albergue, la Santa Cruz, en Santa Cruz de Bezana. «Les preguntaba si estaban enterados del Año Jubilar, y la mayoría no: eso demuestra que todavía hay mucho que hacer. Yo les pongo en antecedentes: les digo que el Lebaniego es uno de los Caminos sagrados, que hay esa reliquia... y les enseño los mapas, la posibilidad de llegar hasta allí y continuar después por el Camino del Norte o por el Vadiniense. Yo les meto el gusanillo para que vayan pensando. Les digo que tienen tiempo, que vayan informándose de por dónde van a pasar, de cuáles son las etapas, y así, al llegar a Serdio, pueden decidir si siguen o se desvían».

«A los peregrinos les pregunto si están enterados del Año Jubilar, y la mayoría no»

Nieves Rebollar | Albergue de la Santa Cruz

Nieves Rebollar hace una distinción clara entre peregrinos y turistas. «Yo no quiero turistas, nunca he querido meterme en la hostelería, aunque a veces tengo la sensación de que estoy en ella. En mi albergue no hay tarifas de nada, sólo un donativo responsable. No quiero poner precio porque no me quiero considerar como un hotel; aquí valoramos el buen ambiente, la solidaridad. Es verdad que todos somos turistas, porque cuando pasamos por lugares distintos a todos nos interesa ver y aprender, pero cuando eres peregrino tienes que cumplir unas etapas y no te puedes poner a hacer surf».

La milanesa Mónica Beguni oyó hablar del Camino Lebaniego en Italia, gracias a un amigo que trabaja para la Cofradía de Santiago de Compostela que le contó que este año se celebraban dos jubileos en España, el de Caravaca y el de Santo Toribio. Hizo el de Murcia en enero y el cántabro, en abril.

«No entiendo que, siendo un Camino tan importante, no haya más gente. No se habla mucho de él»

Mónica Beguni | Peregrina

«Me gustó mucho atravesar estos pequeños pueblos maravillosos, poblaciones que llevan una vida como en el pasado, con pocas personas, casas viejas y ganado. Fui sola por el camino y la montaña: es uno de los más hermosos que he hecho».

Caminante experta, Beguni valora la buena señalización del recorrido -«aunque en algunos puntos es algo incierta»-, pero también observó que en ese itinerario al monasterio «no hay tantos pueblos, no hay bares, no hay nada. Para mí no es un problema, porque cuando camino no como y lo hago al final de la etapa, para no perder tiempo».

«No entiendo que, siendo un Camino tan importante, no haya personas como en el otro. No hay marketing del Camino y no se habla mucho de él. Para mí es un privilegio caminar sola, en la naturaleza, pero creo que hay que darle más publicidad. En el albergue encontré a otro chico italiano y me dijo que conoció el Camino porque una etapa de la Vuelta España terminó aquí».

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