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El periplo de una gota de agua
David Vázquez Mata

El periplo de una gota de agua

La Comunidad es la tercera de España que más agua gasta, reclama más recursos del embalse del Ebro y tiene pendiente mejorar la eficiencia de las instalaciones

José Carlos Rojo

Santander

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Lunes, 19 de marzo 2018, 12:15

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En Cantabria llueve cada año una media de 1.260 litros por metro cuadrado, muy por encima de la media del resto del país, que se sitúa por debajo de los 700 litros por metro cuadrado. Esta región es, con diferencia, una de las más ricas en un bien cada vez más preciado, y sin embargo, no lo aprovecha del todo. Cantabria carece de infraestructuras para almacenar el agua en temporada de lluvias. Y la más importante, el embalse del Ebro, que en un 70% de su superficie ocupa terreno cántabro, le está prácticamente vetado para su abastecimiento. Algo que podría cambiar próximamente si el Estado permite a la Comunidad Autónoma disponer de los 26 hectómetros cúbicos anuales que demanda desde hace años. Una cuenta pendiente, de hecho, que causó la anulación del nuevo Plan General de Ordenación Urbana de Santander.

Para comprender de verdad todo hay que estudiar el ciclo del agua en la región, desde el momento en que cae la primera gota de lluvia, pasando por su potabilización, suministro, usos y saneamiento. Imagine que seguimos la pista de esa gota. Estos serían sus posibles recorridos.

El inicio de todo

El ciclo hidrológico en Cantabria viene definido por el clima regional. La geografía de Cantabria, flanqueada por el mar en el norte y por la cordillera en el sur, produce el encuentro de cálidas masas de aire y otras mucho más frías, de origen polar, que crean un ambiente tibio y cambiante, muy inestable. En esta comunidad autónoma llueve una media de 1.260 litros por metro cuadrado. Todo ese agua no sólo va a los ríos, también desciende hacia las aguas subterráneas para alimentar los acuíferos. Casi dos terceras partes de la superficie regional albergan estructuras geológicas con capacidad para almacenar hasta 1.370 hectómetros cúbicos de agua.

Captación

La principal fuente de captación son los ríos. Esa gota de agua que protagoniza este itinerario podría ir a parar a alguno de los siete importantes en Cantabria: Deva, Saja, Besaya, Pas, Miera, Asón y Ebro. Además, hay otros muchos de menor caudal que terminan por desembocar en las tres vertientes, cantábrica, atlántica y mediterránea.

La competencia sobre el agua le corresponde al Estado y es el Gobierno central quien gestiona el recurso a través de las confederaciones hidrográficas, en el caso cántabro la del Norte, la del Duero y la del Ebro.

El almacenamiento

Cantabria carece de grandes infraestructuras para almacenar todo el agua que llega en temporada húmeda. Y la mayor de ellas, el embalse del Ebro -con una capacidad de 541 hectómetros cúbicos-, que en un 70% de su superficie se ubica en Cantabria, se reserva casi en su totalidad para abastecer el resto de la cuenca hasta su desembocadura en el Mediterráneo. La región ha tomado una media de 5 hectómetros anuales del embalse para abastecer a Santander en verano. Una cantidad que debería devolverse por Ley, pero que ha sido perdonada porque el coste económico de alzar el agua con un desnivel de 900 metros en Somahoz para ponerlo a la altura del embalse, sería inasumible.

«La gran cuenta que tenemos pendiente con el Estado es la revisión del Plan Hidrológico Nacional, que contemplará la llamada Autorización Especial, esa que nos permitirá contar con 26 hectómetros anuales sin necesidad de devolverlos», esgrime el subdirector general de Aguas, José Fernández. Esa cantidad supone tan solo el 5% del volumen total de recursos del embalse.

«Es una deuda pendiente del Estado con la región, porque esa gran infraestructura que dejó claras cicatrices sociales, debería compensarse de alguna manera». Algo tan importante como la aprobación del nuevo Plan General de Ordenación Urbana de Santander depende de esta concesión, que permitiría asegurar el abastecimiento a una capital cántabra que en verano tiene problemas para garantizar el servicio.

400.000 euros en saltos hidroeléctricos

Pese a las posibilidades que ofrece la orografía cántabra, con continuos saltos de agua, la explotación hidroeléctrica en la región es casi testimonial. Por eso el Gobierno ve en la explotación de esta energía una prioridad. El referente claro a día de hoy continúa siendo el embalse de Alsa, en San Miguel de Aguayo. Con 21 hectómetros cúbicos de capacidad, Alsa dedica la mitad de esa cantidad de agua a producir electricidad. El sistema funciona como una gran batería. En las horas de menor demanda eléctrica, los motores bombean hasta 10 hectómetros cúbicos desde la cota más baja, Alsa, a la más alta, la del Pico Jano, con 10 hectómetros cúbicos de capacidad. Más tarde, ese agua se deja caer para mover unas turbinas que generan energía en una instalación de 330 megavatios, explotados por Viesgo.

La idea del ejecutivo cántabro es continuar con la instalación de otras pequeñas centrales hidroeléctricas en diferentes puntos de la región. Uno de los grandes saltos es el que podría aprovecharse con el bitrasvase del Ebro. El proyecto consiste en la instalación en Santiurde de Toranzo de una pequeña central productora de electricidad aprovechando los 900 metros de caída que experimenta la instalación. «El Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder) financiará buena parte del resto de instalaciones con 400.000 euros», esgrime José Fernández. La autovía del Agua acogerá muchos de ellos. En Santillana del Mar, a la altura de Vispieres, en Camaleño, en Reinosa y en Esles.

El suministro

Lo más lógico es que esa gota de agua que sigue este reportaje termine dentro de la gran infraestructura que ayuda distribuir el recurso en toda Cantabria, la Autovía del Agua. Desde su puesta en marcha en 2004, esa gran autopista de tuberías de 145 kilómetros y hasta 1.200 milímetros de diámetro que recorre Cantabria de oeste a este, uniendo Unquera con Castro Urdiales, ha ido creciendo en ramificaciones hacia los valles del interior. Está conectada con todas las fuentes de captación y es un sistema elástico que redistribuye el agua por toda la región para ajustar los déficits con los superávits, según las zonas. Está conectada a los ríos y al bitrasvase del Ebro, con lo que el agua del embalse puede llegar a cualquier punto de la región. Por estas tuberías discurre un volumen aproximado de 73 hectómetros cúbicos anuales de agua.

Los usos

Al contrario de lo que ocurre con el resto de España, Cantabria apenas cuenta con agricultura de regadío. Por eso el grueso de esa agua se destina al sector industrial. Se lleva el 55% de lo que se consume. Otro 40% se invierte en consumo humano y otros servicios municipales y el 5% restante se destina a una pequeña cantidad de industria agrícola que se encuentra concentrada principalmente en la zona de Valderredible.

Como media, cada cántabro gasta 152 litros al día, sólo por detrás de Castilla y León (166) y de Valencia (162). Es una consecuencia clara de esa percepción social que ve en el agua un recurso inagotable. Nada más lejos de la realidad. La capital cántabra congrega el grueso de la población de la comunidad autónoma, por eso dispone diariamente de 50.000 metros cúbicos para consumo urbano, principalmente procedentes del río Pas. Y ahí se contempla el uso de los hogares, los servicios municipales y los consumos injustificados y pérdidas. Torrelavega reserva cada día 25.000 metros cúbicos y para el resto de la comunidad, el Gobierno regional suma una disposición de 80.000 metros cúbicos diarios.

Pérdidas y fugas

Incluso pese a la inversión en materia de estructuras para la gestión del agua, a la puesta en marcha del canon de saneamiento y a que la instalación generalizada de contadores ha alejado el derroche, Cantabria es una de las regiones españolas que más fugas registra, concretamente hasta 87 litros por habitante y día. Para comprenderlo bien, las posibilidades de que esta gota de agua que ha llegado hasta este punto del ciclo se pierda en una fuga puede llegar a ser de hasta 30% en algunos ayuntamientos cántabros. «Hemos hecho una inversión ingente para monitorizar digitalmente varios parámetros de presión y torrente en los sistemas de suministro. Es algo que nos ayuda a detectar al instante problemas de fugas y averías y que servirá para reducir estas cifras de pérdidas», asegura José Fernández.

La depuración

El último punto del viaje de esta gota llegaría con la depuración de las aguas residuales. La empresa pública MARE, que tiene esta encomienda, certifica que trata más de 300.000 metros cúbicos diarios. Un dato muy alto respecto a la cantidad de agua que se potabiliza (155.000 metros cúbicos por día). Pero es que a esos mismos canales residuales llegan también los torrentes de la escorrentía procedente de las lluvias, por ejemplo.

Existen 28 grandes depuradoras en Cantabria, que dan servicio a las grandes poblaciones cántabras. Una en San Román, para Santander; la de Vuelva Ostrera, que atiende sobre todo a Torrelavega; y la de San Pantaleón, en el municipio de Arnuero. La cuenta pendiente aquí sería completar la red de saneamiento para que toda población de más de 25 habitantes tenga depuradora.

Llegados a este punto la gota de agua que ha protagonizado este viaje podría terminar en el emisario submarino de San Román, que vierte el agua depurada más de 2.700 metros mar adentro. Allí comenzaría de nuevo el ciclo con la evaporación y el regreso a las nubes. Así visto parece que esa gota esté condenada a repetir el círculo hasta el fin de los tiempos. Por eso es fácil pensar que el recurso hídrico es inagotable, aunque lo cierto es que la disponibilidad para los diferentes usos en todas las épocas del año va a seguir dependiendo siempre de la gestión adecuada que se haga del mismo, incluso en Cantabria.

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