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Un grupo de visitantes camina por la pequeña rampa con escalones en forma de caracol que da acceso hasta la salida del teleférico.
Próxima parada, Picos de Europa
Escenas de Estío

Próxima parada, Picos de Europa

Desde Fuente Dé, en el municipio de Camaleño, se ofrece a turistas y visitantes un viaje en el teleférico más largo de Europa con tramo único

S. Hidalgo | A. aguilera

Liébana

Jueves, 31 de agosto 2017, 07:34

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Colgados en una cabina a más de 700 metros de altura. Así es como se encuentran quienes deciden subirse en el teleférico de Fuente Dé. Antes de llegar, las miradas se desvían casi sin querer al cable de kilómetro y medio que conecta la base de la estación con la parte superior. Un trayecto en el que la belleza del paisaje aumenta a medida que la cabina se acerca a la última y única parada: los Picos de Europa.

Uno de los afortunados por disfrutar de tal paraje ha sido Francisco Rodríguez, que viene desde Albacete con su mujer y unos amigos. Están pasando parte de sus vacaciones en Cantabria y una de las excursiones que tenían pensadas era venir hasta Fuente Dé: «Antes de iniciar nuestro viaje decidimos planear unas cuantas salidas y el teleférico era una de ellas. Al principio da un poco de impresión porque es mucha altura, pero después parece que te olvidas de todo y solo te centras en disfrutar a tope del paisaje». Una vez arriba, estos aficionados a la montaña han aprovechado para hacer una pequeña ruta, una experiencia que esperan repetir en el futuro. «Las vistas que hay en lo alto son especiales, recomiendo a todo el que pueda subir asomarse al balcón y dar un paseo, merece la pena», señala el albaceteño.

El continuo tránsito de los teleféricos acapara la atención de los turistas. Con sus miradas puestas en lo alto observan las cabinas en las que ya han viajado o están a punto de hacerlo, como Laura Lozano. Esta alicantina, que junto con su familia está veraneando en Asturias, tiene previsto subir a las alturas después de comer: «Hemos venido a pasar el día aquí. Iremos al bar a llenar el estómago y después subiremos», algo que está deseando su hijo Ramón, de 7 años, porque «es muy valiente y no tiene miedo a las alturas». Aunque no han visto ningún video ni foto para informarse del lugar, esta familia alicantina no dudará en subirse a esa cabina que los llevará hasta los Picos de Europa: «Hemos venido exclusivamente a eso», apuntan.

«Ahora mismo diría que no repetiría, pero pasados unos días supongo que sí, porque ha merecido la pena»

Muchos son los que repiten su visita a este transitado lugar en Fuente Dé. La sensación de estar pendido de un cable -este teleférico está considerado como el más largo de Europa de tramo único- o las vistas atraen a turistas que vuelven para compartir la experiencia acompañado con amigos, pareja o familia. Precisamente, este último caso es el de César Díaz, de Aspe (Alicante), que está disfrutando con su familia de unas vacaciones en la localidad asturiana de Nueva. «Yo ya había estado aquí y también he montado en el teleférico, pero mi mujer y mis niñas no, y quería que conociesen este lugar». Su mujer, Sarai Redondo, no tenía nada claro si subirse o no, por lo que ha tardado más de media hora en decidirse: «Tengo un poco de miedo a las alturas y me ha costado, pero he hecho bien en subir porque me ha gustado mucho. Al bajar incluso me he atrevido a mirar abajo», explica entre risas.

Recorriendo el camino que lleva hasta suelo firme se encuentra Soledad que, aunque vive en Murcia, es paraguaya. Las vacaciones le han llevado a ella y a su familia hasta una casa rural en Asturias, donde les recomendaron realizar una pequeña visita a este paraje natural. «El tipo de paisaje me ha impresionado mucho. Yo soy de Paraguay y sí es verdad que allí hay bastante verde, pero nada de montaña, nos ha encantado la verdad», explica Soledad. Una vez aquí, era casi obligatorio montarse en una de las cabinas del teleférico, algo que no ha llevado muy bien: «Nos hemos subido con nuestros tres hijos y creo que yo he sido la que más miedo ha pasado. Es mucha altura y, aunque poco a poco te vas acostumbrando, tengo que reconocer que lo he pasado mal».

El día está nublado y se nota una menor afluencia de gente. No hay decenas de personas esperando para subir, algo impensable en agosto. «Aquí, si hace bueno los aparcamientos se llenan y la gente hace cola para montarse, y eso que las cabinas tienen una frecuencia de unos diez minutos», explica Ángel Mier, trabajador del teleférico. En cuanto a la procedencia de los viajeros, asegura que «tanto extranjeros como nacionales pasan por aquí».

Uno de estos extranjeros es la holandesa Jasmine, que espera nerviosa junto a su novio a que llegue la cabina que los llevará a disfrutar de las vistas. Alojados en un camping próximo a los Picos de Europa, esta pareja se ha acercado hasta Fuente Dé para vivir de cerca lo que ya había visto en alguna foto: «Buscamos en internet algo de información y nos gustó. Además, uno de mis compañeros de trabajo ya había visitado este sitio y me recomendó venir, así que aquí estamos», explica.

Tras bajar unas cuantas escaleras y recorrer una pequeña rampa en forma de caracol, llegas hasta la salida del teleférico. Es justo en este punto donde se encuentran charlando los catalanes Iratxe Marcos y Luis Serrano, una pareja que está recorriendo distintos puntos de Cantabria y Asturias. Cómo confiesa Iratxe, se han acercado sin saber realmente si iban a subir o no: «A Luis le informaron de que en Fuente Dé había un teleférico y nos hemos plantado aquí, a pesar de que tengo miedo a las alturas». Tras «armarse de valor», decidió embarcar en la cabina: «Ya que estaba aquí, tenía que subirme. Me ha dado mucha impresión al principio, pero una vez que ha pasado un rato y ves que es fiable, estás más tranquila», bromea. Por su parte, Luis asegura: «Si tuviese que comparar este lugar con alguno de mi tierra quizás sería el teleférico que hay en Montserrat, pero este paisaje ya nos ha llamado la atención subiendo en coche y una vez aquí, mucho mejor». En la cima les esperaba el «famoso balcón con reja en el suelo», donde la catalana se lo pensará dos veces antes de volver a subir: «Ahora mismo diría que no repetiría, pero supongo que, pasado unos días, sí, porque ha merecido la pena».

La sensación de estar a cientos de metros de altura, el poder ver el paisaje desde lo alto o la curiosidad por probar aquello de lo que todo el mundo habla. Ya sea por una u otra razón, miles de personas viajan durante el año a Fuente Dé para embarcarse en este pequeño viaje de tres minutos y medio con destino a los Picos de Europa.

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