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Los expresidiarios se encargan del cuidado y del mantenimiento del hogar ‘Nueva Vida’ Daniel Pedriza
Un puente entre la cárcel y la libertad

Un puente entre la cárcel y la libertad

Desde su creación hace casi 20 años, por el centro de acogida de Renedo de Piélagos han pasado cientos de reclusos que buscan la rehabilitación, entre ellos José Rabadán, el ‘asesino de la catana’

Pablo Pruneda

Santander

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Martes, 16 de enero 2018, 07:20

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Ellos no muestran su cara, no quieren que se les conozca. Quieren evitar que salten las alarmas sociales y que se les juzgue por su pasado. Algunos son expresidiarios que han roto sus lazos familiares y no disponen de recursos suficientes; otros, reclusos con permisos de fin de semana o bajo un tercer grado –en semilibertad– que pasan periodos de tiempo entre la cárcel y la residencia porque fuera no tienen a dónde ir. Desde que por primera vez abriera sus puertas en 1998, por el hogar de acogida Nueva Vida, ubicado en Renedo de Piélagos, han pasado cientos de residentes (en ocasiones la misma persona puede pasar tres o cuatro veces por la casa, dependiendo del tipo de permiso) para iniciar una transición entre el olvido del pasado y el porvenir del futuro. Alguno de ellos son delincuentes tan conocidos como José Rabadán, el llamado ‘asesino de la catana’.

«Se trata de un centro en el que pueden convivir hasta 19 personas, es el único en Cantabria que cuenta con convenios con las instituciones penitenciarias y homologado por el Servicio Cántabro de Salud», explica Julio García Celorio, máximo responsable del hogar y pastor evangélico. La casa de acogida, que es propiedad de la Iglesia Evangélica y cedida a la asociación Nueva Vida, dispone de dos educadores, que se turnan durante las 24 horas; dos psicólogos y un pastor que acude a la casa y atiende en los asuntos espirituales. «El tiempo estipulado de permanencia son tres meses, normalmente se quedan más tiempo, depende de cada caso», dice Ángela Abascal, una de los dos psicólogos del centro.

En el centro pueden convivir hasta 19 personas
En el centro pueden convivir hasta 19 personas Daniel Pedriza

«Nosotros no rechazamos a nadie. Si una persona viene a nosotros arrepentida y con ganas de volver a empezar, la aceptamos, la apoyamos y tratamos de facilitar su reinserción a través de la búsqueda de empleo», declara Celorio. «La única excepción es que no acogemos a personas que han cometido abusos contra menores, pero no porque no queramos, sino porque no tenemos un personal especializado que pueda atenderlos». Por su parte, la psicóloga del centro afirma que la asociación ha tenido buenos resultados de inserción laboral a pesar de la dificultad de un exrecluso para encontrar empleo, y no sólo por la mala situación económica sino también por la inquietud que genera en la sociedad el trato con personas con un pasado delictivo. «Nosotros no podemos hacer promoción de nuestros éxitos. A estas personas hay que confundirlas entre la sociedad, no hay que volver a sacar a la luz una y otra vez lo que hicieron», argumenta Celorio.

«La única excepción es que no acogemos a personas que han cometido abusos contra menores»

Julio García Celorio. responsable del hogar

En contra de las recomendaciones y de la voluntad del pastor evangélico, José Rabadán sí mostró su cara al público en los medios de comunicación a través de un documental de la cadena privada DMax de algo más de dos horas de duración. El conocido como ‘asesino de la catana’, que fue condenado y sentenciado por matar cuando tenía 16 años a sus padres y a su hermana con una catana y un machete, llegó al hogar Nueva Vida hace 14 años para cumplir sus últimos dos años de condena. Aparentemente rehabilitado, Rabadán decidió contar su testimonio. «Yo creo que este chico está totalmente reinsertado en la sociedad. Mientras se mantenga firme, perdonado y creyente va por el buen camino. Pienso que las personas pueden cambiar», cuenta Celorio. El pastor no está completamente de acuerdo en los términos en los que se desarrolló este documental. «De las más de sus dos horas de duración tan sólo dedicaron veinte minutos a la reinserción de José, y el resto, casi la mayor parte, a la sangre».

Primeros pasos

El primer contacto que tiene un exrecluso o un preso con la casa de acogida es a través de un juez o una junta de tratamiento. Son estos lo que dictaminan si es conveniente para la persona acudir a una residencia de estas características, y acto seguido son propuestos a los miembros de la asociación como futuros residentes. Muchos de ellos pasan en el hogar cortos intervalos de tiempo, según la duración de sus permisos penitenciarios, (en el caso de una autorización de permiso de fin de semana o varios días). Celorio acude, casi desde hace 23 años, al centro penitenciario de El Dueso y aunque él reconoce que en un principio no era un mundo que le interesara demasiado y al cual se negaba a ir, hoy piensa que estaba equivocado. «En la cárcel no existe un único perfil de presidiario, entre rejas puede acabar cualquiera. Siempre ha existido un rechazo social hacia este tipo de personas, pero la cosa cambia cuando es un familiar o alguien cercano el que está en prisión».

Dependencias del hogar; exteriores, comedor y dormitorios Daniel Pedriza
Imagen principal - Dependencias del hogar; exteriores, comedor y dormitorios
Imagen secundaria 1 - Dependencias del hogar; exteriores, comedor y dormitorios
Imagen secundaria 2 - Dependencias del hogar; exteriores, comedor y dormitorios

Antes de entrar en la casa de acogida, lo primero que los integrantes de la asociación Nueva Vida preguntan a los posibles nuevos residentes es si realmente ellos quieren formar parte de esta iniciativa. Si la respuesta es afirmativa y quieren entrar a vivir en la casa, se les pide que firmen un compromiso de respeto, de aceptación de unas normas. Se trata de cuestiones tan básicas como saber convivir, colaborar en la limpieza o saber ordenar. Para Celorio, es normal que en todo el tiempo que lleva el hogar abierto haya habido algún que otro conflicto en la casa, «pero propios y comunes de la convivencia». Además, en este sentido, añade que «son gente a la que le une un pasado conflictivo, pero lo único que quieren es seguir adelante. Nunca ha habido peleas ni ningún ajuste de cuentas».

El tercer paso es establecer un primer acercamiento a través del diálogo entre los profesionales del centro y los residentes. Para ello, la asociación dispone de dos psicólogos, uno de ellos que dirige las sesiones grupales donde se comparten experiencias y otro especializado en sesiones más individuales. «Lo primero que intento es que me cuenten su vida, de dónde vienen, si tienen familia o no, cómo son sus relaciones, y luego después de esto vamos trabajando aspectos positivos», asegura Ángela Abascal, la psicóloga que se encarga de la sesiones individuales. «Yo acudo una vez a la semana y lo que hago es comprobar cómo les ha ido durante toda esa semana. Si hay algo que quieran contarme o si necesitan ayuda. Trato de darles confianza, de que se sientan escuchados y respetados, y de esta forma no reacciona mal casi nadie».

Desde la asociación Nueva Vida se asegura que desde que la casa abriera sus puertas hace casi 20 años no se ha producido ningún altercado y los vecinos «están encantados». Las autoridades civiles no quisieron clarificar esta afirmación, y la entidad acentúa que «la llegada de José Rabadán hace 14 años no supuso ningún revuelo en Renedo de Piélagos».

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