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Sábado, 24 de marzo 2018, 18:35
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A las 15.00 horas de ayer comenzó a funcionar el primer radar de tramo que se instala en las carreteras cántabras, el situado en la N-629, una de las vías negras de la comunidad autónoma, que acumula 19 fallecidos en dos décadas. Desde hace unos días, en la zona no se habla de otra cosa, así que los vecinos de Limpias y Ampuero, los municipios entre los que se encuentran las dos cámaras encargadas de controlar a los conductores, saben de sobra su funcionamiento a pesar de la novedad y que no deben superar los 80 kilómetros por hora de velocidad media entre los puntos kilométricos 83,400 y 81,100 si no quieren ser multados. Aunque hay opiniones enfrentadas, en general dudan sobre la efectividad de la medida para frenar la elevada siniestralidad de la carretera.
José Luis Castro | usuario de la carretera
«Los padres no tienen otro tema. Ahora están con el miedo de que cuando vengan a traer a los niños les salte», cuenta Vanesa Trevilla, profesora en el colegio del pueblo. Ella duda de que esta inversión, de 59.000 euros, sirva para solucionar el problema. José Luis Castro, vecino de Limpias, también está en el grupo de los escépticos. «Es un paripé que hacen los políticos, y todos con los que he hablado dicen lo mismo. Es que han puesto el aparato donde han querido, porque la mayoría de las muertes han ocurrido más cerca de Colindres, en las curvas tras la recta de Magefesa. Ahí es donde está el peligro», apunta Castro, quien está convencido de que la finalidad es recaudar a base de multas.
José M. Fernández | usuario de la carretera
Desde la DGT niegan ambas cosas. Primero, porque el radar está señalizado y se ha informado incluso del momento exacto de su puesta en funcionamiento. Además, recuerdan que aunque no incluya todo el tramo habitual de accidentes, la sola existencia del aparato en la vía ya hace a muchos conductores levantar el pie del acelerador por el efecto disuasorio. Porque ése, el exceso de velocidad, es, según las estadísticas, la causa principal de la mayoría de los accidentes. Lo confirma otro vecino, José Manuel Fernández: «Hay gente que baja a 120 cuando el límite está en 80. A mí incluso me han llegado a adelantar en el túnel así de rápido». No se atreve a hacer un pronóstico sobre la eficacia de la medida y también duda de que ese fuera el lugar más idóneo, pero sí cree que el radar era necesario.
María luisa talledo | usuaria de la carretera
De hecho, la comarca lleva años pidiendo a la Delegación del Gobierno acciones para poner freno a la sangría de vidas. «Las muertes están ahí, es verdad, pero yo no veo que la carretera sea peligrosa. Si se cumple la velocidad no debería de haber problemas. El tema es que igual no se cumple», concluye María Luisa Talledo, otra usuaria habitual.
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