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Los portavoces Joel Varona, Nadia San Emeterio, María Medina y Mario Pallas rodean a Dolores Gorostiaga.

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Los portavoces Joel Varona, Nadia San Emeterio, María Medina y Mario Pallas rodean a Dolores Gorostiaga. Javier Cotera

Sus señorías de Primaria

Alumnos de Selaya y de Limpias protagonizaron el Pleno infantil de Aldeas Infantiles SOS en el Parlamento, centrado en el valor de la confianza

Álvaro Machín

Santander

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Miércoles, 7 de marzo 2018, 07:21

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Antes de empezar, para hacer tiempo, a los chavales les pidieron que dijeran algo de su pueblo. «Venga, ¿quién se anima?». Hay que ponerse en situación: otros 55 críos delante, la mitad de otro colegio, en el hemiciclo, con fotógrafos apuntando... Tardó en verse una mano levantada, pero la hubo. Una valiente. «En mi pueblo hay sobaos y quesadas». Lo dijo una alumna del colegio Santísima Virgen de Valvanuz, de Selaya. Junto a los del San Vicente del Paúl, de Limpias, llenaron los escaños del Parlamento de Cantabria con sus uniformes azules y rojos. Fue para el pleno infantil que Aldeas Infantiles SOS organiza para hacer que los chavales sean «diputados por un día». Para eso y para combatir desde dentro violencias, acosos y aislamientos. Y todo, este año, con la confianza como valor protagonista.

Compromiso número tres. «Nos comprometemos a aceptarnos como somos, con nuestras virtudes y nuestros defectos, respetando a los demás y mejorando día a día». Fue el más votado tras una sesión completa. Un Pleno. Con cuatro portavoces exponiendo propuestas desde el atril y con votaciones. «Nunca ocupamos todos los escaños, da gusto ver así el Parlamento», les dijo al empezar la presidenta de la Cámara, Dolores Gorostiaga. El consejero Francisco Fernández Mañanes recordó a los chicos de primaria (tenían diez y once años) que algún día tendrán en sus manos «el futuro de la región» y el presidente en España de Aldeas Infantiles SOS, Pedro Puig, fue al fondo del asunto: «No queremos que ningún niño tenga que ir al colegio con miedo».

Y luego hablaron ellos. Mario, el primero. «Me llamo confianza», tituló su discurso. María contó la historia de Adán, un chico nuevo en el colegio que se sintió traicionado cuando un «supuesto mejor amigo» reveló sus secretos. Luego le tocó a Nadia, con el relato de superación de Roberto, un niño con discapacidad que recuperó la confianza al encontrar el apoyo y la compañía de un compañero. Joel cerró las intervenciones de los portavoces. «No hay nada como tener a alguien cerca cuando se pasa un mal momento». Los cuatro cerraron su turno con sus tres propuestas de compromiso. Dejarse aconsejar, tratar de hacer felices, guardar los secretos que nos pidan no decir, cumplir con la palabra, confiar en los padres o profesores cuando hay problemas...

Las votaciones

Y eso votaron. A su manera. Porque a algunos críos les daba por comentarlo entre ellos durante las deliberaciones, pero otros guardaban con celo eso del voto secreto. «¿Y tú qué pones?». «Me gustaría que los diputados y diputadas hubiesen visto este Pleno porque os comportáis bastante mejor que ellos», dijo Gorostiaga. Estuvo rápida la presidenta. Vio en la tribuna de público a tres chavales que se habían quedado sin sitio y les hizo sentarse en la Mesa del Parlamento. Aplauso para ellos.

Once votos para la número tres. La de aceptarse como somos. Les gustó la idea porque en segundo lugar terminó una parecida. «Luchar contra nuestras inseguridades e ir adquiriendo confianza en nosotros mismos». Para el tercer puesto hubo empate. «Creer en ti mismo porque, si no, no vas a poder lograr lo que te propongas» y «mantener nuestra palabra, si nos comprometemos a hacer algo, lo hacemos». Con un «se levanta la sesión» y «el bolígrafo os lo podéis llevar» se cerró la mañana. Y tan contentos.

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