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Julián Bárcena Ruiz, frente a la fachada de su videoclub Puente. Luis Palomeque

El fontanero cántabro que hace frente a Netflix

El sector del videoclub agoniza. Tan solo quedan siete establecimientos en Cantabria, pero uno de ellos, lejos de mermar sus ganancias, crece contra todo pronóstico

Ana del Castillo

Santander

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Domingo, 18 de marzo 2018, 07:47

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Las descargas ilegales, las plataformas multimedia de entretenimiento y el empuje de internet están obligando al sector del videoclub a echar el cierre. Hace quince años había en Cantabria más de cien videoclubs. Hoy, tan solo quedan siete. Sin embargo, algo pasó en 2016. El fontanero de profesión Julián Bárcena Ruiz, con 33 años, decidió que no podía dejar morir el sector que tantas historias le había mostrado desde que era niño. Cuando los propietarios de su videoclub habitual le anunciaron el cierre del establecimiento decidió consagrar su vida al cine, adquirir el negocio y pintar en la fachada a Darth Vader en pijama de rayas blancas y azules manejando el mando de la televisión. Ahora, dos años después de aquello, lejos de ver mermar su negocio, no da abasto.

Videoclubes abiertos en Cantabria

  • Videoclub Nevermind Calle Felisa Campuzano, 20, Los Corrales De Buelna.

  • Videoclub Metrópolis Avenida Luis de la Concha, 37, Renedo de Piélagos.

  • Videoclub Zona K Hermandad Donantes de Sangre, 2, Muriedas.

  • Videoclub Cinemax Travesía San Fernando, 9, Bezana

  • Videoclub Hollywood Calle Albericia, 22, Santander.

  • Videoclub Quop Calle Leonardo Rucabado, 25, Castro Urdiales.

  • Videoclub Puente Plaza La Concordia 184, Puente San Miguel.

La vida en el videoclub Puente, en la plaza de la Concordia de Puente San Miguel, está medida al milímetro. Bárcena es extremadamente ordenado y pulcro. «Más que en mi propia casa», apunta. Un esmero que no pasa desapercibido entre socios y vecinos. «¡Tiene un éxito de la virgen! Lo tiene muy bien montado y el chico es muy limpio y cuidadoso», dice Carlos, el carnicero del local contiguo. Como ocurre con el resto de locales de Cantabria, el videoclub Puente no solo vive del alquiler de películas. También de la venta de chucherías, refrescos, palomitas, snacks, helados...

A los pies de una figura de 35 centímetros de Charles Chaplin tiene grandes clásicos como 'Cinema Paradiso', 'Alien', 'El Golpe' o 'Mary Poppins'. No es el único género que trabaja. En sus estanterías se pueden encontrar cintas de terror, cine español, comedia, estrenos, de autor, series, ciencia ficción, acción, independiente, infantil y en venta. Entrar en su videoclub es abrir una puerta al pasado recordando aquellas tardes de viernes en las que un grupo de amigos quedaba para ver las pelis que entre todos habían alquilado: 'El día de la bestia', 'Tesis', 'Seven'... Entre sus más de 2.500 títulos él mismo destaca una película por encima de todas: 'Interestelar', de Christopher Nolan. «La vi en el cine y salí alucinado. No daba crédito a lo que acababa de ver, aunque la que más he visto ha sido 'Matrix'», señala.

Interior del videoclub Puente y la sala de proyecciones. Luis Palomeque
Imagen principal - Interior del videoclub Puente y la sala de proyecciones.
Imagen secundaria 1 - Interior del videoclub Puente y la sala de proyecciones.
Imagen secundaria 2 - Interior del videoclub Puente y la sala de proyecciones.

Bárcena tiene 5.200 socios, pero prefiere referirse a ellos como «una gran familia». Precisamente el trato con el cliente es lo que da valor al videoclub Puente y es lo que nunca podrán ofrecer plataformas digitales como Netflix o Movistar. «Ayer eran las nueve de la noche -cierro a las 22.00 horas-, yo estaba en la parte de atrás, entró un cliente y ya sabía quién era sin verle. Yo mismo hacía mis apuestas: este es Dani. Y acerté». Pensando en ellos, en esa gran familia, decidió montar hace un mes una sala de proyecciones dentro del propio videoclub. Un servicio más.

El verde del Arlequín

Al fondo del videoclub Puente se encuentra desde hace un mes la sala del séptimo arte. Un pequeño e íntimo cine de trece butacas de color verde oscuro. «Como las de las salas Arlequín. Quizá hasta son las mismas... Allí vi Titanic cuando era un niño. Todavía conservo la entrada», recuerda nostálgico Bárcena.

De jueves a domingo, a las 18.00 y a las 20.00 horas, se proyectan las películas que previamente ha anunciado en el póster a modo de cartelera que pega cada semana dentro del local. Por los cuatro euros con cincuenta céntimos que cuesta un menú de refresco y palomitas, sus socios -«y quien quiera»- pueden disfrutar de una sesión de cine.

Reinventarse o morir. Eso pensó este joven empresario cuando pensó en dar una vuelta al negocio. «Compré un proyector y una pantalla y aunque no era la idea... vi un negocio en Madrid con un cineclub y pensé que aquí en Cantabria no había nada».

«Es imposible vivir del videoclub»

En el año 2004 en España se contaban 6.000 videoclubes. Según la Asociación Nacional de Empresarios Mayoristas del Sector Videográfico (Anemsevi), en la actualidad permanecen 400 abiertos.

En Muriedas sobrevive desde hace 13 años el videoclub Zona K, con más de 5.000 títulos entre el cajero y la tienda. Uno de los propietarios, Fernando Salcines, se muestra claro y tajante: «Internet se ha cargado el sector y no se ha hecho nada para evitarlo. Seguimos abiertos porque tenemos tienda de golosinas, informática y más cosas. Es imposible vivir del videoclub», dice.

«Internet se ha cargado el sector y no se ha hecho nada para evitarlo»

fernando salcines | videoclub zona k

El declive del sector se explica, según Anemsevi, por varias razones. «La piratería contra la que no se hicieron los esfuerzos necesarios por parte de los Ayuntamientos, las Administraciones Autonómicas y la Administración Estatal. Y de un tiempo a esta parte, la competencia de las plataformas que en muchos casos ni siquiera compiten porque Netflix, por ejemplo, ofrece un catálogo basado en series propias y películas de catálogo, pero esas películas no son estrenos, son bastante antiguas», explica Carlos Grande, secretario de la Asociación.

«Con lo que sacamos de alquilar películas no nos da ni para pagar la luz»

teresa delgado | encargada del videoclub hollywood

Bárcena -de momento- tiene la ilusión intacta, aunque entiende el malestar que hay en el sector. «La gente que lleva muchos años está quemada y desmotivada. Yo he entrado nuevo, con ganas de trabajar, de hacer cosas...».

La irrupción de nuevos modos de ver cine en casa ha supuesto que los videoclubes tengan que reinventar su razón de ser. «Con lo que sacamos de alquilar películas no nos da ni para pagar la luz», apunta Teresa Delgado, encargada del videoclub Hollywood, en la Albericia, único que queda abierto en Santander. Ellos, como la mayoría, tuvieron que incorporar nuevos servicios a su local y ahora venden hasta zapatos. «Somos una tienda 100 donde vendemos de todo. El videoclub lo mantenemos porque le tenemos cariño, pero aquí no viene nadie». Ni con grandes ofertas como la que anuncian en el mostrador: 'Cinco películas por cuatro euros'.

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