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Laboratorio de síntesis. La responsable de la Unidad de Radiofarmacia, María de Arcocha, trabaja en una de las celdas de síntesis químicas. Roberto Ruiz
Valdecilla es capaz de detectar el alzhéimer antes de que haya señales de la enfermedad

Valdecilla es capaz de detectar el alzhéimer antes de que haya señales de la enfermedad

El servicio de Medicina Nuclear es un referente nacional por su ciclotrón, el acelerador de partículas que permite producir radiofármacos para llegar a diagnósticos concretos

Ana Rosa García

Santander

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Domingo, 20 de mayo 2018

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Valdecilla es capaz de hacer un diagnóstico precoz de alzhéimer. De detectar el mal del olvido antes incluso de que aparezcan las primeras señales. Este avance, al alcance de contados hospitales, es tan desconocido para la población como el propio servicio que realiza las técnicas de imagen molecular que permiten ver esta enfermedad sin haberse manifestado: Medicina Nuclear, la especialidad que utiliza sustancias radiactivas para obtener esa visión interna del cuerpo y detectar las anomalías moleculares, siendo la oncología su gran campo de acción. La clave reside en la sustancia concreta que se inyecta al paciente para que cuando se le someta a la prueba del PET (tomografía por emisión de positrones) la 'foto' que se proyecte en la pantalla refleje en color la alteración que se busca y facilite su localización de cara al tratamiento.

En el ejemplo del alzhéimer, esa 'guía' es el carbono 11, uno de los radiomarcadores que genera la joya de la corona del servicio, el ciclotrón. «Es un acelerador de partículas que produce isótopos radiactivos que se envían al laboratorio de síntesis, con módulos automatizados, donde hacemos diferentes radiofármacos en función del diagnóstico que buscamos», explica María de Arcocha, la responsable de la Unidad de Radiofarmacia, cuyo trabajo consiste en sintetizar moléculas que, una vez en el organismo del paciente, «van a sitios determinados», se adhieren a la lesión. Ella es quien está al mando de esta exclusiva 'fábrica' de fármacos de vida efímera. «Fundamentalmente utilizamos flúor 18, pero lo que nos distingue del resto de hospitales es el uso del carbono 11», que se emplea también para diagnóstico de tumores prostáticos y cerebrales.

11.000

exploraciones al año realiza el servicio de Medicina Nuclear de Valdecilla, de ellas casi un 60% son PET (con radiotrazadores) y un 40% de medicina convencional.

«La posibilidad de sintetizar moléculas con carbono 11 es como cambiar de liga, estamos jugando en la Champions», añade José Ignacio Banzo, jefe de Medicina Nuclear de Valdecilla. «Hablamos del estudio de enfermedades con trazadores muy específicos. En alzhéimer, se estudia el depósito de la proteína beta amiloide en el cerebro, uno de los orígenes del deterioro cognitivo», apunta. Precisamente, se acaba de publicar en el 'Journal of Alzheimer's Disease' el estudio liderado por el neurólogo Pascual Sánchez-Juan, en el que ha colaborado Medicina Nuclear, que ha demostrado que estas técnicas de imagen molecular mejoran y aceleran el diagnóstico de las demencias. Este trabajo ha estudiado a más de 400 pacientes, la serie más amplia de España y una de las mayores de Europa.

«Sintetizar moléculas con carbono 11 es cambiar de liga, saltar a la Champions»

José Ignacio Banzo | Jefe de Medicina Nuclear

La investigación ha concluido que este tipo de pruebas es de especial utilidad en los pacientes con síntomas atípicos, jóvenes y en estadios iniciales de la enfermedad. Como explica Sánchez-Juan, la enfermedad de Alzhéimer es la causa más frecuente de demencia, y su diagnóstico hasta fechas recientes se basaba exclusivamente en síntomas clínicos. «Tan solo éramos capaces de detectar el depósito de proteína beta amiloide y de proteína tau, huellas patológicas de esta enfermedad, en la autopsia del paciente», indica.

Esta limitación provocaba que el diagnóstico fuese tardío, normalmente en fase avanzada de la patología, y menos fiable, ya que hasta un tercio de los pacientes inicialmente catalogados clínicamente como alzhéimer no tenían esta enfermedad en la autopsia. «Ahora podemos ayudar al clínico a determinar si hay mucha o poca amiloide en aquellos casos en los que tengan dificultades de clasificación o haya comorbilidades (enfermedades que se van mezclando)», apunta Banzo.

«Exige coordinación, la vida media de este fármaco es de apenas 20 minutos»

María de Arcocha | Unidad de Radiofarmacia

Una ventaja solo al alcance de los centros que cuentan con un ciclotrón en sus instalaciones -el de Valdecilla fue donado por la Fundación Botín en 2005-. Y es que la peculiaridad del carbono 11 es que «tiene una vida media de 20 minutos, lo que implica que hay que fabricar el producto en el sitio donde lo vas a utilizar. De Santander a Torrelavega ya no llega. Hay que trabajar en situaciones muy concretas y bien coordinado, porque ese producto 'se te escapa entre las manos'». Esto exige una coordinación a contrarreloj de la citación de pacientes, que además está limitado a cuatro cada día. En cambio, con el flúor, que hasta hace unos años era el único radiofármaco que se utilizaba, se dispone de un margen de 120 minutos, «antes de que la actividad se reduzca a la mitad». De hecho, la sustancia que genera el ciclotrón de Valdecilla se puede comercializar. Un laboratorio farmacéutico lo sintetiza y lo suministra a toda la zona norte, «a un radio máximo de dos o tres horas».

Medicina Nuclear

El servicio de Medicina Nuclear está dividido en dos secciones, una de medicina convencional, centrada en el diagnóstico, «siempre muy enfocada hacia la oncología (el 80%)»; y la vía de la innovación, abierta hace más de una década con la incorporación del PET, el ciclotrón y el laboratorio de síntesis, que supuso «una revolución absoluta, un cambio completo en diagnóstico del cáncer en este hospital, que nos sitúa en los estándares internacionales». Toda esta dotación recientemente se ha visto reforzada con una nueva gammacámara, «el punto que nos faltaba». Una unidad que «lleva dos máquinas acopladas a una (TAC+PET). Con ella entramos en la multimodalidad, imagen de fusión de la imagen molecular y la estructural».

Desde su implantación, se han realizado más de 200 exploraciones. «Es espectacular lo que puede aportar», declara Banzo. «El resultado es altamente positivo. Se afina la localización de lesiones y se logra mayor certidumbre en el diagnóstico». La «guinda» para el servicio llegará cuando se haga realidad el proyecto solicitado a la Gerencia del hospital: la actualización del PET, que requiere una inversión de cerca de 2 millones de euros. «Eso nos garantizará que quede un servicio potente para los próximos diez o quince años».

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