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«La verdad es un asunto de Estado y este tiene la obligación de protegerla»

«La verdad es un asunto de Estado y este tiene la obligación de protegerla»

El periodista Arcadi Espada presenta mañana en el Ateneo de Santander 'Un buen tío', su libro en defensa del expresidente valenciano Francisco Camps

Mada Martínez

Santander

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Miércoles, 18 de abril 2018, 07:30

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«Pero de qué habríamos hablado usted y yo si esas declaraciones no hubieran existido. No habría ningún material de interés, esto sería una conversación anodina», responde, irónico, Arcadi Espada en relación a algunas de las polémicas que han desatado sus columnas, sus comentarios, su interpretación de la realidad. «Sobre este asunto de las polémicas preferiría ahorrarme el hecho de escuchar que soy polémico. Lo que es polémico es la realidad. Yo soy tan polémico como lo es la realidad». Ahora está en plena campaña de promoción de su verdad sobre el expresidente de la Generalitat Francisco Camps, a quien Espada reivindica tras resultar inocente en el caso de los trajes. Su investigación y encuentros con el expresidente han derivado en 'Un buen tipo' (Ariel, 2018), un libro en defensa de Camps y contra lo que Espada llama «cacería» mediática. El periodista lo presenta mañana, a las 19.30 horas, en el Ateneo de Santander, dentro de la programación del Aula de Cultura de El Diario Montañés.

-¿Qué provocó que se pusiera a escribir este libro?

-La perplejidad, yo escribí este libro en una estado de perplejidad. Cuando empecé a ver que a una persona a la que yo creía que habían regalado cuatro trajes se le organizaba una cacería sin precedentes. Desde ese momento hasta el final, hasta que he acabado el libro, aún me falta por comprender la profundidad, las razones por las cuales Camps fue destruido mediáticamente. La perplejidad es el motor de este libro.

-Camps resultó inocente en el caso de los trajes, pero ¿por qué le convierte en «un buen tipo», en alguien «inteligente, trabajador, honrado»?

-Primero, es un buen tío porque las personas somos buenos tíos o buenas tías hasta que un juez no nos levante esa condición y nos condene. En el caso del señor Camps, ningún juez le ha condenado, si no que determinó que era inocente, por lo que la calificación de buen tío está justificada. [...]Durante estos cinco años he tratado a Camps bastante. Y aunque no he tratado al político vencedor, sino al 'loser', a la persona que ha perdido, puedo dar fe, según mi experiencia y conocimiento de las cosas, de que Camps es un buen político, un hombre honrado y trabajador, inteligente y dotado de un sentido del humor que a veces es sorprendente.

-¿Tenía para usted esta historia el atractivo del perdedor?

-La mayoría de los periodistas que yo he conocido, mi generación de periodistas nos interesábamos siempre por la estrategia del salmón... Contesto cosas que me parecen obvias cuando me preguntan: '¿Y usted por qué se dedica ahora a este hombre?'. Es una pregunta que, para un periodista, es un poco extraña. No nos vamos a dedicar solo a los vencedores. Los vencedores tienen su interés, por ejemplo escribir sobre el señor Trump tiene su interés, no lo dudo, pero las historias de derrota son historias que explican mucho sobre nuestra vida, y sobre la organización de la sociedad, sobre todo cuando detrás de esa derrota, como en este caso, hay una injusticia profunda y manifiesta.

«Es un hombre honrado, trabajador, inteligente y dotado de un sentido del humor que sorprende»

-Le han preguntado ya por esto, pero insisto: ¿Ve alguna similitud entre el caso Camps y el de Cifuentes?

-Me lo preguntan siempre. El caso de la señora Cifuentes y el del señor Camps tienen un punto de contacto solamente: la extraña relación del PP con la verdad. El PP no destituye a la señora Cifuentes a pesar de que es absolutamente veraz que falsificó sus estudios e hizo constar el título de un máster que no cursó. Con esa verdad el PP hace una extraña operación que es la de mantener a la señora Cifuentes. En cambio, con el señor Camps, cuya verdad era exactamente la contraria, es decir, no fue responsable del delito que se le imputaba, el PP reaccionó de una manera harto sorprendente: ignorando la verdad, y no restituyendo al señor Camps. Es realmente sorprendente la actitud del PP con la verdad, siempre hace lo contrario a lo que debe con ella.

-Ha ejercido durante años el periodismo político. ¿Qué relación han de mantener periodistas y políticos?

-Es difícil dar una norma o pauta general. Los periodistas han de tratar a la gente de una doble manera: en primer lugar, para los periodistas los políticos son materia prima, a veces muy valiosa, están en posesión de secretos que a los periodistas les interesan, y por lo tanto, tienen que mantener una relación buena, porque de ellos depende un poco el negocio. A los políticos les pasa con los periodistas exactamente lo mismo: también dependen de ellos para proyectarse. Es una relación marcada por el interés donde están en juego muchas cosas. Que a una relación de interés se le exija honradez siempre... es una falta de realismo.

-¿Cuáles cree que son las grandes causas o retos del siglo XXI?

-Para no apartarnos demasiado de esta conversación, creo que hay una cosa importante que la democracia debe de preservar: la circulación de la verdad. La verdad en estos momentos está mas acosada que nunca. Es difícil protegerla, más de lo que era hace diez siglos. Protegerla ya no debe ser solo un asunto de los periódicos o de la sociedad. El Estado tiene la obligación de proteger la verdad. Hace bastante tiempo que las democracias tendrían que plantearse la posibilidad de tener ministerios de la verdad, a la manera orwelliana. La verdad es un asunto de Estado.

-Le cito: «Escribo en una época donde Trump gobierna los Estados Unidos de América, el Reino Unido ha decidido abandonar Europa, y el Gobierno de Cataluña ha declarado la independencia ilegal de España». ¿Es este su retrato del Apocalipsis?

-Es un retrato del descrédito de la verdad. Todos estos incidentes han sido provocados, entre otras cosas, por la circulación de las mentiras. Trump es la mentira, el Brexit es una mentira, la independencia de Cataluña es una mentira. En el País Vasco, una mentira provocó centenares de muertos, años de tragedia y locura, personas que hoy se pudren en cárceles. Todo eso es producto de las mentiras: los seis millones de judíos que murieron en las cámaras de gas, el comunismo... En realidad, el régimen más veraz que el hombre ha inventado es la democracia, donde las mentiras tienen un peso menor. La democracia no debe de ser ingenua: debe de proteger la verdad, esa protección es su supervivencia.

«Es el régimen más veraz que ha inventado el hombre, donde las mentiras tienen un peso menor»

-¿Qué opina sobre el 'procés', se puede desenquistar políticamente?

-Hay una vía política muy clara: que los rebeldes cumplan la ley.

-Ha contado que hizo una antología de los insultos que le dedicaron en Twitter. ¿Fue larga, como la tomó?

-Hice esa lista para que constara en qué condiciones, a veces, discurre el hombre. No tiene nada que ver con las amenazas reales [habla de amenazas de muerte, de las sufridas en el País Vasco]. Pero yo sostengo que la principal amenaza a la libertad no viene de los poderes oscuros, de los sótanos, del mal de los estados y los servicios secretos..., sino de la actividad del pueblo armado en red. Esas llamadas redes sociales, que yo no gasto, esa actividad es hoy la principal censura, amenaza o intimidación.

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