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Julia, Goya, Milagros y Carmen, cuatro mujeres octogenarias, siguen hoy buscando los restos de sus padres muertos en la Guerra Civil
Ochenta años en silencio

Ochenta años en silencio

Cuatro mujeres con un denominador común, la desaparición de su padre en la Guerra Civil española, relatan en esta pieza de teatro documental cómo ha sido su vida

Lola Gallardo

Jueves, 11 de febrero 2016, 12:25

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Julia, Goya, Milagros y Carmen son cuatro mujeres con varios denominadores comunes: tienen más de ochenta años, perdieron a su padre en la Guerra Civil Española y todavía hoy siguen buscando. «Ochenta años en silencio. Solo quiero enterrar juntos a mis padres», declara Julia. Mientras, Goya se emociona y tras relatar la última vez que vio a su padre «se subió en un coche, le llevaban a declarar y no volví a verlo nunca más» reconoce lo dura y cruel que ha sido la vida para ella: «No pude ir al colegio. Las consecuencias de perder a mi padre fueron muy penosas».

Exhumación. Materia cruda, una pieza de teatro documental escrita y dirigida por Mercedes Herrero llega hoy al Teatro Concha Espina, con la compañía de teatro Pez Luna Teatro de la mano de La Vorágine. Es un impactante espectáculo de realidad y memoria que acerca a Torrelavega el proyecto Desmemoriados, memoria colectiva de Cantabria, de La Vorágine.

«Esta obra nace de la necesidad del ser humano de cerrar los círculos vitales que le marcan la vida. Es una reflexión sobre cómo se puede vivir ochenta años sin poder llevar flores a tu padre porque no sabes dónde está enterrado. Es un homenaje a cuatro mujeres de ochenta años que llevan toda su vida luchando por encontrar los restos de su padre», relata Mercedes Herrero.

¿De dónde surgió la idea? Herreros recuerda que durante años hizo teatro de calle con la compañía Alkimia 130 y colaboraban con la asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. «Íbamos a las fosas comunes, exhumaban cadáveres y nosotros lo habíamos visto muchas veces», cuenta Herreros, quien en su tesis doctoral abordó este tema. «La obra se hizo para una única representación y con esta ya son diez y queremos seguir», cuenta. El primer paso de su tesis consistió en entrevistar a mujeres octogenarias. «En realidad la obra es una exhumación de ellas, porque ellas están enterradas con ellos», afirma quien con este trabajo rinde un homenaje a todas las niñas y niños que durante la Guerra Civil perdieron a su padre. «Llevan ochenta años resistiendo y esperando... En silencio», narra la directora, quien reconoce las secuelas que deja una infancia silenciada en niñas que vivieron un dramático suceso en su más temprana infancia. Junto al testimonio de las cuatro mujeres se ha incorporado el del arqueólogo Julio del Olmo, que comparte su perspectiva de lo que supone vivir el momento de exhumar a alguien. Y al final de la obra hay un momento de silencio, de reconocimiento y respeto a las cuatro mujeres y a lo que representan.

Julia tenía seis años cuando vio por última vez a su padre. Sindicalista de UGT, trabajaba en una fundición. Un día después de iniciarse la Guerra Civil, el 19 de julio de 1936, un camión lleno de hombres aparcó junto a su casa y se llevó a su padre. «Dijeron que le llevaban a declarar, pero no fue así. Le golpearon, lo subieron al camión y se lo llevaron. Estuvo preso cuatro meses hasta que un día desapareció», recuerda. Su madre iba todos los días a llevarle la comida hasta que un día le dijeron que le habían dado la libertad «pero no fue así, a mi padre le dieron el paseo y nunca volvimos a saber de él». Llegaron años de penuria económica, su madre enfermó y «se ha muerto. Yo solo quiero enterrar a mis padres juntos, como era el deseo de mi madre, pero no podemos hacerlo solos. Necesitamos que un Gobierno, del color que sea nos ayude».

Goya se emociona cuando recuerda la última vez que vio a su padre. Fue un 26 de julio de 1936 cuando llegó un coche descapotable «y dijeron que se llevaban a mi padre a declarar. Nunca volvimos a verlo». Hoy contarán sus historias en el escenario del teatro Concha Espina. ¿El objetivo? Sacarlas del silencio, y darles un momento y un espacio para alzar la voz.

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