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"La educación es el arma de defensa propia de la democracia"

"La educación es el arma de defensa propia de la democracia"

Fernando Savater dice que «cualquier ciudadano en democracia tiene que ser educado cómo si el país dependiera de él»

Guillermo Balbona

Jueves, 30 de junio 2016, 10:46

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El filósofo y el escritor, el pensador y el creador, el también profesor y el intelectual, todos los pensamientos y voces que caben en Fernando Savater se encauzaron en describir una idea: «Educar ciudadanos». En su discurso inaugural de los Cursos de Verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo el autor de La infancia recuperada fundamentó la «oportunidad honrosa» que le concedía la UIMP en reclamar un aprendizaje del ser ciudadano y de su vínculo de interacción con la democracia. Educar a los jóvenes «como si el destino del país dependiese de ello. No vale con dar una formación meramente laboral, sino que hay que educar en ciudadanía».

En presencia del ministro en funciones de Educación, Cultura y Deporte, Iñigo Méndez de Vigo, Savater dijo rotundo que «la educación es la primera gobernanza que padecemos para aprender a ejercer nuestro papel de gobernantes». Una materia de educación para la ciudadanía es «obligatoria para todos» a pesar de que «lamentablemente no hemos logrado aceptarla y encajarla en nuestros planes de estudios», y se antoja «fundamental para fomentar la aceptación de que hay opiniones, alternativas, discusiones, valoraciones diferentes y diversas aunque debajo de ello, exista un fondo común que hay que respetar».

Savater apeló a la necesidad de «aprender a tocar afinado la democracia, lo que no surge de manera espontánea». Defendió que las democracias tienen que «educar en defensa propia». Subrayó que «la humanidad es el reto final de la educación». Reivindicó una educación para la ciudadanía y sostuvo que el objetivo esencial de las democracias «es la capacidad de crear ciudadanos».

En este sentido apuntó que «su primera tarea ha de ser preparar a los neófitos para que puedan ejercer como ciudadanos, conociendo sus derechos y sus deberes, las razones para obedecer y también los casos en que conviene la disidencia». Y expresó una advertencia: Sin nuevas generaciones de ciudadanos que sepan «cómo y por qué serlo, la democracia se convertirá en una cáscara vacía de contenido político o en una forma de autocracia disfrazada».

El filósofo recordó su estrecho vínculo con la UIMP, sus estancias en La Magdalena durante años como conferenciante, profesor, director de cursos...y tuvo un recuerdo emocionado para su mujer, fallecida el pasado año, quien le ayudaba en las tareas académicas. Savater, que también evocó la figura del rector Ernest Lluch, destacó que la única forma de «respetar» una opinión «es precisamente discutirla o sea zarandearla para ver si sus raíces teóricas están arraigadas en la realidad o en dogmas y supersticiones».

En su argumentación, apoyada en un discurso escrito que Savater memorizó y recreó con otras reflexiones, dijo rotundo que «la humanidad ha avanzado gracias a no respetarse las opiniones». Educar «no es solo formar trabajadores, sino seres humanos con capacidad de saber «por qué obedecer y por qué rebelarse, razones para obedecer y razones para disentir», y se refirió a «la capacidad de persuadir y de ser persuadidos». Asimismo, destacó la necesidad de formar en el debate, porque, a su juicio, «la falta de capacidad de expresión lleva a la violencia».

A su juicio, la educación democrática «no puede reducirse a la preparación para adquirir competencias laborales, por indispensables que sin duda sean éstas. No se educa solamente para disponer mañana de buenos empleados... La herramienta más compleja que los ciudadanos tienen que aprender a manejar es la democracia misma». El pensador recordó que en el presente «hay recelo ante todo proyecto educativo que incluye la formación ciudadana entre sus exigencias». Y precisó que lo que se teme es que «se constituya en un adoctrinamiento sectario, cuando precisamente de lo que se trata es de preparar a los neófitos para el debate y la ponderación crítica de las propuestas políticas».

En su radiografía del presente Savater destacó ese manera recurrente de señalar a los políticos: «Vemos cómo mucha gente, con razón o por disconformidad con medidas que se toman, dicen que los políticos no entienden a los ciudadanos», pero advirtió de que «los ciudadanos no comprenden la función política».

Lamentó cómo «a veces vemos ese ejemplo de la mala política de considerar a la mitad de un país enemigo de la otra mitad» y dijo que «los políticos obviamente deben acercarse a los ciudadanos pero estos deben entender la labor del político, que no es enfrentar unas necesidades contra otras ni fomentar las enemistades dentro del país».

Tras citar a Galbraith «Todas las democracias contemporáneas viven bajo el temor permanente a la influencia de los ignorantes», el autor de Etica para Amador precisó que los ignorantes son aquellos que «no son capaces de comprender una argumentación o de argumentar sus demandas sociales de manera inteligible para los demás, los que no cotejan y valoran las opiniones de los expertos y, sobre todo, los que creen que todas las opiniones valen igual, las fundadas y las infundadas». Un «mal obvio porque los ignorantes también votan, deciden, gobiernan o pueden ayudar a bloquear el desarrollo de un país».

Sobre internet y las redes sociales, que han «multiplicado exponencialmente las opiniones formuladas», Savater recordó que en demasiados casos «son caprichosos disparates pero algunos imbéciles arrogantes consideran que deben ser tan reverenciadas como las conclusiones de los mayores expertos en cada materia».

Frente a ello defendió la importancia de internet como «instrumento» pues «no puede sustituir la relación directa entre el maestro y el alumno». En este sentido, reclamó «el cuerpo a cuerpo» porque «sólo se puede aprender a vivir en la relación con el otro ser humano». Un caudal de información en internet, «donde cabe lo bueno pero también lo letal y lo atroz», que «puede convertirse en una trampa». Para contrarrestar ese mal «la educación es el arma de defensa propia de las democracias», dijo Savater, para quien se debería impartir siempre como si fuera para «príncipes», con el objetivo de alcanzar «una ciudadanía responsable formada en el debate de ideas, frente a expresiones de violencia». Y en su discurso insistió en que «internet no es más que un instrumento, una herramienta, cuyo objetivo es reforzar y mejorar nuestros lazos humanos, no destruirlos».

Para Savater «los dos grandes enemigos de la democracia son la miseria y la ignorancia. Son los dos males de las democracias». La ciudadanía, destacó, «no es una ciencia exacta ni un estereotipado conjunto de respuestas a un formulario». En este contexto, el filósofo recordó que «educar posee una dimensión cívica». En su reflexión final el autor de El valor de educar dijo contundente: «No nos quejemos tanto si no nos hemos preocupado antes de educarnos como ciudadanos»

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