Diecisiete sedes se disputaron el Museo en un debate enconado y politizado

Con la elección del aparcamiento del Palacio de Festivales para construir la sede definitiva del Museo de Prehistoria de Cantabria (Mupac) se entierra definitivamente el artificioso debate sobre su continuidad en Santander. Una mecha que prendió a comienzos de año cuando se descartó su ubicación en la sede del Banco de España, donde estaba prevista inicialmente, en favor del centro asociado del Reina Sofía, y se anunció que necesitaba un nuevo hogar. No tardaron en salirle rivales a Santander, la que había sido su casa durante sus 90 años de vida. Saltó a la palestra Torrelavega, luego Santillana del Mar, Comillas y Puente Viesgo, Villaescusa y Ramales de la Victoria. Siete ayuntamientos para un total de diecisiete sedes. Fue un cortejo rápido, imprevisto, cuestión de días. Entre las propuestas había palacios, hermosas casonas, aparcamientos, antiguos conventos y antiguas fábricas; había un interés y una concreción que resultaron inusitados. Una suerte de puja al mejor postor llena de reproches entre administraciones.

Hubo tanto interés que el Gobierno regional no cerró la puerta a nadie y se comprometió a estudiar todas las posibilidades. A Santander, ciudad a la que hasta el momento no se le había disputado la custodia del Mupac, se le atragantó entonces la competencia. Para el alcalde, Íñigo de la Serna, era "incomprensible [] plantearse cualquier hipotética salida del museo de la ciudad", se quedaría cojo el proyecto de "anillo cultural" y se rompería la vinculación histórica entre la ciudad y el museo.

Guerra entre Santander y Torrelavega

Fueron Santander y Torrelavega los que acapararon la guerra más visible no solo por el tono y las declaraciones políticas de sus gestores, sino por llevar las consignas a la calle y a los lugares públicos. En Santander, no sin polémica, se exhibió una pancarta en el balcón del Ayuntamiento en la que se exigía que permaneciese en la ciudad: "Museo de Prehistoria. No al traslado, se queda en Santander".

Tuvieron que pasar cinco meses hasta que el Gobierno de Cantabria cerrase el debate con el anuncio de que la instalación, aún sin sede definitiva, se quedaba en Santander. Un tiempo en el que resucitaron las viejas reyertas entre Miguel Ángel Revilla e Íñigo de la Serna tras nueve meses de legislatura tranquilos. El jefe del Ejecutivo reprochó que la capital no haya dado importancia hasta ahora al museo. La réplica desde el municipio fue inmediata: plantear la salida del Mupac "es un insulto a la ciudad, a su historia y a sus vecinos".

En paralelo a la controversia política e institucional los colectivos culturales y ciudadanos, o sus gestores y representantes, no se quedaron a la zaga. La convocatoria de debates y los artículos y tribunas no cesaron y se convirtieron en una corriente de opinión dominante. Todo hasta que Revilla, De la Serna y Ramón Ruiz, a la sazón consejero de Cultura, firmaron la pipa de la paz con un apretón de manos el pasado julio. O casi. Todavía desde el Ayuntamiento lanzaron un dardo el pasado jueves vía comunicado pidiendo conocer su ubicación antes que la opinión pública.

Para evitar agravios comparativos

Y para evitar agravios comparativos Cultura prepara con algunos de los ayuntamientos descartados una batería de proyectos. A Santillana del Mar le ha correspondido un Centro de Arte Rupestre de la Unesco, en Puente Viesgo un Centro de Prehistoria con parque cuaternario y para Torrelavega se está estudiando "algo potente" aún sin desvelar.

Lo positivo de este ruido de sables es que la polémica consiguió avivar el interés por el museo. El pasado año fueron cerca de 30.000 las personas que pasaron por los sótanos del Mercado del Este, lo que supuso un incremento del 20% respecto a 2014. El arranque de 2016 subrayó esta tendencia al alza. El Mupac, en sus tres años de nueva vida, con más de 2.600 piezas y objetos de exhibición permanente, ha captado la atención escolar, e incrementado su promoción divulgativa y sus programas de actividades.

La conmemoración del 90 aniversario, en cualquier caso, busca ser por tanto, "un reconocimiento y un homenaje a nuestros investigadores, a los maestros que nos han precedido", nombres como Carballo, Hermilio Alcalde del Río, Miguel Angel García Guinea y, entre otros, Joaquín González Echegaray.