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Mira Milosevich (Belgrado, 1966) desgrana la historia de los últimos cien años en Rusia
"Las grandes potencias se pueden cortejar pero nunca se casan"

"Las grandes potencias se pueden cortejar pero nunca se casan"

La investigadora Mira Milosevich, Socióloga serbia, presentará el martes su libro ‘Breve historia de la Revolución Rusa’ en el Ateneo en un acto organizado por el Aula de Cultura de El Diario

Rosa Ruiz

Lunes, 13 de marzo 2017, 18:25

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Este año se cumple un siglo de la Revolución Rusa y la socióloga serbia Mira Milosevich (Belgrado, 1966), ha escrito un ensayo Breve historia de la Revolución Rusa (Editorial Galaxia Gutenberg), en el que profundiza en las causas y en las consecuencias del levantamiento, con el retrovisor puesto tanto en el origen, 1917, como en la caída de la URSS, en 1989. La autora, que presentará este libro el próximo martes, en un nuevo acto del Aula de Cultura de El Diario Montañés, en su sede del Ateneo, considera en este libro que el Estado bolchevique se sostuvo sobre el terror, la autocracia ideológica del partido único, la ausencia de libertades individuales y de propiedad privada; pero también que el ciclo revolucionario todavía no ha concluido. Ha publicado en España Los tristes y los héroes. Historias de nacionalistas serbios y El trigo de la Guerra. Nacionalismo y violencia en Kosovo.

Empecemos por el final. Cien años después de la Revolución Rusa, ¿cree que habrá un acercamiento entre Putin y Trump?

Creo que no. Por mucha voluntad que tenga Trump de acercarse a Rusia esta no tiene nada que ofrecer a Estados Unidos. La historia demuestra que las grandes potencias se pueden cortejar pero nunca se casan. La competitividad ha existido entre potencias desde la época de Esparta y Atenas. Roosevelt prometió a Stalin que los Estados Unidos retirarían de la URSS dos años después de la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces todos los presidentes norteamericanos lo han intentado y todos fracasaron. Esto no va a cambiar tan rápido, aunque Rusia ha aprovechado la política de Obama, que ha sido de una cierta retirada, y se ha impuesto cada vez más como un actor estratégico con quien hay que contar a través de las armas, tal y como hemos visto en las guerras de Siria y Ucrania.

¿Por qué se ha decidido a escribir este libro?

Yo he nacido en un país comunista y he vivido muy de cerca el fracaso de la idea comunista. En cierta forma el centenario de la Revolución es un buen momento para ver que se ha hecho ahora. Además, ninguno de los países que han surgido en las ruinas de la antigua Unión Soviética, exceptuando los Países Bálticos, ha tenido éxito en la transición a la democracia y yo creo que esto se debe a la pervivencia de un régimen autocrático que es muy difícil de devorar.

EE UU

  • "No habrá un acercamiento entre Trump y Putin porque Rusia no tiene nada que ofrece"

Después de cien años ¿se puede dar por concluida la revolución rusa?

En el libro no analizo todos esos acontecimientos como un hecho histórico, que sería el derrocamiento del régimen zarista y la creación de Estado comunista, sino como un ciclo. Por eso creo que la revolución aún no ha acabado y, de hecho, reconocemos muchos elementos del estado soviético en el actual. Es cierto que no podemos decir que la economía del Estado ruso actual sea planificada pero, sin embargo, sí se trata de un Estado modernitario que mantiene un alto grado de planificación económica y la palabra modernitario sugiere una mezcla régimen autoritario y modernismo. Hay una gran herencia del Estado bolchevique que permanece.

¿Qué otras cosas perduran?

Uno de los objetivos de los bolcheviques era crear el homus sovieticus, un hombre sin atributos individuales, sin propiedad privada y entregado al colectivo y eso ha constituido una cierta mentalidad cultural difícil de devorar. Hoy en día Rusia no es un Estado que se pueda comparar con la de la época estalinista, pero tampoco es un Estado democrático tal y como lo entendemos en occidente, sobre todo, en lo que respecta a las libertades individuales.

Para muchas personas el comunismo y su defensa de centrar el poder en el pueblo por encima de las individualidades tiene una vertiente bien romántica. ¿En qué quedaron esos valores cuando se puso en la práctica?

Lenin estaba obsesionado en que su producto durase más que la comuna de París, que era el ejemplo que el quería seguir. Esa comuna duró 70 días y su Estado 70 años. Sin embargo, Lenin de alguna manera se traicionó así mismo, porque su idea principal era disolver todos los instrumentos del poder estatal como la policía, el ejército o el servicio secreto con la idea de que todo el poder lo tuviera el pueblo, los soviet. Al empezar a gobernar se dio cuenta de que era imposible sostener ese poder estatal sin una administración y unas instituciones que lo sostuvieran y esas administraciones rápidamente volvieron a poner todo eso en marcha. El objetivo de los bolcheviques era derrocar al régimen zarista y entregar el poder al pueblo y el Estado que surgió de la revolución ha sido muchísimo más tiránico, burocratizado y controlado, pero en vez de por un zar por un solo partido.

Lenin

  • "Se traicionó a sí mismo. El Estado que creó fue mucho más tiránico que el régimen zarista"

Otra idea que sostiene en su libro es que más que una revolución popular el derrocamiento del zar fue un golpe de estado.

Si queremos ser precisos se puede hablar de dos revoluciones rusas en 1917. Una es la que ocurre en febrero que obliga al zar a abdicar y, por primera vez en su historia, a crear un gobierno provisional y de coalición. Esa revolución empezó de una forma espontánea con una serie de manifestaciones de las mujeres que protestaban por los elevados precios del pan a las que rápidamente se unieron los obreros de la industria textil, metalúrgica y el gremio de impresores. La otra revolución del 17 fue en octubre, y se define como revolución, pero fue un golpe de estado del ala bolchevique del partido socialdemócrata, que se negó a sostener y reconocer ese gobierno de coalición.

¿Entonces por qué hablamos de revolución?

Porque aunque esto que acabo de contar es un hecho histórico no quiere decir que no existieran las condiciones sociales y políticas para hablar de una revolución. En estos cien años hemos debatido porqué se produjo y hemos concluido en que la Revolución Rusa también fue una consecuencia del impacto de la Primera Guerra Mundial y de la incapacidad del Gobierno provisional de hacer las reformas necesarias en ese momento que los bolcheviques supiera aprovechar.

¿En occidente nos han contado bien la Revolución Rusa y sus consecuencias?

Hasta los años setenta y setenta todos los estudios de los famosos kremlinólogos o sovietólogos estuvieron muy marcados por la Guerra Fría. Hubo una gran propaganda por ambos lados. Pero desde finales de los años sesenta se han hecho investigaciones más serias por parte de los académicos anglosajones. También ha influido mucho el colapso del comunismo y la apertura de los archivos hasta entonces cerrados que han permitido hacer estudios más serios sobre la revolución. Ha sido un tema siempre polémico y muy influido por la ideología.

¿Tan difícil es salir de ese sistema?

Los países de Europa Central y del este del régimen comunista, los que han tenido éxito y hoy en día son miembros de la Unión Europea y la OTAN, vivieron el comunismo como algo impuesto por la Unión Soviética y no les ha costado librarse de esta influencia. Los que han surgido de la desintegración de la Unión Soviética, que son quince, y que introdujeron el comunismo más o menos voluntariamente aún continúan con esa influencia. Ellos lo han vivido más tiempo, setenta años. En esos países se ha creado una cultura de miedo, de terror, d coacción del estado o gobierno de un solo partido. En occidente la democracia se ha ido consolidando a lo largo de tres ciclos así que me parece que en 25 años es imposible imponer un régimen democrático de manera inmediata.

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