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Una veintena de dibujos de Delibes componen la exposición que se puede contemplar en Molledo.
‘El Camino’ de puño y trazo de Delibes

‘El Camino’ de puño y trazo de Delibes

Molledo acoge una exposición de dibujos inéditos del escritor para la edición estadounidense de su novela

Nacho Cavia

Jueves, 23 de marzo 2017, 07:19

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El centro cultural Evaristo Silió de Molledo está exponiendo en estos días dibujos que el escritor Miguel Delibes realizó de su puño y trazo para la edición norteamericana del libro El Camino allá por el año 1960, una década después de haber publicado en España la novela que selló a golpe de imprenta su devoción por el pequeño pueblo cántabro del que es Hijo Adoptivo.

Repartidos por el salón de actos del centro social, una veintena de dibujos recrean diferentes momentos de la obra ambientada en Molledo y una de las más significativas del escritor castellano. Una oportunidad única, ya que es la primera vez que se exponen al público gracias a la Fundación Miguel Delibes, propietaria de la colección. También una ocasión inmejorable para reconocer que de la pluma de Delibes no sólo salían palabras, como demostró durante mucho tiempo como acertado caricaturista.

Hace apenas dos semanas, la presidenta de la Fundación, Elisa Delibes, estuvo en Molledo, agradecida y emocionada, reconocía, por la buena respuesta de los vecinos a las jornadas que había organizado el Ayuntamiento de la localidad y el Centro de Iniciativas Alto Besaya recordando el aniversario del fallecimiento del premio Cervantes.

Ligados a Molledo por la impronta que su padre les trasmitió, en esas jornadas también participó, junto a Elisa, Germán, otro de los hijos de Delibes. Por primera vez vivieron en primera persona la comunión entre El Camino y los pasajes que recrea, dónde se mueven sus personajes, casas, tiendas, fincas e iglesias literarias y reales que desgrana desde el Puente del Rey al templo parroquial Carmen Múgica, experta en el libro y catedrática en el arte de trasmitir con sus explicaciones el alma de la obra.

Sin duda, aunque ya vencidos de antemano, esa experiencia, junto al cariño por la familia heredado generación tras generación en Molledo, rindieron definitivamente cualquier improbable obstáculo para mostrar por primera vez al gran público una serie de dibujos que resumen perfectamente cada escenario y cada escena de El Camino.

La alcaldesa también está feliz. Teresa Montero habla encantada de una "magnífica e inédita exposición" que para Molledo "supone todo un honor". Durante la reciente estancia en Molledo de los dos Delibes compartió con ellos la alegría de una muy cálida acogida.

Visiones distintas

De vuelta a la exposición, no cabe duda, cuando se visita la obra, de que tiene varias visiones. La de quienes ajenos a Molledo aprecian el arte de Delibes, los trazos claros y simples que no necesitan de más explicación. Pero también la del vecino del pueblo, entrado en años, que entrecierra los ojos (cuando no se pone directamente las gafas) para buscar similitudes. Para encontrar por dónde van las vías del tren de Molledo a Portolín; identificar el Pico Jano, cambiado de nombre en la obra que no de lugar; escrutar la cara de los pequeños, por si al artista se le fue la mano en parecidos inequívocos; el maestro, el cura, el cazador, la dependienta Y luego comparan con la película para irse encantados, porque pocos pueblos pueden presumir de tanto despliegue artístico.

La alcaldesa ya lo ha hecho, ha recorrido la muestra en varias ocasiones, reconociendo "todos y cada uno de los lugares molledenses que inspiraron la novela".

Unos y otros volverán por si se dejaron algún detalle. Lo harán junto a todos los que, de momento hasta junio, pueden acudir al centro cultural Evaristo Silió, junto a la bolera y no muy lejos del Ayuntamiento, a disfrutar de la exposición, de martes a sábados, de 10.30 a 14 horas y de 16.30 a 19.30 horas.

Allí podrán comprobar cómo, además de su conocida faceta como escritor, Miguel Delibes aprovechó más que bien sus estudios de modelado y dibujo en la Escuela de Artes y Oficios de Valladolid. Allí adquirió los conocimientos necesarios para dar salida a una de sus grandes aficiones, el dibujo. Una faceta, la de caricaturista, ampliamente desarrollada en El Norte de Castilla. De hecho fue lo que le sirvió para ser contratado en 1941 en un diario en el que inició sus pasos, bajo seudónimo, con críticas cinematográficas compartidas con sus caricaturas, para terminar dirigiéndolo.

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