Borrar
Leonardo Sbaraglia recibe el Premio Málaga-SUR.
El Festival de Málaga se rinde a la magia y emoción de Leonardo Sbaraglia

El Festival de Málaga se rinde a la magia y emoción de Leonardo Sbaraglia

El actor argentino recibió el Premio Málaga-SUR entre lágrimas de manos de su madre, quien cruzó el charco para darle la gran sorpresa de acompañarle en el Teatro Cervantes

almudena nogués

Domingo, 19 de marzo 2017, 02:06

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Versátil, camaleónico, apasionado, solidario, luchador y ante, todo, trabajador incansable. La segunda gala de la vigésima edición del Festival de Málaga arrancó con un listado infinito de adjetivos en positivo ligados al gran protagonista de la noche: Leonardo Sbaraglia. Su propia madre, la intérprete y profesora de actores Roxana Randón, ejerció de improvisada maestra de ceremonias a través de un vídeo en el que recordó los motivos que le han valido al argentino el Premio Málaga-SUR. «Es un actor muy especial, muy querido en España, Argentina, en México y en todo el mundo. Es tan exigente consigo mismo que es capaz de bordar tanto una comedia como un drama, dado que se entrega al máximo a cada personaje», subrayó Randón, quien no pudo evitar las lágrimas al hablar de su hijo. Solo un aperitivo de lo que se iba a vivir en el interior del Teatro Cervantes. Una velada intensa marcada por las emociones a flor de piel. Palabras trabadas por los sentimientos y muchas sorpresas.

«Con su presentación nos ha puesto el listón muy alto», bromeó Mabel Lozano al coger el testigo de la madre del homenajeado. La actriz destacó que Sbaraglia cumple como nadie esa dualidad que ahora reivindica el certamen malagueño. «En esta edición el festival, cada vez más vivo, se ha dispuesto a romper fronteras incorporando a su apellido cine en español, y Leo sabe mejor que nadie lo que es estar aquí y allí» subrayó la presentadora de la gala.

Su primer papel, con 15 años

Durante su intervención, Lozano puso en valor la «brillante» trayectoria del argentino, que debutó en la gran pantalla con apenas 15 años en La noche de los lápices, «una cinta durísima sobre los crímenes de la dictadura». Con aquel difícil papel comenzó una carrera de fondo frenética que le trajo a España de la mano del cineasta Marcelo Piñeyro y su Plata Quemada.

Y vino para quedarse. «Inclasificable, magnético, elegante y único y personal», -como indicó Lozano- el intérprete no tardó en conquistar al público español hasta lograr en 2001 el Goya a mejor actor revelación por el thriller Intacto. Desde sus orígenes, Sbaraglia ha sido un constante en el Festival de Málaga. Y ahora, el certamen -en el que en esta edición presenta dos películas: Nieve negra y El otro hermano- le devuelve ese apoyo y ese cariño en forma de una de las estatuillas más prestigiosas: el Premio Málaga-SUR que anoche recogió rodeado de grandes amigos.

Entre ellos el director Antonio Hernández, quien calificó al galardonado de «volcánico». «No he conocido a nadie con ese amor por el trabajo. Leo tiene talento, algo que no da la suerte sino la entrega a lo que hace», insistió el cineasta quien reveló que, además de todo, «hace unos mates espectaculares».

Y tras tantos elogios, Roxana Randón volvió a pedir paso. «Este festival tiene magia. Y esa magia de Málaga tiene que hacer posible que yo esté allí con mi hijo», reivindicó para, acto seguido, subir a las tablas del Cervantes ante un Sbaraglia atónito que rompió a llorar visiblemente emocionado al recibir el reconocimiento de manos de su madre. «¿Veis? Es que en el fondo es aún ese niño» dijo ella mientras que el homenajeado -con un nudo en la garganta que casi le impedía articular palabra y con un Cervantes aplaudiéndole en pie- pidió que le dejaran un móvil para subir una foto a Instagram. «Todo lo que me ha pasado hoy es maravilloso, es rarísimo porque siento como si no estuviera pasando. Cuando mi hija venga a Málaga con sus hijos y paseen frente al mar allí estarán las manos de su abuelo y eso es increíble», dijo entre lágrimas para, acto seguido, hacer una advertencia: «Quiero aprender hasta que me muera. En este oficio nos rompemos el culo desde el director hasta el último operario que tira de los cables pero, gracias a eso, a veces surge la magia», concluyó.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios