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Mar Abad, cofundadora de 'Yorokobu'. DM
«¿Por qué un 'emoji' va a restar seriedad o belleza a una frase?»
'El linchamiento digital'

«¿Por qué un 'emoji' va a restar seriedad o belleza a una frase?»

#ElOcasoDeLaIngenuidad ·

La periodista, escritora y empresaria aprende y confía en las fórmulas para comunicarse en el futuro. Si estas son las formas, bienvenidas sean»

Mada Martínez

Santander

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Lunes, 23 de abril 2018, 19:26

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ocos tipos de redacciones le quedan por pisar a Mar Abad, cofundadora en 2009 de la revista 'Yorokobu' y autora de numerosos libros sobre comunicación y lenguaje en Internet, entre ellos, 'De estraperlo a #postureo' (Larousse, 2017). A Santander traerá la próxima semana sus experiencias en el mundo periodístico y digital, y una gran pregunta: ¿qué ha pasado en las redes sociales para que se dé ese ambiente de linchamiento?

–Ha descrito muchas veces 'Yorokobu' como una forma de contar las cosas. Con tantos colaboradores y voces diferentes, ¿cómo se logra esa forma común de contar?

–Para eso está la edición. Cada colaborador tiene su voz, estilo y forma de contar, pero cuando se plantea un artículo se hace todo un proceso de edición. Hay que buscar un equilibrio entre la voz y libertad [del periodista], y la pequeña guía de estilo de la revista. Es un trabajo bonito. Cuando empiezas colaborar con una persona hay más diferencias, y, en poco tiempo, con todas las conversaciones que hay cuando se está trabajando un artículo, se llega a encontrar ese equilibrio [...]. Los lectores, a veces, te eligen por tu voz, pero otras lo que hace que te diferencies es la personalidad. Eso intentamos trabajarlo, sobre todo, porque no somos un medio generalista, ni un 'breaking news'...

–¿Cómo evolucionado 'Yorokobu': en función de los lectores, de los anunciantes, de ambas cosas, de nada de esto?

–Escuchamos mucho a nuestro público. Hoy, con Internet, es facilísimo: Google Analytics, estadísticas de Wordpress, estadísticas de Twitter, Facebook, Instagram... así es muy fácil saber en tiempo real qué le gusta a tu público. Nosotros hemos ido cambiando con esto. Por ejemplo, al principio, cuando nacimos, era la época de los emprendedores, de las 'start ups', y entonces esos temas importaban mucho y hablábamos mucho de ello. Pero cuando la crisis se hizo patente y empezaron a irse los jóvenes... ahí camb'iaron mucho los intereses. Entonces, los temas más sociales, sociológicos, de creatividad o personales tenían más visitas, importaban más y fuimos dando un giro.

Hubo un momento en el que gustaban mucho los temas históricos, que son una fuente de inspiración brutal y te ayudan a comprender el presente. Cuando vimos que gustaban, los incorporamos. Siempre intentamos hacer, aquí también, un equilibrio entre lo que pensamos que es interesante y el hueco en el que queremos estar, y lo que en cada momento le interesa al público. Eso es prioritario. Al fin y al cabo, los periodistas se deben a su sociedad, tienen que escucharla, saber en qué la pueden ayudar. Nuestra idea es dar temas para que la gente pueda pensar en lo que desconocía; fomentar el pensamiento crítico, ver otros ángulos, que la gente abra la mente al encontrarse temas distintos a los de la agenda informativa.

–Ha trabajado y escrito mucho sobre redes sociales, comunicación e Internet. ¿Por qué el linchamiento digital?

–Se ha hablado mucho de linchamientos, y lo que me gustaría debatir y entender es qué ha pasado para que las redes sociales empezaran como un sitio ingenuo y dado al postureo, un sitio muy presentista, del dónde estoy, del qué estoy haciendo. Y, de pronto, en los últimos cuatro o cinco años, esa candidez inicial se ha convertido en una esfera de odio, linchamiento, ira, indignación, de un postureo del 'mira qué comprometido estoy con mis ideas', 'mira qué bienpensante soy'. Y, sobre todo, hay una gran parte de inconsciencia −lo cuenta Juan S. Ivars en 'Arden las redes−, hay muchas personas que, de pronto, ven que se lincha a alguien y se apuntan, y por dos palabras fuera de contexto te masacran. Y a lo mejor piensan igual que tú.

Tendríamos que ser democráticos. Estamos en un momento en el que quien no piensa como yo está contra mí. No, lo más bonito de la democracia es la diversidad, que alguien no piense como tú es una suerte, en Corea del Norte es más difícil que eso ocurra. Vamos a celebrar que tenemos opiniones distintas y a convivir.

¿Qué ha pasado? Con las redes sociales he experimentado las misma desilusión que con Internet: me apasionaba Internet, me creí el 'internet democrático', el de la anarquía, y el poder del pueblo… E Internet se ha convertido en lo peor de la plutocracia pero en digital. Nunca hemos tenido compañías tan poderosas como Facebook, Google, Apple. La democracia ha sufrido bastante. Esa misma decepción la he vivido con las redes sociales: de ser una enamorada he pasado a la pereza. Twitter me gustaba, me he reído muchísimo en Twitter, pero ahora, digas lo que digas, lo van a descontextualizar. Pudiendo leer 'El maestro y Margarita', ¿qué hago leyendo el 'timeline' de Twitter? [ríe].

–Siempre se ha mostrado esperanzada con la Generación Z. ¿A qué medios y soportes acuden y acudirán para informarse, cómo se comunicarán?

–Miro mucho cómo mis sobrinos, de 8 y 10 años, se relacionan con sus amigos a través de la 'play', de 'Youtube'. Creo que es importante ver qué están haciendo. Primero, para no quedarnos jurásicos y arcaicos, y, luego, porque ellos marcan el camino y es interesante aprender y ponerlo en práctica, ya sea en 'Yorokobu' o en tu vida.

«Tenemos que ser democráticos. Vamos a celebrar que tenemos opiniones distintas y a convivir»

Es una generación muy audiovisual, va a cambiar bastante el lenguaje. Por ejemplo, usan mucho el móvil, es probable que en los próximos años lo sigan haciendo. Es diferente leer en papel, en una pantalla de 19 pulgadas, o hacerlo en una pantalla de móvil. La información va a ser distinta, los bloques de texto también. Todo tiene que ser más rapido, hasta las frases se están haciendo más cortas. Hay unos elementos que me apasionan: los 'emojis' y 'gifts'. En contra de los puristas, y amando el lenguaje como arte supremo, creo que este convive perfectamente y se enriquece con esos elementos gráficos. Podemos tener palabras hermosas y al mismo tiempo tiempo gráficos que amplíen el significado, que hagan la comunicación más grande. ¿Por qué un 'emoji' va restar seriedad o belleza a una fase bonita? Al contrario, le da más expresividad. No podemos negar el mundo en el que vivimos, un mundo digital y muy tecnológico. Si esas son las formas, bienvenidas sean. Y otra cosa: la Generación Z es ahora mucho de entretenimiento, de escribir mal, corto [...] estas formas también son propias de su edad, no van a arrastrarlas hasta que los 30 años. Pero el aprendizaje audiovisual, de rapidez, de inmediatez, de estar comunicados en red... eso se lo van a llevar. Su forma de de comunicación va a ser más sofisticada. Es una generación muy autodidacta −tutoriales de 'Youtube', redes sociales−, y eso me parece fabuloso.

–¿Tendrían que regularse las llamadas 'fake news' como quiere hacer Francia, como ha insinuado en España el PP?

–Me parece muy complicado De entrada es una barbaridad que haya noticias falsas, como siempre ha habido, que esto de las 'fake news' es un término nuevo, pero mentiras ha habido desde que el ser humano empezó a hablar [...]. En principio parece buena idea, pero soy muy escéptica. Pienso: ¿y quién es el juez, cómo se aplica la norma, quién interpreta las leyes, qué gobierno va a legislarlo? Es interesante intentar controlarlo de algún modo, porque esas mentiras crean verdaderos monstruos, pero me da tanto miedo el descontrol como un juez que te diga qué es verdad o mentira.

–¿Por qué quiso y quiere ser periodista?

–Aprendes todos los días, y me fascina aprender, observar, la gente, la realidad, las sorpresas. Es muy interesante intentar contarlo, intentar ser críticos y ayudar a otros a serlo. Si volviese a nacer volvería a ser periodista, aunque creo que, a veces, los periodistas necesitamos una cura de humildad. Los opinólogos, eso de sentar cátedra con una opinión… Igual deberíamos de dejar más hueco a los expertos, y no crear nosotros el discurso. No ser el protagonistas. El buen periodismo garantiza la democracia, ofrece cultura, educación, es básico para una sociedad civilizada.

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