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Carmen Quijano y Noemí Méndez posan en la galería Juan Silió, uno de los espacios integrados en Espora. Javier Cotera
«El galerismo sufre los prejuicios que se tienen hacia el arte contemporáneo»

«El galerismo sufre los prejuicios que se tienen hacia el arte contemporáneo»

Carmen Quijano y Noemi Méndez, directoras del programa Espora ·

Su iniciativa, que entra con éxito en la recta final, sirve para estrechar el vínculo entre el arte y los ciudadanos | El proyecto certifica una tendencia: las mujeres acaparan el consumo cultural

GUILLERMO BALBONA

SANTANDER.

Domingo, 21 de enero 2018

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Una veintena de agentes culturales han formado parte del programa Espora que entra en su recta final. Gracias a esta iniciativa, cerca de medio millar de ciudadanos han disfrutado de las exposiciones de Santander desde el pasado mes de julio. Seleccionado por la convocatoria Cultura Emprende de la Fundación Santander Creativa, el proyecto ha sido diseñado por Noemí Méndez, comisaria, crítica y responsable de la empresa Nocapaper Books & More S.L. y por la gestora cultural Carmen Quijano, directora de Carmen Quijano Studio.

-El éxito de su propuesta se puede plantear desde su revés. Si hay necesidad de consumir esta cultura, ¿por qué esperar incentivos desde fuera?

-Se esperan incentivos desde fuera porque hace falta más vínculo con el ciudadano, la cultura es un derecho fundamental del ser humano y, en ocasiones, se la ha relegado tanto a lo último que acercarse de nuevo a ella es costoso. Siempre se ha posicionado el arte como algo accesorio y no principal en la sociedad contemporánea cuando si revisamos históricamente, el arte ha constituido uno de los pilares de las civilizaciones, no olvidemos que el arte es investigación, es política, es historia... Por todo ello no lo vemos tanto como un incentivo sino como una propuesta que abre expectativas, deseos y necesidades.

-Entonces, ¿qué aporta Espora?

-Espora aporta el nexo entre toda una serie de profesiones como gestores, galeristas, comisarios, críticos, artistas y el público más alejado de ellas, aporta comprensión entre personas y profesionales que ayudan a entender las visiones tan dispares que tenemos entre los propios individuos. Y todo ello lo hacemos de una manera bastante natural donde todos los participantes tienen la misma importancia en los procesos.

-¿La necesidad de un guía certifica el fracaso comunicativo (crítica incluida) que rodea al arte contemporáneo?

-No certifica el fracaso comunicativo, indica que en un momento dado los caminos se han ido separando, pero, si hay que hacer análisis, habría que remitirse a por qué la educación artística cada vez tiene menos cabida en las escuelas o por qué sólo se puede acceder a ella de forma privada. Si la educación artística estuviera al mismo nivel que las ciencias y las letras, esta brecha nunca se hubiera hecho tan grande.

-¿Dirían que hay miedo a entrar en una galería?

-Hay más que miedo desconocimiento de lo que ocurre dentro de ellas. Las galerías son espacios que tienen un marcado carácter comercial y eso, sí, puede asustar porque además está el hecho de no comprender por qué una obra de arte cuesta una determinada cantidad de dinero, nadie ha explicado que, en ocasiones, son meses de trabajo de un creador investigando sobre un mismo tema.

-¿La galería de arte está condenada a la extinción tal como se conoce hoy en día?

-Los modelos claramente están cambiando, no sabemos si por la ya desgastada palabra 'crisis' o porque la tecnología gana cada día más espacio en nuestras vidas, pero, evidentemente, el encuentro con la piel de una obra no puede solucionarse por las redes si no existen galerías, centros de arte, museos o estudios de artistas. Las galerías de arte cada vez más están siendo espacios que han ampliado sus actividades más allá de la transacción económica con la intención de abrirse a nuevos públicos siendo más activas como lugar de investigación y difusión del trabajo de los creadores.

-Tras las cifras, ¿hay un perfil de espectador/ciudadano que busca su inmersión en el arte?

-Es diverso, depende de la exposición, aunque tenemos que confesar que ya hay público fiel que no se salta ni una. La mayoría son mujeres, eso sí es muy notable, aunque este es un hecho que destaca en ámbito cultural en general. Las mujeres no solamente trabajan de una manera mayoritaria en el ámbito cultural, sino que además son los grandes consumidores culturales de nuestro país.

-Esta actividad suya, que está destinada a paliar otras carencias, ¿demuestra la ausencia de una auténtica educación en las artes?

-Evidentemente, ese es el gran tema, estamos creando un país sin estímulos por total desconocimiento, lo curioso es que el interés es totalmente contagioso, se ve en los colegios de manera muy clara: los niños se contagian el interés por el arte, abren su mente a través de la educación artística y platean los problemas de una manera creativa. Todo esto les puede ayudar a desarrollar una carrera profesional y personal de mayor calidad cuando sean adultos.

-¿Se inspiraron en algún modelo para Espora?

-La verdad es que no, aunque sí que nos han confesado la auténtica necesidad de reproducir el modelo planteado por el Proyecto Espora en otras comunidades, así como el de nuestro otro proyecto común: Confluencias. Cuando lo planteamos, pensamos simplemente que era necesario, que nosotras mismas en nuestras profesiones éramos algo incomprendidas, que hay muchas formas de conectar a los profesionales entre si y que, además, la precariedad existente, en ocasiones, se debe a que se encasilla a los profesionales, como por ejemplo a los artistas, en la estricta creación y, en realidad, pueden hacer labores de mediación o comisariado. Y ahí radica lo importante, queremos aportar distintas visiones del arte contemporáneo.

-En una sociedad como la santanderina, ¿hay factores diferenciadores respecto a otras ciudades?

-Pues sí, y son tremendamente positivos, no nos olvidemos que vivimos en una comunidad donde tenemos la 'Capilla Sixtina' del arte rupestre. Estamos en un lugar privilegiado donde el número de galerías por habitante es más que reseñable.

-¿Ha renunciado el galerismo a lo didáctico? ¿Vive en un bucle y carece de empatía?

-El galerismo en ocasiones está cansado de sufrir los prejuicios que se tienen hacia el arte contemporáneo, de que el formato feria se haya institucionalizado como modelo de venta... de que la apuesta de su día a día, en ocasiones, sea menospreciada por el efecto de las ferias internacionales. Pero por otro lado están generado programas y actividades para que se conozca su trabajo y así se visibilice su labor desde un lado más cercano y entendible.

-¿Existe una verdadera política cultural en Cantabria?

-No. Parece que empieza a vislumbrarse algo, pero estamos en un momento delicado, tenemos muchos ojos observando qué va a ocurrir en esta ciudad y si no se hace con profesionalidad y buenos cimientos corremos el riesgo de tener más ruinas que éxitos... la cultura tiene ya muchos aciertos y errores y estamos en el siglo XXI, podemos intentar aprender de los errores del pasado y no volver a caer en ellos una y otra vez.

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