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Gay Talese.
Gay Talese, un mirón bajo sospecha

Gay Talese, un mirón bajo sospecha

El escritor publica en España una edición revisada de 'El motel del voyeur' tras la polémica por su falta de veracidad

Álvaro Soto

Viernes, 13 de enero 2017, 00:52

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El instinto de Gay Talese se despertó como pocas veces aquel día de enero de 1980 en que recibió una carta de un remitente misterioso. «Querido señor Talese (...) Me considero poseedor de una importante información (...) Durante mucho tiempo he querido contar esta historia, pero no tengo talento suficiente, y me da miedo que me descubran». Gerald Foos, el autor de la nota, acertaba en su pretensión de encontrar al escritor con talento, posiblemente el mejor de su generación, que contara la historia. Una historia que, 36 años después, llegó ayer a las librerías españolas bajo el título de El motel del voyeur (Alfaguara). Y sin embargo, todo lo que ha sucedido desde que el libro se publicó en julio del año pasado en Estados Unidos es tan novelesco y sorprendente como lo que cuenta en las páginas el mismo Talese.

En la carta que envió al periodista, Foos explicaba que había comprado un motel de 21 habitaciones en Colorado, el Manor House, hacía 15 años con un solo objetivo, confesado por él mismo. «Satisfacer mis tendencias de voyeur». «Sexualmente hablando, durante estos últimos quince años he presenciado, observado y estudiado de primera mano el mejor sexo entre parejas, espontáneo, no de laboratorio, y casi todas las desviaciones concebibles», continuaba el mirón en su misiva, un texto manuscrito que el libro reproduce. Para ser testigo de aquellos comportamientos, Gerald Foos había reconstruido el motel y había construido una plataforma de observación a través de la cual espiaba a sus clientes.

Talese, que ya había cambiado los cánones del oficio como uno de los padres del nuevo periodismo, rápidamente vio que había una gran trama. Se marchó al motel y durante tres días espió a los clientes, igual que hacía el dueño. Aquello era verdad. Por eso, cuando Foos le ofreció sus diarios, un registro secreto de las prácticas sexuales de quienes pasaban por el motel, el escritor, que había analizado en La mujer de tu prójimo el comportamiento de los norteamericanos en la cama, supo que tendría material suficiente. Incluso había una sorpresa más: en una ocasión, Foos había sido testigo de un asesinato, el estrangulamiento de una mujer, pero no se lo había contado a la Policía. Tenía motivos para que nadie, ni siquiera Talese al principio, conociera su identidad. Si alguna vez el libro veía la luz, tenía que ser cuando este posible delito de encubrimiento quedara prescrito. El momento era ahora.

Lo que no podía imaginarse Talese es que su fuente no era tan honrada como parecía. De eso se enteró en julio del año pasado, cuando, ante algunas incongruencias, el Washington Post investigó los detalles del libro. Los sabuesos del diario capitalino descubrieron que Foos había vendido el motel a un tal Earl Ballard en 1983, poco después de que el escritor lo visitara, por lo que los datos supuestamente recogidos en la segunda mitad de la década de los 80, y reproducidos por el periodista, eran falsos. Foos recompró el motel en 1988 y lo vendió de manera definitiva en 1995, pero ante estas revelaciones, la credibilidad del libro quedaba gravemente dañada, y la polémica sobre la honestidad de publicar una obra periodística sustentada en una medias verdades inundó los mundos literario y periodístico.

Como quien reniega de un hijo, la reacción de Talese fue desvincularse de su criatura. «No voy a promocionar mi libro. ¿Cómo voy a promocionarlo si su credibilidad ha quedado en la basura? Nunca debí haber creído ni una sola palabra», afirmó el escritor al Washington Post.

Pero Talese, tras hablar con la editorial, cambió de opinión y se desmintió a sí mismo. Sobre sus primeras declaraciones aseguró: «He dicho cosas con las que ni yo mismo estoy de acuerdo». Y siguió: «Quiero dejarlo claro. No he desautorizado el libro y tampoco lo va a hacer mi editorial. Si hay detalles que corregir, lo haremos».

Esos detalles están modificados en la publicación española, que incluye una nota del propio Talese en la que defiende la vigencia de su texto: «Como ya dejé claro en la primera edición de este libro, Foos era un narrador inexacto y poco fiable, pero sin duda fue un voyeur épico. Los sucesos que afirma haber presenciado como voyeur, las escenas relatadas en su diario y en este libro, tuvieron lugar, en su totalidad, antes de mi visita de 1980 y antes de la primera venta del motel. Debido al reportaje del Washington Post, en esta edición se han introducido una serie de cambios de escasa importancia. Por lo demás, el libro permanece tal cual».

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