El mejor género negro

Tras los primeros episodios, el protagonismo en Alack Sinner se hace cada vez más colectivo, ¿no?

Cuando Sampayo y yo nos fuimos internando en la creación del personaje, su paisaje interior empezó a mezclarse con el espacio psicológico de la escenografía en la que vivía y respiraba. Y, alentados por la aceptación de gente como Oreste del Buono, Federico Fellini o Georges Wolinski, en ese año clave de 1975, empezamos a volar con mayor confianza. Y las miradas se fueron agrandando para comprender otros fragmentos de la realidad.

En esta obra, ¿acusa mayores influencias de la novela o del cine?

Yo diría que un 33,33 % entre el cine, la novela y la historieta blanca, negra y gris. Líneas y presencias de Hugo Pratt y de sus maestros. Todo ligado a la industria cinematográfica expresionista, sobre todo la de Hollywood, pero también las películas argentinas, españolas, suecas. Para mí la vida era blanca y negra. Y, cuando salía del cine, me encontraba con la realidad secundaria, en la que vivimos, que era en colores. Aunque a mí también me gustan los otros colores, y a veces los uso, pero yo tenía fijación por el blanco y negro de las revistas, las películas y los libros.

En este sentido, su estética ha ido evolucionando hacia un expresionismo cada vez más radical, ¿no?

Es que está la desgracia de la historia, porque lo que sucedió en Argentina ha contribuido a cargar de nervios mi trazo. Cuando el talento atraviesa la historia y regresa al papel vuelve un poco conmocionado por lo que ha tenido que ver, sentir y escuchar. La historia parecería a veces carecer de sentido salvo por su eterna repetición de conflictos insolubles. El cómic para mí ha funcionado como refugio de los excesos de la historia y la corriente expresionista es la que más me ha impactado estéticamente.

A la vista de este volumen recopilatorio, ¿cómo contempla la evolución del personaje?

Hay una coherencia y un crecimiento del corazón inteligente de Alack Sinner. Hay una construcción lenta pero implacable de su rostro y, en mi opinión, el que elegimos para la portada lo muestra con todas sus arrugas en orden y todas las huellas de su experiencia. Lo que pase después no creo que Sampayo y yo sigamos trabajándolo. Nos acompañó durante 40 años y lo dejamos en las puertas de su individualidad, prisionero de un cuerpo que atraviesa el tiempo recibiendo las heridas de la vejez.