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António Lobo Antunes.
Lobo Antunes, en los abismos de la memoria

Lobo Antunes, en los abismos de la memoria

El escritor portugués hace otro regate a la muerte en 'No es medianoche quien quiere'; fiel a sus sus claves, nada de nuevo a contracorriente y construye un laberinto de voces e imágenes

Miguel Lorenci

Martes, 13 de junio 2017, 15:31

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A la espera del Nobel, el portugués António Lobo Antunes (Lisboa, 1942) sigue escribiendo las exigentes novelas -él dirá que no lo son- que le acercan al premio de la Academia sueca. La última en español es 'No es medianoche quien quiere' (Literatura Random House). Publicada en portugués hace cinco años, el gran narrador luso se adentra en los abismos de la memoria y se mantiene fiel a sus claves. La novela, que toma su título de un verso del poeta francés René Char, es un laberinto de voces e imágenes que se superponen en la memoria de una mujer castigada por la vida y en una cruel encrucijada. «Si uno consigue reírse de la muerte, no está mal», suele decir Lobo Antunes para explicar sus anhelos narrativos. Hace otro regate a la parca con este nuevo descenso a las simas del recuerdo.

Tras años de ausencia y abandono, la mujer regresa a la casa familiar de veraneo en la playa. Quiere desenterrar los recuerdos que la habitan y liberarse de su pesado lastre. Durante tres días rememora su infancia, con un padre alcohólico, una madre distante y fría y sus tres hermanos. Un tiempo terrible marcado por el suicidio del hermano mayor, la locura del segundo, retornado de de la guerra, y el aislamiento del tercero, sordomudo.

Con cincuenta y dos años, el peso del pasado aplasta su presente. Estalla en un torbellino de voces que se superponen en la mortificada memoria de la mujer castigada por la vida, el fracaso y el dolor. Perdió un hijo, ha superado un cáncer que le mutiló un pecho y dejó atrás su tormentoso matrimonio. Un desolado paraje emocional que Lobo Antunes atraviesa con su peculiar prosa. Renuncia al punto y seguido y las letras capitulares y solo puntúa el final de cada capítulo y el de la novela. Un torrente de imágenes y pensamientos, un viaje onírico y polifónico al pasado de esta mujer que se pregunta quién es y si tiene sentido seguir viviendo.

Sin esperanza ni posible consuelo, se rinde al dictado de su memoria, que quizá le lleve a seguir los pasos de su hermano mayor y poner, como él, punto final a su vida. Su voz se mezcla y se encadena con la de los otros personajes y sus recuerdos en lenguaje tan poético y denso que exige toda la atención del lector. «Un buen libro es aquel en el que lees las palabras que no están en el libro», tiene dicho Lobo Antunes.

Como es habitual en las obras del portugués, lo menos relevante es la historia que narra. El lector asiste en sus no-novelas a a una profunda búsqueda de lo más esquivo que hay en nosotros, a la expresión a través del lenguaje de cosas inefables, que no se pueden decir porque son demasiado inasibles.

«La indignación contra la injusticia y la estupidez» son las razones para escribir de un implacable Lobo Antunes, que ha forjado su singular voz «escribiendo contra los escritores que admiro». «Un escritor -asegura- no debe ser un idiota iluminado. El problema no es escribir, es corregir. La mano se torna inteligente y trabaja sola. La cabeza sólo está atenta a las correcciones. Lo bueno es que en la vida no puedes corregir nada y en la novelas sí», se felicita.

Miembro de una familia de la alta burguesía portuguesa, tras estudiar Medicina y especializarse en psiquiatría, Lobo Antunes sirvió en el ejército portugués durante la guerra de Angola, entre 1971 y 1973. La experiencia bélica marcó su destino y recorre como un eco sordo toda su obra. Al regresar a Lisboa abandonó la psiquiatría y abrazó la literatura, a la que se entregó en cuerpo y alma. Dedica cada día dieciséis horas a escribir y corrige hasta la saciedad, pero le cuesta dar razones de su empeño. «Apenas sé que si no escribo me siento culpable», dice. «Con cada nuevo libro trato de recuperar cierta virginidad en la mirada, aquella que tenía al leer a Salgari».

Su larga carrera está jalonada de títulos extraños y seductores. Obras siempre complejas como 'Memoria de elefante' (1979), 'En el culo del mundo' (1979), 'Conocimiento del infierno' (1981), 'Fado Alexandrino' (1983), 'Tratado de las pasiones del alma' (1990), 'El retorno de las Caravelas' (1990), 'La muerte de Carlos Gardel' (1994), 'Esplendor de Portugal' (1997), 'Exhortación a los cocodrilos' (2000),'No entres tan de prisa en esa noche oscura' (2001), 'Buenas tardes a las cosas de aquí abajo' (2004), 'Yo he de amar una piedra' (2005), 'Ayer no te vi en Babilonia' (2007), 'Conocimiento del infierno' (2008), 'Mi nombre es Legión' (2009), 'El archipiélago del insomnio' (2010), '¿Qué caballos son aquellos que hacen sombra en el mar?' (2012), 'Tercer libro de crónicas' (2013), 'Sobre los ríos que van' (2014) y Comisión de las lágrimas' (2015).

Figura relevante de las letras lusas y recurrente candidato al Nobel, fue reconocido hace una década con el Premio Camões, el Cervantes en lengua portuguesa. También ganó el premio de Literatura Europea del Estado austríaco, el Jerusalén en 2004 y el FIL de Literatura en Lenguas Romances en 2008.

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