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Dani Martín en la presentación de su disco.
«Ahora es una heroicidad que alguien salga de su casa y compre un disco»

«Ahora es una heroicidad que alguien salga de su casa y compre un disco»

cantante y actor

Antonio Paniagua

Jueves, 22 de septiembre 2016, 17:07

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Dani Martín vive un momento dulce. Ha grabado en Abbey Road, los legendarios estudios donde crearon los Beatles casi todo su discografía, el álbum 'La montaña rusa', que mañana sale a la venta. Es un trabajo compuesto en un trance doloroso, cuando experimentaba vaivenes emocionales muy acusados. El cantante nunca se rinde y está dispuesto a pelear por sus canciones, que quieren que se escuchen en teatros y no en pabellones gigantescos.

El Canto del Loco llegó a vender casi dos millones de copias a lo largo de su trayectoria. Esos tiempos parece que no volverán nunca.

Hablamos demasiado de dinero y precios y poco de valor. Las cosas tienen un valor y no pueden ser gratis. A todo hay que darle un valor, y la música no es una excepción. Ahora, es una heroicidad que un tipo salga de su casa en el coche, estacione en un aparcamiento, suba a la séptima planta de unos grandes almacenes y compre un disco. Me disgusta cuando no puedo sacar el disco en vinilo. En esta ocasión hemos editado el sencillo en siete pulgadas. Soy un romántico. Pero al final la gente aprecia cuando los discos están hechos con cariño y mimo.

En la carátula del disco aparece en actitud defensiva con guantes de boxeo. ¿Por qué?

Este trabajo trata de representar las dificultades de encontrar el equilibrio como ser humano. Tiendo a sufrir, me considero una persona vulnerable y muy sensible. Me fotografío con los puños enfundados en guantes de boxeo porque me dispongo a esquivar un golpe.

¿Es un disco sobre el amor y el desamor?

Se trata de un disco autobiográfico lleno de contradicciones. En él se aborda la búsqueda constante del ideal y de la insatisfacción que ello provoca, desde pensamientos irracionales hasta bajones emocionales.

Algunas canciones parecen tener una carga sombría.

Es que la vida tiene momentos sombríos y de rabia. Los temas están compuestos con las entrañas. Cuando imaginé las canciones estaba pasando por momentos dolorosos. Mis músicos y productores me dijeron que me exponía excesivamente, que me desnudaba demasiado, pero me siento mucho más cómodo exponiéndome en la música que yendo a un programa de televisión. El haber podido soltar todo lo que llevaba dentro ha sido una terapia. Y es que cuando escribí los temas experimentaba un sentimiento de abandono.

¿El público al final advierte si los sentimientos son fingidos?

Totalmente. Enseguida adviertes que lo impostado no llega a la gente. Por eso los discos que se crean en momentos intensos, con una sensibilidad extrema, son los más maravillosos. De ahí que el mejor disco de Joaquín Sabina sea en mi opinión '19 días y 500 noches', un trabajo que hizo en un momento en que estaba pasando por continuas subidas y bajadas.

En Abbey Road

¿Cómo fue grabar en Abbey Road?

Fue increíble. En Abbey Road hay dos pianos que tocaban los Beatles.A decir verdad teníamos un poco de miedo de que aquello fuera un museo, cosa que no sentimos para nada. Es la mejor sala para grabar del mundo. Sólo la 'reverb' de los estudios te deja anonadado.

¿Por qué quiere cantar ahora sobre todo en teatros y pequeños auditorios?

Me apetece que nos escuchen bien, poder contar con una bella escenografía y que la energía se recoja. Más adelante, cuando actuemos en Madrid y Barcelona, intentaremos llevar el espectáculo a lugares más grandes.

Ha cantado con Serrat y Sabina, los dos muy alejados de su estilo. ¿Con quién le apetece ahora compartir escenario?

He tenido mucha suerte, porque todos esos sueños y deseos se han cumplido. He cantado con Serrat, Sabina, Tony Bennett... Lo que me apetece ahora es que exista una unidad en la música, de modo que desparezcan etiquetas y que pueda compartir experiencias con Sidonie, Iván Ferreiro o Leiva. Me gusta que la música sea música, que no haya tantas subdivisiones entre rock, indie y rap, por ejemplo. Me parece que la gente que se permite escuchar todo tipo de música es más inteligente que la que vive confinada en una especie de gueto musical.

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