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Javier Ibarra, Kase.O, se ha convertido en el principal referente del rap en España.
Kase.O, el retorno del rey del rap

Kase.O, el retorno del rey del rap

El músico zaragozano presenta hoy en Escenario Santander ‘El círculo’,su primer disco en solitario

Pilar González Ruiz

Sábado, 4 de marzo 2017, 08:11

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«Éxitos». Es la última palabra de Javier Ibarra (Zaragoza, 1980), alter ego de Kase.O al finalizar la conversación. A modo de despedida, de deseo para otros. Pero es también un logro propio. La cima conquistada. Con su último disco, El Círculo (Rap Solo, 2016) que le trae hoy, sábado, a Santander, ha puesto las tripas sobre la mesa de mezclas. Su nombre se eleva entre humo y cenizas, como recita en Yemen, single del disco que puso los dientes largos a sus acólitos, tras cuatro años de espera para el retorno del rey del Rap.

Kase.O pasea con natural chulería el estatus de ser el mejor rapero de España y un ídolo también en Iberoamérica. Tiene argumentos para ello; Madrid, Barcelona, Málaga, Vitoria o ahora Santander son solo algunas de las ciudades donde ha agotado el papel en esta gira. Lo hace con el que, en la práctica, es su primer disco en solitario tras veinte años de trayectoria. Un trabajo que le pasó factura; componer El Círculo le puso literalmente enfermo. Una depresión pudo con el monarca absoluto de un género que hace de la guerra de egos su lenguaje. Temía no estar a la altura de su propio mito y, sin embargo, ha salido triunfante de esa autoexigencia gracias a su estrategia: abrirse en canal y poner sus sentimientos sobre bases de hip hop.

Está feliz, dice. También su entorno, ante la acumulación de Entradas agotadas en este tour creciente. "Es algo que no esperábamos, o al menos no en tantas ciudades", afirma. El artista que llena con sus métricas el escenario, su "verdadero mundo", es un tímido patológico con "miedo escénico a la realidad". Pero frente a su entregado público no hay dudas ni vértigos. Entre ese público, como un reflejo de su propia dualidad, hay gente joven, que se acerca por primera vez a su directo, mezclada con la vieja escuela, los raperos de siempre.

A todos, sus versos les inspiran, les emocionan, algo que para el zaragozano, compensa "el duro trayecto" que ha supuesto el disco. Y por primera vez, en sus conciertos hay mujeres. "Lo que todo artista quiere dice entre risas porque las chicas mueven el mundo". Ha conseguido abrir brecha con el público femenino de una forma nunca antes trabajada: hablando de amor. "Aquí le canto de tres o cuatro maneras a otros tantos sentimientos románticos", dice, incluyendo el que siente por su pareja, Muna, a quien dedica uno de los temas, Amor sin cláusula. Esta nueva sensibilidad, ha generado sorpresa inicial y pleitesía después. Con transparencia, se ha distanciado de la etapa anterior, "de más vacileo" y ha logrado "cumplir la verdadera función del arte, que es expresar el sentimiento puro". Lo ha hecho, guiñando al pasado, con todos sus "vicios y virtudes".

Convertirse en el referente de un género no es posible sin una sólida carrera de fondo. En la suya, nada es casual; Javier Ibarra es otro. Quedan lejos Violadores del Verso, el grupo antológico que posicionó al rap como un estilo casi de masas, que también están presentes en El Círculo, directamente, en Rap superdotado y representados en temas "del pasado", como explica Ibarra: Viejos ciegos o Pavos reales. Atrás también, el rastro de Jazz Magnetism (2011), el proyecto en el que se puso el traje de club nocturno y encajó sus inabarcables rimas en medios tiempos, fusionando jazz y rap con fluidez. Ahora, vuelve a demostrar su gusto por el juego añadiendo emotividad descarnada en temas que sacuden el alma, como Triste o Basureta, donde habla de su enfermedad llegando a las lágrimas, pero también el cuerpo; la brillante Mazas y catapultas o el pildorazo sensual y sexual de Mitad y mitad.

Pero no nos confundamos, el MC descreído y desafiante, sigue en forma. La realidad "descorazona" y termina "ocupando un lugar en nuestra mente", dice. En sus canciones también hay espacio para la crítica. Las normas, los impuestos, las facturas, son, a su juicio, "sólo para los trabajadores". Y, de lo que se sabe, mejor cuestionarse lo que no. "¿Es la justicia para el hijo del rey?", pregunta en Esto no para. Él mismo responde: "Si han imputado al cuñadísimo, ¿qué no habrá detrás?", apunta. "Para ellos somos hormigas". Pueblo silenciado, pueblo sentenciado, añade en el mismo tema.

En ese mundo desigual que no comprende del todo, el rap tiene una función matricial: "Es la única CNN que tiene el barrio para que nos enteremos de lo que pasa, de lo que hay en las familias o lo que piensan los jóvenes". Y sin embargo, los versos, el mérito de lanzar proclamas con un vocabulario hilvanado a golpetazos, sigue despertando recelos; sigue considerándose música que incita la violencia. "Tenemos derecho a explotar", afirma el zaragozano, que considera normal y no una amenaza un arrebato de violencia verbal o un tuit crítico. "Por supuesto que hay odio y rabia. Se juzga a un rapero pero seguimos conviviendo con símbolos fascistas e idolatrando asesinos de masas", expone contrariado. "Es el mundo y el país en que vivimos, a pesar de la buena gente que hay".

Alejado de la industria mayoritaria, sin una estructura sólida detrás, "el rap sigue siendo underground", aunque mueve a miles de fieles como se demuestra en esta gira. "Está basado en una especie de hobby; te tiene que tocar una varita mágica". O pelear esos veinte años ganándose el respeto verso a verso, sala a sala.

El tímido Javier Ibarra, al que le cuesta "hasta llamar al dentista o pedir el pan", confiesa que admira a su padre y a su madre "como un loco". Y también a Muna, su chica; "Esa vitalidad y esa alegría que tiene. Alguien que no tiene un no por respuesta". Y de eso aprende y se contagia. Frena su mente, que ha sido "una olla a presión" y disfruta de las pausas, de ver el tiempo pasar.

A ras de suelo, trata de superar sus miedos, pero sobre el escenario, todo cambia. Kase.O dicta las leyes y como dice en la intro del disco, hace lo que le sale "de los huevos". Ya no es rap solo. La corte se inclina. El Pastor del dios hip hop ha vuelto al ejercicio. El círculo está cerrado.

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